Balears sigue la agenda planeada y va cerrando vacunódromos cuando quedan 190.670 personas de 12 o más años por ponerse, al menos, la primera dosis.
El ritmo de inoculación del suero contra la COVID ha descendido considerablemente y ya no es necesario mantener activas las grandes infraestructuras. A día de hoy sólo Germans Escalas (se cerrará el próximo 29 de septiembre) y Son Dureta permanecen abiertos. En octubre la campaña regresará allí donde empezó: a los centros de salud.
Los centros de vacunación de Inca y Manacor cerraron este martes sus puertas tras haber inoculado cerca de 106.000 dosis desde el 15 de marzo en el caso del polideportivo Mateu Cañellas de Inca y 117.000 dosis en el Hipòdrom de Manacor a partir del 8 de abril.
La subdirectora de Infermeria d'Atenció Primària de Mallorca y coordinadora de los pabellones de Inca y Manacor, Mar Tomás, explicó que ayer se administraban las últimas segundas dosis (163 personas citadas en Inca y 172 en Manacor) y que a partir de ahora «las segundas inoculaciones se administrarán en el centro de salud que cada ciudadano haya elegido en el momento que vino a ponerse la primera dosis».
Tomás resaltó «el trabajo que se ha llevado a cabo durante estos seis meses con una veintena de profesionales atendiendo a los ciudadanos sin que se haya producido ninguna reacción alérgica grave en Inca o Manacor, tan solo algunos mareos e indisposiciones derivadas del nerviosismo».
Los dos vacunódromos han funcionado con un equipo de Atención Primaria que ha contado con el apoyo de los hospitales de Inca y Manacor respectivamente, el GSAIB, así como de personal de la Cruz Roja en el caso de la capital del Raiguer.
Aunque la afluencia ha disminuido drásticamente en la última quincena, en ambos centros de vacunación se han producido jornadas de récord. El día que más dosis se inocularon en el Mateu Cañellas de Inca fue el 6 de julio, cuando se llegaron a las 1.628, mientras que en Manacor la jornada más productiva fue el 16 de julio con 1.951 vacunas.
La coordinadora de Inca y Manacor recordó algunos momentos destacados como el que se produjo el 7 de abril cuando se suspendieron por la tarde las inoculaciones con AstraZeneca. «Fue muy duro decirle a los que esperaban que no se podían vacunar, pero lo comprendieron e incluso nos consolaron», explicó.