«La desaparición de playas tendrá consecuencias, que sean más o menos graves depende de nosotros». Esta es la advertencia que lanza Biel Jordá, investigador del Centro Oceanográfico de Baleares. Cabe destacar que el mar se habrá tragado el 20 % de las playas de las Islas a finales de siglo. Además, todas las que queden verán reducido su tamaño más de la mitad en promedio y el 62,18 % de ellas desaparecerán puntualmente cuando haya tormentas. Lugares tan emblemáticos como Es Calò des Moro, Cala Formentor, Cala Blava o Cala Màrmols dejarán de existir si no se toman medidas drásticas a nivel mundial que frenen los efectos del cambio climático, aunque estos ya son inevitables.
Los diferentes estudios que se han realizado a nivel mundial ponen de manifiesto que una de las consecuencias del cambio climático es que el mar subirá entre 50 y 60 centímetros en los próximos 76 años; en las últimas tres décadas ya lo ha hecho 10 centímetros, por lo que el ritmo de subida se acelerará notablemente. Jordá destaca que en Baleares esta subida del nivel del mar tendrá efectos más drásticos que en otras zonas porque aquí no estamos acostumbrados a que suba tanto la marea. Sin lugar a dudas, esto tendrá múltiples repercusiones en las Islas. Desde el punto de vista paisajístico, se perderán lugares de un valor incalculable. El Archipiélago balear pasará a ser diferente al que conocemos ahora, ya que el mar devorará algunos de sus lugares más hermosos. A nivel económico también tendrá un impacto muy importante.
Impacto turístico
Por una parte, está el tema turístico, principal motor económico de la economía balear. Aunque se intentan potenciar otros segmentos, la gran mayoría de las personas que eligen las Islas para pasar sus vacaciones lo hacen por sus playas. Jordà considera que el hecho de perder el 20 % de ellas y que las otras se reduzcan o desaparezcan puntualmente cuando haya tormentas quizás no motivará que vengan menos viajeros. «Los turistas se irán acostumbrando, ya que hay otros destinos turísticos en los que se encuentran más apiñados, pero todo tiene un límite».
Por otra parte, el hecho de que los paseos marítimos cada vez se inunden con más frecuencia ocasionará importantes gastos de dinero para las arcas públicas, ya que tendrán que repararlos, especialmente tras tormentas intensas. El citado investigador no cree que los edificios ubicados en estas zonas se vean afectados más allá de inundaciones esporádicas.
Ante esta situación, Jordà hace un llamamiento urgente a los diferentes líderes políticos, tanto a nivel local como nacional e internacional, para que apliquen políticas valientes y de calado, que permitan aminorar los efectos del cambio climático; reconoce que evitar sus efectos ya es imposible. «Con las medidas que ya están en vigor no es suficiente, se reducen las emisiones, pero no con la rapidez necesaria. Los efectos son inevitables pero tomar medidas reducirá los impactos. Es como si vas con un coche directo a chocarte contra una pared. Si circulas a 80 kilómetros por hora y reduces la velocidad a 40 kilómetros por hora, te chocas igualmente, pero el impacto será mucho más leve», concluye.