El doctor Miquel Aguiló, farmacéutico comunitario experto en tabaquismo y coordinador del grupo de tabaquismo en el Col·legi Oficial de Farmacèutics (Cofib), valora positivamente las novedades anunciadas por el Gobierno central en la futura Ley Antitabaco.
Considera que es un primer paso ampliar los espacios libres de humo a las terrazas de hostelería, a los vehículos de uso laboral, a los patios de los institutos y campus universitarios, a instalaciones deportivas, piscinas de uso colectivo, marquesinas de los autobuses y exteriores de las salas de fiesta, tal y como han anunciado recientemente.
«Desde las diferentes sociedades científicas hace mucho tiempo que estamos solicitando que se amplíen los espacios sin humo pero creo que hay que ser mucho más ambiciosos y prohibir fumar en todos los espacios públicos y en los vehículos particulares también», reclama.
Con motivo del Día Mundial sin tabaco, que se celebra este sábado 31 de mayo, Aguiló, recuerda que el tabaquismo es la primera causa de muerte evitable, con 50.000 muertes anuales en nuestro país e insiste en que las medidas tienen que ser mucho más contundentes y, además de aumentar la prohibición de fumar en cualquier espacio público, considera que la situación mejoraría con otras acciones como «subir el precio del tabaco, obligar a los empaquetados neutros, controlar, e incluso prohibir, los productos alternativos y facilitar el acceso a todos los fármacos seguros y efectivos a los fumadores, suprimiendo los restrictivos criterios de financiación que son absurdos y no tienen ninguna evidencia científica», incide.
Más recursos
Miquel Aguiló defiende que no se puede escatimar en esfuerzos en este sentido. «El 25 % de la población es fumadora y en estos momentos solamente se trata un 4 % de las personas, cuando los estudios nos dicen que hasta un 70 % de los fumadores querrían dejar de fumar si se les facilitara», añade.
Por ello, considera que no se están destinando los recursos suficientes, «no hay unidades de tabaquismo, ni una especialidad en tabaquismo en ninguna de las carreras sanitarias, en medicina, enfermería, farmacia o psicología», subraya.
Recuerda, por otro lado, que en Baleares existe un programa de cesación tabáquica en los centros de salud y en las 36 farmacias adheridas en las que, como la que él regenta, tienen un servicio profesional de tabaquismo.
«Desarrollamos intervención avanzada, hacemos seguimiento y una atención directa al paciente. El éxito del tratamiento del tabaquismo está en la combinación del tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico cognitivo-conductual», explica y por ello, insiste en la demanda que comparten todas las sociedades científicas de financiar los tratamientos a todos los fumadores y permitir la prescripción a los farmacéuticos.
El fumar es un acto totalmente voluntario al que nadie se ve obligado. Pasa lo mismo con el alcohol o las drogas. La información sobre los mortales peligros de esas adicciones es hiper abundante y exhaustiva desde hace mucho tiempo. Nadie en absoluto puede alegar hoy en día que desconoce sus efectos. De modo que, los que ingieren o se fuman esas sustancias nocivas, lo hacen con total conocimiento de causa y bajo su única responsabilidad. En base a estas premisas, la Sanidad Pública no debería destinar recursos especiales para atender a esos adictos viciosos. Antes que gastar esos recursos en eso, podrían destinarlos a muchas otras cuestiones como por ejemplo los colirios oculares o lágrimas, que tantísima gente necesita utilizar a diario, que son bastante caros y no están cubiertos por la Seguridad Social, porque eso sí que son enfermedades. Los adicciones en cambio, no son enfermedades, son simples vicios que la gente se busca por propia voluntad. Pues igual que lo empiezan, que lo terminen por sus propios medios. Y si no, ajo y agua. No es mi problema.