La okupación por parte de un grupo de jóvenes de origen norteafricano de un antiguo vivero de langostas en la zona costera de El Peñón, en el barrio palmesano del Coll d'en Rabassa, lleva meses siendo foco de preocupación, inquietud y denuncia por parte de vecinos, residentes y comerciantes de ese punto del litoral de Ciutat, cuya indignación crece de forma paralela a los días que acumulan en el interior de aquella construcción. La presencia de estas personas se ha prolongado en el tiempo y con ello, la degradación de un espacio que han hecho suyo e incluso llegaron a sellar con una cerradura para impedir el acceso al edificio superior, la zona residencial.
Pese a que ellos se han desvinculado de las acusaciones de robos a turistas o vecinos, el sentimiento de malestar crece entre quienes diariamente o de manera constante soportan ruidos, molestias u observan cómo siguen conectados a la red eléctrica, pese a su situación de ilegalidad en el espacio que sigue manteniendo el recuerdo de lo que fue Pescados Miró. De hecho, una pequeña luz sigue encendida durante la mañana y al caer la noche llama más la atención su presencia.
Porque, además del espacio interior y residencial de la planta superior, en el que podrían residir cerca de una decena de personas, según refieren los vecinos de la zona (que en ocasiones han visto a más en el interior del edificio), han habilitado la amplia terraza como espacio común. Un solárium en el que han instalado sillas, mesas, sombrillas, hamacas e incluso una llamativa tortuga hinchable y una bandera de España que, algunos residentes, entienden como una provocación.
Como las publicaciones que, desde el interior del recinto, se han realizado a través de redes sociales como TikTok en las que hacen alarde de su presencia allí. En un lugar con vistas al mar, en un entorno único y privilegiado, pese al estado de ruina de la construcción, los okupas se han convertido en una parte del paisaje que, pese a las visitas de las fuerzas de seguridad en diferentes ocasiones, sigue generando tensión en El Peñón y su entorno, más en un momento de alta presencia de turistas y residentes en la playa y las zonas próximas.
La inacción a la hora de tomar medidas contra este grupo de okupas, a los que se relaciona con aparcacoches que realizan su labor desde Can Pere Antoni y el Portixol hasta Can Pastilla en diferentes escenarios, es otro factor que irrita a los vecinos del Coll y otras áreas próximas como Cala Gamba, que llevan demasiado tiempo observando esta amenaza y esa presencia como un foco de tensión que podría estallar en cualquier momento.
La presencia de okupas y de jóvenes de procedencia norteafricana en la barriada del Coll d'en Rabassa ha provocado diferentes movimientos por parte de vecinos, que han trasladado la inseguridad que genera su presencia, además de denunciar intentos de okupación de locales o viviendas y de robos de vehículos y en establecimientos comerciales o a residentes de la zona. Todo ello ha situado a ese antiguo vivero de langostas de El Peñón en el punto de mira, sin encontrarse una solución a corto plazo, mientras los okupas disfrutan de una ubicación exclusiva, con vistas al mar.
La suciedad, eso sí, además de la dejadez y la falta de mantenimiento de algunos elementos, como las ventanas o cristales, rotos en algunos casos, forman también parte de la postal de ese viejo edificio okupado en la actualidad, en el que un tendedero o un pequeño espacio para cocinar se suman a la estampa idílica frente al Mediterráneo. El sueño de muchas personas, a coste cero para estos okupas.
PiolínQue cortito eres campeon😂