En los hospitales públicos de Balears hay 19 pacientes «eternos» en riesgo de exclusión, que son personas ingresadas desde hace meses o incluso años a la espera de que les adjudiquen un recurso social o una plaza residencial.
El servicio de trabajadores sociales sanitarios de la subdirección de Atención a la Cronicidad se esfuerza por aligerar las solicitudes, pero el tiempo lo marca la situación administrativa de cada institución –los profesionales trabaja conjuntamente con Gover, Consell y los ayuntamientos– a la hora de aprobar un recurso o, si fuera necesario, un grado de dependencia Así, ajudicar un recurso puede tardar «hasta un año», incluso más, «dependiendo si se parte con el paciente de cero», explica la trabajadora social sanitaria del departamento de cronicidad, Irune Salaberry.
Se estima un crecimiento de la población envejecida de aquí a 30 años. Esto no solo provocará un aumento de las enfermedades crónicas, sino además –y por estadística– los pacientes dependientes en riesgo de exclusión a los que tendrán que hacer frente los trabajadores sociales sanitarios.
Sin embargo, lo que explican desde el servicio es que el número de pacientes sociales no ha variado mucho en los últimos años en los hospitales públicos. En estos momentos, estos perfiles están ‘viviendo' entre el Hospital Universitario Son Espases (6); el Hospital Son Llàtzer (1); el Hospital Comarcal de Inca (4); el Hospital de Manacor (2); el Mateu Orfila, de Menorca (2) y en Can Misses, Ibiza (4). Detrás de estas cifras, hay perfiles muy variopintos, desde ancianos dependientes, personas sin red familiar, indigentes, inmigrantes sin recursos o enfermos que necesitan un servicio de acogida porque no tienen recursos económicos o sufren soledad.
Llegar a la vejez a veces no es sinónimo de suerte. Hay casos de pacientes mayores cuyos familiares han claudicado por distintos motivos, justificados y lícitos, como por ejemplo que no puedan hacer frente al cuidado del enfermo. Por eso, el esfuerzo del trabajo social sanitario es «reconducir» esta renuncia –porque el paciente se puede vuelve vulnerable–. Es decir, buscar herramientas y recursos para su bienestar, como que puedan tener ayuda externa en sus propios hogares y evitar así el hospital: «Los trabajadores sociales sanitarios trabajamos para detectar un problema de soledad y ofrecerles una alternativa para evitar una estancia alargada en los hospitales de agudo», detalla Salaberry.
Atención intermedia
El Plan de Atención a las Personas con Enfermedades Crónicas de Balears (2016-2021) informa del aumento de las enfermedades crónicas y que será todo un reto para el sistema sanitario. La subdirectora de Atención a la Cronicidad, Estefanía Serratusell, recuerda que con la creación de más centros sociosanitarios de atención intermedia (Son Dureta, Verge del Toro, Can Misses y un centro en Felanitx) se triplicarán los recursos para los más de 27.400 pacientes crónicos agudos y crónicos complejos que hay en las Islas. De momento, el número de camas en los actuales hospitales de atención intermedia (Creu Roja, San Juan de Dios en Palma e Inca, Joan March y el Hospital General) llega a las 430. Con los nuevos espacios, habrá 1.185. Hasta que vean la luz los nuevos centros, el reto para «descongestionar» los hospitales agudos está en apostar por la atención en los domicilios.
«El objetivo de Salut es que la persona crónica vuelva a casa. Sin embargo, es cierto que hay pacientes que no pueden volver al domicilio, ya sea porque requiere cuidado específico y no tiene cuidador o que desde el hospital se le está tramitando un recurso», apunta Serratusell.
Los centros de atención intermedia están enfocados a que el paciente crónico crítico o crónico agudo pueda ir recuperando su autonomía. Por eso se ha apostado por la rehabilitación o servicios de logopedia, entre otros. «En personas mayores, por ejemplo, es importante intervenir precozmente para prevenir complicaciones y dar el alta a tiempo», puntualiza la subdirectora. Así, matiza que el sistema de salud de España está proyectándose cada vez más a la estancia en casa, y evitar mucho más la residencia en centros hospitalarios de agudos.