«Los aranceles de Trump no son irracionales, la cuestión es a quién benefician y a qué sectores de Estados Unidos». Antonio de Lecea, ex vice-embajador económico de la Unión Europea en los Estados Unidos y que ha ocupado varios cargos en la Comisión, diseccionó este miércoles en Palma la política arancelaria impuesta por la administración de EE.UU. de la mano del Grup Balear del Capítol Espanyol del Club de Roma, en un acto presentado por José Francisco Conrado y el catedrático emérito de la UIB, Llorenç Huguet.
Explicó que, a corto plazo políticamente pueden resultar rentables para la administración americana, en parte porque los efectos aún no se han trasladado con todo su peso a la población estadounidense. «Tarda en notarse desde que se implantan. Las empresas habían hecho acopio antes y es lo que se vende ahora, aunque repercutan algo en los precios. Pero cuando tenga que haber un nuevo pedido, ahí sí que se tendrá que pagar y los precios aumentarán».
Sobre la respuesta europea y la imagen de la presidenta de la Comisión casi rendida ante Trump, de Lecea señaló: «No me dejó contento. Al día siguiente, el vicepresidente de la Comisión, Antonio Costa, explicó que, además de una negociación comercial era un acuerdo en torno a Ucrania y a la OTAN. Una escalada de aranceles nos hubiera perjudicado a nosotros mismos así que, aunque no me contentó, hasta cierto punto, lo entiendo».
Insistió en el peso que ha tenido en la respuesta de la Unión la guerra y la preocupación por la defensa militar. «Complica mucho la cosa y explica la reacción ante esta embestida». Sin embargo defiende que «Europa tiene bazas». Apunta a un gran mercado con 450 millones de personas, con una renta alta y elevado nivel de educación. «No va a ser fácil, aunque se puede salir a flote con dificultades», reflexiona sobre la situación internacional. La receta que da Antonio de Lecea pasa, en primer lugar por «afianzar el mercado interno» de los socios comunitarios que, pese a los avances de las últimas décadas aún tiene cosas por hacer. El segundo elemento pasaría porque las autoridades de la Unión empleen herramientas de las que la disponen para «aplicarlas a rajatabla a empresas de la fuera de la Unión». Lo mismo que se limitan las ayudas de estados a las empresas en el interior, vigilar los subsidios de gobiernos extranjeros hacia sus propios productos y castigarlo para «equilibrar la balanza» entre las manufacturas producidas en la Unión con la de otros países que aplican normativas más laxas en diferentes ámbitos y distorsionan la competencia.
Una tercera tarea pendiente es arreglar la dependencia militar respecto a Estados Unidos. Eso implica aumentar el gasto y reforzar la colaboración entre los diferentes países. También indica que existe una vinculación excesiva en lo comercial sobre este país y también con China, como lugares donde se vende lo que produce Europa. «Hay que depender menos y colaborar con otros países». Pone como ejemplo las naciones del Sudeste Asiático o los países latinoamericanos. «La parte de la demanda exterior que ahora no tendremos por los aranceles la podemos compensar en otros mercados», sugiere.