La tesis doctoral de Maria Valls, defendida recientemente en la Universitat de les Illes Balears (UIB), ha desentrañado la alimentación y las cadenas tróficas de algunos tipos de habitantes marinos que habitan distintos niveles de profundidad del mar balear.
El trabajo, dirigido por el doctor Antoni Quetglas del Centro Oceanográfico de Baleares, se ha fijado en la alimentación por un lado de los peces llamados mesopelágicos, como los peces linterna, y del otro rayas y tiburones, y cefalópodos ?calamares, sepias y pulpos?.
Por primera vez en el Mediterráneo, se ha caracterizado la dieta del calamar de potera y el calamar de buey, morfológicamente casi idénticos. Ambas especies son piscívoras, pero mientras el primero se alimenta preferentemente de peces costeros, el calamar de buey prefiere a los peces mesopelágicos.
De hecho estos constituyen una fuente de alimento importante para muchas especies. Son muy abundantes en todos los mares y se caracterizan por realizar migraciones noche-día.
En su caso, los análisis de la dieta de los elasmobranquios muestran que las rayas, la mayoría de aguas poco profundas, se alimentan principalmente de crustáceos y peces, mientras que los tiburones de profundidad basan su dieta en especies mesopelágicas como el krill.
Finalmente se ha concluido que los tiburones y los calamares juegan un papel clave en el flujo de energía en las redes tróficas marinas, aunque a diferentes niveles.
Mientras que los tiburones, que no tienen depredadores, retienen el carbono procedente de la superficie, los cefalópodos, al ser presas de otros grupos, hacen recircular el carbono entre la superficie y el fondo, particularmente pobre en términos de nutrientes.
Estas relaciones entre depredadores y presas aportan una información muy valiosa, fundamental en el marco de la gestión medioambiental para poder entender los ecosistemas marinos y cuidar su biodiversidad.