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Salut lidera un plan piloto estatal que estudiará a 200.000 personas

La gran Cohorte IMPaCT reunirá a 8.000 voluntarios para seguir su salud durante 20 años

Dos técnicas trabajando en un centro de salud habilitado.

| Palma |

Su nombre es Infraestructura de Medicina de Precisión asociada a la Ciencia y la Tecnología (IMPaCT). Se trata de un plan piloto financiado por el Instituto de Salud Carlos III en el que participarán 21 instituciones y los servicios de salud de todas las comunidades y las dos ciudades autónomas del Estado.

El proyecto quiere sentar las bases para la implantación de la medicina de precisión y pretende hacer una radiografía sanitaria de 200.000 personas a lo largo de 20 años con el fin de conocer el papel de los factores sociales, ambientales y biológicos de las principales enfermedades y problemas de salud en el país.

Baleares, junto a Madrid, lideró su puesta en marcha y ahora ya son cuatro las comunidades autónomas participantes en el mayor estudio desarrollado en España. «No es un proyecto al uso, sino una plataforma de información sobre un grupo de 200.000 personas de entre 16 y 79 años, seleccionadas aleatoriamente por una serie de nódulos que en Baleares son dos: el centro de salud de Santa Ponça y el de sa Pobla», explica el doctor Joan Llobera quien lo inició junto a Oana Bulilete, dentro de la unidad de investigación de Atención Primaria de Mallorca y con la colaboración del Institut d'Investigació Sanitaria de les Illes Balears (IdISBa).

En la Isla hay que captar a 8.000 voluntarios de los que ya tienen a 1.000, casi una cuarta parte de los 4.460 captados en todo el país . «Estas personas reciben un SMS y luego una llamada para el estudio. Les pedimos si quieren ser donantes de datos de la salud para una gran plataforma española que luego será europea y mundial», aclara Llobera.

El primer paciente a nivel estatal para el estudio se captó en Santa Ponça el pasado 20 de marzo. Y cómo él, cada voluntario pasa por una procedimiento «largo y ambicioso» cada cinco años. «Es una recogida de información que servirá para infinidad de investigaciones», advierte.

A quienes firman el consentimiento se le pasa una batería de cuestionarios, «pedimos información sobre estilos de vida, fumar, dormir, cannabis… Todo lo relacionado con el trabajo... de qué tipo es, los turnos, las condiciones, si está expuesto a contaminantes. Aspectos de donde viven, domicilio, ruido, calidad de vida de los espacios», explica. También hay detalles sobre la salud reproductiva de las mujeres, la alimentación, la soledad, el grado de autonomía o capacidad cognitiva. Además se piden muestras de orina, de sangre, de uñas cortadas; se hacen pruebas antropométricas y también de fuerza, composición corporal, cardiovascular, electro; se recogen imágenes de ecocardiografía, audiometrías o pruebas cognitivas; e incluso un test de ansiedad y de depresión para conocer la salud mental. De esta forma, «tenemos toda la información genética, pruebas, muestras y condicionantes vitales. Es brutal»

¿Y qué hacer con todo esto? «Si se obtiene una base de datos así y a nivel mundial, algún investigador quiere saber por ejemplo, de todos los que tienen un tipo de cáncer si había una proteína x… Se responde a preguntas concretas de esa investigación», explica el experto.

Se trata de poder hacer medicina predictiva para saber, con esta acumulación de datos, «si un aminoácido o un gen se expresa en una persona que termina desarrollando una enfermedad», expone otro ejemplo. Y eso que todavía no se contempla el uso de Inteligencia Artificial.

La cohorte IMPaCT se ha planteado de forma similar a las que se han puesto en marcha en otros países como el UKBiobank del Reino Unido, con hasta 500.000 participantes, o el All of us, de Estados Unidos, con hasta un millón.

Para hacerse una idea de su potencial basta saber que en 15 años, una de ellas ha ofrecido datos a más de 2.000 investigadores de 98 paísos diferentes. Además, en un futuro, estos bancos de datos podrán federarse para responder a las preguntas de investigadores con una gran precisión. El estudio está establecido y dirigido desde el Carlos III de Madrid y toda la información irá a su biobanco.

En cada centro de salud seleccionado hay tres técnicos formados y entrenados para la captación, entrevista, pruebas, extracciones. «Es todo un tinglado», advierte el doctor Llobera que ha seguido las obras previas. A nivel estatal habrá 50 nodos y 40 ya han arrancado, muchos de ellos sirviéndose de la experiencia balear como ejemplo a seguir.

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