Un mes después de la trágica DANA en Valencia, el debate sobre los sistemas de alerta para salvar vidas sigue candente, mientras el Mediterráneo, con una anomalía de sus aguas entre 1 y 2 grados por encima de lo normal para las fechas, es como «un bidón de gasolina» y exige estar muy pendientes del tiempo.
Así lo explica a Efe el meteorólogo Francisco Martín, del servicio Meteored, quien ha advertido de los valores inusualmente altos que siguen manteniendo las aguas del Mediterráneo pese a la época del año, casi ya en invierno y tras las fuertes tormentas de las últimas semanas. «Me sorprende que las temperaturas sigan por encima de lo normal», ha asegurado el experto.
El Mediterráneo en sí mismo «no un peligro por esas temperaturas anormalmente altas todavía en estas fechas», pero habrá que estar pendientes por si llegara una borrasca o una DANA con impacto importante, aunque en estos momentos no se contempla. No obstante, la anomalía térmica persiste, las aguas siguen «relativamente altas» y eso obliga a estar muy pendientes del tiempo, ha asegurado. El Mediterráneo está caliente por la crisis climática tan particular en dicho mar y su capacidad de almacenar energía, ha explicado el meteorólogo.
Después de las fuertes tormentas de las últimas semanas, de las DANA de finales de octubre y mediados de noviembre por el Levante y sur peninsular, lo lógico es que el Mediterráneo estuviera más frio, ha explicado el meteorólogo. Las DANA suelen robar la energía de las aguas; es cierto que los valores térmicos del Mediterráneo no son de 28 ni 30 grados como a principios de agosto, pero existen zonas en estos momentos con temperaturas de 20 grados e incluso con 22. Ha explicado a modo ilustrativo, que la anomalía térmica del Mediterráneo lo convierte en una especie de «bidón de gasolina ante la puerta de una casa; no pasa nada por estar ahí, el problema surge si algún despistado tira una colilla encima; eso sería la borrasca, el mecanismo de disparo».
«Hoy por hoy no se prevé ningún mecanismo de disparo, ninguna cerilla ni antorcha que pueda afectar al Mediterráneo» pero hay que estar pendientes. «Es como si el Mediterráneo todavía tuviera almacenada energía que potencialmente se puede liberar», ha advertido.
¿Cuándo podría liberarse de su energía?
El Mediterráneo podría liberarse a nivel energético con alguna nueva «perturbación», dígase DANA, borrasca, frente, frío, flujo de Levante; de producirse podría ocurrir que «esa gasolina de primera en el Mediterráneo se pudiera disparar». Pero no todas las DANAS producen efectos tan dramáticos como la del 29 de octubre en Valencia, ha añadido.
Muchas de ellas pasan incluso desapercibidas por la población porque no son tan activas ni se colocan en zonas potencialmente de tanto impacto para las personas, ni tienen capacidad de interactuar con las aguas del Mediterráneo. «La intensidad depende del tipo de DANA y de su ubicación», ha explicado el meteorólogo. La dana del 29 de octubre se preveía potencialmente muy adversa días antes de su fuerte impacto; se sabía que era muy activa porque se iba a colocar en una zona muy peligrosa en el golfo de Cádiz, al norte de Marruecos.
El meteorólogo ha aprovechado por otra parte, para destacar la efectividad del actual sistema de alerta meteorológica temprana a la población ante fenómenos extremos meteorológicos. El problema con la DANA de Valencia no fue el sistema, sino que las alertas no llegaron a la población porque «no se supieron interpretar por los responsables que tenían que haber pulsado el botón de alerta a los móviles» de la población, ha advertido el meteorólogo.
El color rojo como señal de alerta forma parte de un sistema que funciona perfectamente a la hora de avisar de un peligro; todo el mundo sabe lo que significa un semáforo en rojo, una bandera en la playa de ese color... A quien le llega el rojo entiende el mensaje de forma «directa, instantánea»; la población vive en una cultura que sabe interpretar qué significa el rojo, ahora le tiene que llegar el mensaje a la gente para que sea efectivo, esa es la clave. Y el problema con la DANA de Valencia, es que a muchos no les llegó la alerta. «Algo falló en la cadena de transmisión de la alerta», ha concluido el experto.