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El año del récord turístico no permitirá reducir la jornada ni subir los salarios

La baja productividad lastrará la temporada y es el gran obstáculo para que el crecimiento económico conlleve más bienestar social

Turistas en terrazas del centro de Palma este verano. | M. À. Cañellas

| Palma |

Baleares batirá en 2024 por segundo año consecutivo sus máximos históricos en llegadas y gasto turístico. Las cifras de ocupación laboral van en aumento desde 2022 y la tasa de pleno empleo incluso se ha extendido a meses fuera de temporada alta. El crecimiento económico, sin embargo, sigue sin traducirse en prosperidad: el año del récord turístico tampoco traerá consigo una mayor calidad de vida para sus ciudadanos, mayores salarios o más tiempo de descanso. Las Islas siguen aquejadas de un problema de productividad que empresarios y economistas señalan como el gran obstáculo para mejorar los niveles de bienestar social.

Las empresas baleares no son productivas. O no son todo lo productivas que deberían o podrían serlo en un contexto engañoso, ya que pese al alza del PIB van perdiendo fuelle en comparación a la evolución estatal o europea. El Instituto de Estudios Económicos (IEE) sitúa la productividad -relación entre lo que se produce y el tiempo y recursos (principalmente mano de obra) invertidos para ello- como «el gran reto pendiente» de la economía española. La renta per cápita -parámetro indisociable de la productividad- ha caído frente a la media de la Unión Europea y el caso de Baleares es de los más paradigmáticos entre las diferentes comunidades autónomas. El Archipiélago ocupaba la posición 46 del ranking de regiones de la UE en competitividad global y renta per cápita en 2001, y en estos momentos se sitúa en el 153 (en un total de 234 regiones).

Un informe de Impulsa Balears especifica que las Islas siguen en un tramo a la baja, un «pinchazo en eficiencia» que «sigue lastrando la posición competitiva y repercute negativamente sobre aspectos de sostenibilidad social». Hasta once comunidades superan a Baleares, que también se ubica en la parte inferior de la tabla estatal (puesto 12 de un total de 17 regiones). La Confederación de Asociaciones Empresariales de Balears (CAEB), su presidenta, Carmen Planas, afirma que «durante demasiados años, la baja productividad ha dificultado que las tasas de crecimiento económico de las Islas se tradujeran en más calidad de vida y bienestar para la sociedad». Unas condiciones en las que, defienden los empresarios, «resulta difícil sostener a largo plazo un incremento nominal de los costes laborales por encima de la productividad».

En una línea similar se expresa la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca (FEHM), que asevera que la productividad ha de consistir en «algo más» que obtener resultados. Y ese algo más no es otra cosa que «añadir valor». Así lo cree su presidenta, María Frontera, quien recalca que las inversiones hoteleras en circularidad o eficiencia energética «no es solo por control de costes, sino que también añaden valor social y ambiental». El objetivo de todo esta estrategia, subraya, es reposicionar el destino, crear empleo estable y de calidad y reforzar vínculos con la comunidad local.

El sector del transporte es uno de los que más se están quejando del problema de la falta de personal. Y una de las causas más evidentes es una mano de obra cada vez más envejecida que se está quedando sin relevo generacional. La gerente de la Federación Empresarial de Transporte (FEBT), Petra Mut, señala que «es verdad que la sensación es que nunca habíamos sido tan poco productivos siendo tantos». Se trata de una situación fácilmente constatable, ya que el transporte permite medir mejor la productividad que otras actividades. La edad media es una de las más elevadas entre los sectores económicos de las Islas y las empresas no encuentran personal joven que pueda ocupar el hueco de todos los que se están retirando o van a hacerlo en los próximos años. Una de las cuestiones más acuciantes es que las autoescuelas dispongan de profesionales para formar y examinar a los que optan a los carnets específicos para llevar autocares y camiones de mercancías.

