Los medios de comunicación han analizado los resultados de las elecciones generales del pasado domingo desde todos los puntos de vista inimaginables, pero siempre hay cosas quedan por explicar, sobre todo si se quiere ir más allá del marco estatal. El peso de la identidad nacional que ha permitido que por primera vez un diputado soberanista de las Islas llegue al Congreso, el efecto de la alta abstención ligada al turismo o la estrategia de los partidos por convencer al electorado de ser voto útil, cuando ninguno lo era, son algunas de las claves del 23-J que han pasado más desapercibidas. Dos jóvenes politólogos mallorquines repasan estos aspectos tras la intensa semana de resaca electoral.
«Que el espacio de Més haya sacado su primer escaño al Congreso en la historia de la democracia no se puede entender sin Sumar Més y la caída de Podemos, que facilitó el poder de negociación de los ecosoberanistas antes de unas generales trascendentales que han movilizado mucho a la izquierda», según explica el investigador predoctoral en la Universitat Autònoma de Barcelona, Llorenç Soler. «Se ha votado contra la posibilidad de que la extrema derecha llegara al Gobierno y Balears ha sido uno de los territorios donde más ha reaccionado el soberanismo», apunta.
Recuerda que hubo cierto debate «superfluo» sobre el hecho de que Més formara parte de una coalición encabezada por la izquierda española, pero «la identidad nacional no ha impedido que el votante de Més haya apostado por Sumar, al margen de algún sector más independentista», considera Soler. La coalición logró 83.116 votos (16,57 %) en las Islas, superando a Vox, que consiguió 76.302 (15,21 %).
El politólogo señala que el PP se ha consolidado nuevamente como el partido liberal conservador «por excelencia» en la comunidad tras la desaparición de Ciudadanos y que el PI no se presentara ayudó. «Seguramente han aglutinado a los aproximadamente 6.000 votantes que tuvo partido naranja en mayo, pero no a los 20.500 regionalistas; algunos pueden haber optado por el PSOE», opina. El PP sacó 178.715 votos (35,64 %), ganando 22.557 respecto a las autonómicas del 28 de mayo y 74.993 más que en las últimas generales de 2019. Soler cree que el votante del PI, al ser sensible con la lengua y moderado ideológicamente, puede haber visto más atractiva la candidatura de la socialista Francina Armengol. Sin embargo, cree que el hecho de que el PSIB sacara el domingo 151.134 votos (30,14 %) impidió que los ‘populares' consiguieran el cuarto diputado.
La abstención volvió a jugar un papel importante en Balears. «La participación se situó en el 63,6 % y subió mucho, pero quedó muy lejos de la media estatal, que llegó al 70 %», dice Soler, y esto, señala, en un contexto de gran polarización política. El investigador relaciona este fenómeno con el bajo nivel de estudios ligado a un mercado de trabajo basado en el turismo, que requiere mano de obra poco cualificada. Además, apunta que el desinterés por la política está 10 puntos por debajo de la media española.
Expectativas frustradas
«El votante de Vox que salió con muchas ganas, tras los resultados del 23-J, puede entrar en una espiral de hastío porque el partido parece que sigue la estela de Podemos de ir a la baja. Veremos cómo consolidan su espacio y si cambian de liderazgos», explica el politólogo Pau Torres, que no da por muerto a Vox. «Un partido puede desaparecer o cambiar de marca, pero queda ese espacio. Aun así, el PP puede volver a seducir al electorado de Vox asumiendo postulados de este partido, como ha hecho el PSOE con Podemos. Los socialistas transmiten que tiene poco sentido votar a Podemos porque defienden muchas de sus ideas y, además, con más posibilidades de llevarlas a cabo», sostiene.
Torres no ve claro que los sondeos electorales beneficien o perjudiquen a los bloques porque si uno dice que la izquierda ganará, su electorado se puede relajar y, en cambio, provocar movilización en la derecha. Lo mismo a la inversa. Aun así, sí que cree que ha habido lectura interesada de los partidos para luchar por la idea de que era más útil votarles. «Se ha usado como estrategia política, como en el caso de Sumar, por ejemplo, pero en comunidades como Baleares esto es absurdo porque cuando se reparten más de cinco o seis escaños la distribución es muy proporcional, como en nuestro caso, que se envían ocho diputados», dice. «En Melilla o Segovia sí que se tiende a concentrar el voto, pero aquí no tiene sentido apelar al voto útil», afirma, y añade que si alguien quería votar a Vox no tenía que dejar de hacerlo pensando que ello beneficiaría a la izquierda.