Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Southampton (Reino Unido) y varios institutos de investigación en Francia presume de haber descubierto el misterio de cómo se forman las minidunas de arena en las playas y los desiertos del mundo, mediante el escaneo con láser de alta resolución.
«Estos son el tipo de lechos de arena de menor escala que la gente vería formarse ante sus ojos en la playa antes de que el viento se detengan o las olas los arrastren», explica su director Jo Nield.
Los datos de alta resolución obtenidos han servido para crear un modelo informático de la dinámica dunar que reproduce con precisión lo que los investigadores observaron en sus estudios de campo, tanto en condiciones áridas (Namibia) como en condiciones húmedas (Colorado y Norfolk). Ahora investigan cómo se forman las minidunas de Marte.
¿Se forman los sistemas dunares de Baleares de la misma manera que en otros lugares del globo o incluso en el planeta rojo? ¿Qué sabemos de ellos? ¿Cuál es su estado de salud? Los geógrafos Guillem Xavier Pons y Miquel Mir, nos ayudan a despejar estas dudas a la vez que advierten de la necesidad de conservar esos sistemas para combatir los efectos del cambio climático. «Los temporales cada vez son más frecuentes y virulentos y crece el número de exiliados climáticos; la mayoría de ellos proceden de la costa», explica Miquel Mir, doctor en Geografía contratado por el Ministerio de Ciència como técnico de investigación en el centro RiscBal-UIB.
En estos momentos Mir trabaja en la generación de información continua científica y académica sobre los riesgos costeros en Baleares. El Instituto de Riesgos Naturales ya ha documentado los riesgos que representan los torrentes sobre las zonas inundables de las Islas y ha desarrollado una app de alertas para evitar que episodios como el de Sant Llorenç, que se cobró 13 vidas en 2018 se repitan. Ahora el trabajo de Mir pone el foco en los sistemas costeros con la misma mirada científica para conocer la vulnerabilidad y prevenir en la medida de lo posible futuros daños sobre esos hábitats y las personas que viven en ellos.
«Aquí en Baleares, igual que en el resto del mundo, la tendencia de las playas arenosas es erosiva, estamos perdiendo superficie de playa», explica el investigador. «Esa erosión se produce por diferentes motivos, de una parte por las propias hidrodinámicas, pero también por los episodios extremos cada vez más recurrentes y por la destrucción total de muchos sistemas dunares a manos de los humanos», explica.
Para medir la vulnerabilidad de nuestras costas basta echar un vistazo a la hemeroteca de los últimos años. El temporal Gloria barrió en 2020 los sistemas dunares de Cala Millor, una de las muchas zonas de Mallorca en la que ya no existe un reservorio de arena porque fue remplazado por construcciones y hoteles a partir de los años sesenta.
Tras el paso de la borrasca el Consorcio de Turismo reclamó una regeneración artificial, como la que se hizo en las playas de Can Picafort tras el temporal de 2001. Esta vez no llegó a hacerse. La dinámica de la playa facilitó su recuperación al cabo de unos meses de forma natural.
«La regeneración artificial de playas en la mayoría de casos se ha demostrado que no es una solución, es cara, no es natural y no asegura una mejora sobre el sistema. Aquí lo aprendimos con la regeneración de la playa de Can Picafort. Antes de tomar cualquier decisión hay que entender cómo funciona el sistema duna playa. En Baleares hemos hablado mucho de playas y poco de dunas y las actuaciones que se han adoptado durante décadas se han hecho con criterios económicos y no ambientales. Por eso es importantísimo hablar de los riesgos costeros», reflexiona Mir.
La costa es un espacio de amortiguamiento de los fenómenos meteorológicos extremos. Si en algo coinciden los científicos es en que los sistemas dunares son un espacio que amortigua los acontecimientos extremos de forma que un temporal provoca muchos más daños sobre una costa urbana que sobre una natural. Esta última tiene además una capacidad natural de recuperación, porque dispone de un reservorio de arena. Es algo en lo que coincide la comunidad científica. «Se han de hacer esfuerzos en conservación y retención de arena. Los sistemas mejor preparados frente al cambio climático son los que tienen una pradera de posidónia y un sistema dunar bien conservado», dice Guillem Xavier Pons, profesor de Geografía de la UIB.
«Cuando uno habla de los sistemas dunares no los desliga de otras piezas del puzle, están vinculados a una playa, a un sistema dunar posterior y el entorno del Mediterráneo, con procesos de formación de esta arena en las praderas de posidonia. En las playas de Baleares a veces esa trilogía no funciona bien, porque las praderas no están bien o porque hay un paseo marítimo que impide la formación de dunas después de la playa, faltan elementos», relata.
Para entender como funciona, volvamos al inicio, ¿Cómo se forman las dunas de Baleares? «La formación de dunas nace con las llamadas dunas shadow, la arena tiene un recorrido, se mueve con el viento hasta que encuentra un obstáculo, ya sea una piedra o vegetación asociada y es entonces cuando pierde energía y cae. Aparece así un cúmulo de arena detrás de este obstáculo», explica el profesor. Las praderas de posidonia tienen un papel clave: «Hay compañeros que calculan que la producción de arena de un metro cuadrado de posidonia es de 65 gramos. Puede parecer insignificante, pero multiplicado por los 650 kilómetros de costa son 42.000 toneladas de arena. No podemos dejar perder esa oportunidad, por eso es importante que las praderas estén en buen estado de conservación», reflexiona.
«Lo ideal sería que la posidonia no se retirara nunca de las playas. Uno va al bosque y no se queja de que hay hojas debajo de los árboles y vamos a quitarlas. Si viéramos a alguien barriendo debajo de un árbol nos parecería un idiota pero nosotros lo hacemos en el mar», explica Guillem Pons. «Sabemos que la posidonia está amenazada por las anclas y por los vertidos de los emisarios que crean una turbidez que no le deja hacer la fotosíntesis. Pero es que incluso una vez muerta la posidonia también es una barrera. Tendría que estar en la playa porque es una auténtica protección frente a los temporales. No sabemos cuántas tempestades va a haber en el futuro, su orientación, o cuantos días durarán, pero sabemos que si se dan esos temporales habrá playas que estarán mejor preparadas que otras y las urbanas serán las que sufrirán sus peores efectos», concluye.
Ladrón de GuevaraNo, el mes que viene vamos a morir todos, yo tendría que llevar 30 años muerto con lo de la capa de ozono, hajajjajaja