Por otro lado, Rafael Matas, vicepresidente de la Federación de Pequeña y Mediana Empresa de Mallorca (PIMEM), menciona las dificultades normativas como uno de los principales escollos para la productividad. «La mayoría de empresas son micropymes a las que les cuesta mucho crecer en estas condiciones, sobre todo porque es un marco normativo que se hace pensando en las grandes empresas y eso lo hace muy complejo».

Normativas aparte, Matas considera que el sector turístico hace un uso intensivo de la mano de obra en Baleares, lo que complica todavía más las posibilidades de ganar productividad, «salvo si se aplica la robotización de los servicios y se aumenta la cualificación de los trabajadores». Dos factores, asevera, que deberían traducirse en incrementos productivos «en cinco o diez años» si se articulan bien. Mientras eso no se produzca, será impensable pensar en mejoras salariales o reducciones de jornada, ya que eso «iría en contra de la competitividad». Y es optimista: para que eso suceda es necesario un gran pacto social y político, aunque si el consenso no llega «pasará de forma espontánea», ya que se trata de un tránsito inevitable que, en cualquier caso, convendría no postergar para no hacerlo más traumático.

De hecho, todo el trabajo del Pacto por la Sostenibilidad del Govern orbita en torno la productividad. La congestión en las carreteras o las playas saturadas son solo los síntomas, las consecuencias de un modelo de crecimiento económico obsoleto basado en el volumen -más turistas, más gasto, más cruceros...- y no en la eficiencia ni en la creación de valor añadido. Antoni Riera, director de Impulsa Balears y coordinador de los grupos de trabajo del Pacto por la Sostenibilidad, afirma que «productividad y prosperidad van de la mano». Así, «una economía puede crecer económicamente, pero necesita productividad porque es una pieza fundamental para el bienestar».

El problema es España es coyuntural, pero en Baleares es totalmente estructural. «Lo mires cómo lo mires el diagnóstico pone los pelos de punta», señala Riera para explicar que «crecemos porque hacemos un uso intensivo de recursos y factores de producción, pero tenemos que ser eficientes». En caso contrario, advierte, la alternativa es el colapso, único final posible para un crecimiento no sostenible. Esa eficiencia debe acompasarse con enfoques sostenibles e innovación y sofisticación de los procesos productivos. «El problema no es que falte mano de obra, porque va a llegar un momento en que no puedes añadir más».

Punto de vista
Josep Pons Fraga

Trasladar el PIB a la calidad de vida

Josep Pons Fraga

El gran problema estructural de la sociedad y la economía de Balears se llama baja productividad. Si no se afronta con medidas inmediatas y eficaces, nos empobreceremos cada vez más. Crecemos en volumen -cada año batimos nuevos récords de visitantes- pero no en calidad ni en valor añadido. El gran reto consiste en trasladar el crecimiento del PIB a la calidad de vida y al bienestar. A menor competitividad, menos renta per cápita, con efectos negativos para el trabajo digno, la creación de nuevo empleo y un desarrollo empresarial sostenible.

El apunte

El relevo generacional del sector del transporte se agota

El sector del transporte es uno de los que más se están quejando del problema de la falta de personal. Y una de las causas más evidentes es una mano de obra cada vez más envejecida que se está quedando sin relevo generacional. La gerente de la Federación Empresarial de Transporte (FEBT),Petra Mut, señala que «es verdad que la sensación es que nunca habíamos sido tan poco productivos siendo tantos». Se trata de una situación fácilmente constatable, ya que el transporte permite medir mejor la productividad que otras actividades.

La edad media es una de las más elevadas entre los sectores económicos de las Islas y las empresas no encuentran personal joven que pueda ocupar el hueco de todos los que se están retirando o van a hacerlo en los próximos años. Una de las cuestiones más acuciantes es que las autoescuelas dispongan de profesionales para formar y examinar a los que optan a los carnets específicos para llevar autocares y camiones de mercancías.

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