En Baleares hay cerca de 5.000 personas con enfermedad celiaca diagnosticada pero se estima que el número de afectados se acerca a los 25.000 y que la mayoría, dos terceras partes, son mujeres.
Dos de cada diez afectados que no saben que tienen esta patología autoinmune, el infradiagnóstico es del 82 %.
Desde la Asociación de Celiacos de les Illes Balears (ACIB) insisten, por ello, en que es necesario mejorar los protocolos para realizar un diagnóstico precoz y mejorar la calidad de vida de los enfermos.
Piden que en Atención Primaria «se tenga en cuenta la posibilidad de enfermedad celíaca y se hagan las pruebas necesarias de forma paralela a otras posibles sospechas de patologías que comparten síntomas», reclaman.
Mireia Borrás, farmacéutica y nutricionista de la ACIB, explica que diagnosticar la enfermedad en ocasiones es complicado porque «hay casos que son asintomáticos y no se detectan hasta la edad adulta».
Cuando se manifiesta lo hace con una sintomatología muy variada a nivel digestivo, también con dermatitis, cefaleas, talle bajo en niños, irritabilidad…
Ante esta realidad, y con motivo del Día de la Enfermedad Celiaca, la entidad ha convocado una sesión formativa en Son Espases, el próximo 23 de mayo. Bajo el título Diagnóstico y seguimiento avanzados en celiaquía el curso, que será impartida por especialistas, «va dirigido a médicos para impulsar el diagnóstico precoz en las consultas», explica Borrás, que también intervendrá en la jornada.
Seguridad alimentaria
Mejorar la seguridad alimentaria e integración social de las personas celiacas es otro de los principales objetivos de la ACIB. «Los enfermos tienen derecho a disfrutar de la oferta de ocio que ofrecen las instituciones públicas y la empresa privadas. Que puedan consumir alimentos y bebidas fuera de casa con total seguridad», expresa.
Por ello, llevan años dando cursos de formación gratuitos en comedores escolares y establecimientos de restauración a los que otorgan un sello oficial que renuevan de forma anual y que ya ha acreditado a 169 locales de las Islas que cumplen con los protocolos adecuados. «No se trata sólo de dar comida sin gluten, sino de evitar la contaminación cruzada en la elaboración de los alimentos», explica.
Sus formaciones ayudan también a diferenciar entre lo que es una moda, una alergia al trigo, una sensibilidad al gluten y una enfermedad de celiaquía.
Respecto a la modas de no comer gluten, la nutricionista dice que es un problema porque «estas tendencias acaban desensibilizando a restauradores y a la población, que no da el verdadero valor a los afectados».
Borrás insiste en la necesidad de contar con una legislación que garantice la seguridad, desde el etiquetado, hasta la obligatoriedad del cumplimiento de normas de seguridad alimentaria.
Asimismo, recuerda el alto coste que tiene la enfermedad, cuyo único tratamiento es la retirada total del gluten de la dieta y una adaptación de menús que conllevan un incremento anual de gasto que puede llegar a 1.200 euros.
En este sentido, recomienda a las familias asistir a los talleres de cocina de la ACIB. «No hace falta recurrir a los ultraprocesados sin gluten, hay recetas a base de verduras, frutas y proteínas muy saludables y más económicas».
Cinco años estuve dando vueltas con mi hija por todos los sitios posibles para que al final le diagnosticasen "sensibilidad al gluten". Y más de 1500 euros en pruebas privadas. Sin ellas ni siquiera tendría el diagnóstico. Muy mal la sanidad pública y encima todo cuesta un pastizal en los alimentos. Este país es un desastre salvo que te llames Koldo o Ábalos.