Aquello que debería haberse convertido en una experiencia compartida más entre cazador y mascota; se convirtió en la peor de sus pesadillas. Un final trágico para 27 de los 36 perros que murieron en el interior de la bodega de un barco que realizaba el trayecto desde Barcelona a Mallorca. Les quedaba un paso para volver a casa; pero no lograron hacerlo vivos. Veintisiete víctimas mortales y nueve animales semiinconscientes es el resultado de la tragedia animal reciente más importante ocurrida en Baleares.
Una semana después, los interrogantes continúan exactamente en el mismo lugar en el que aparecieron al inicio: ¿Quién fue el responsable? ¿Por qué murieron? ¿Cómo ocurrió? El Seprona de la Guardia Civil, encargado de la investigación, continúa con sus diligencias al respecto pero nada ha trascendido sobre la posible negligencia que se llevó por delante la vida de los 27 perros. Un fallo técnico, una combinación de malas decisiones; son muchos los elementos que podrían influir en la resolución de este caso; pero hasta el momento, sólo la pesada y profunda sombra de la tristeza por lo ocurrido, embarga al sector cinegético balear. Tanto, que incluso desde la Federació Balear de Caça se ha cancelado el Campeonato Balear de Caza Menor con Perro que se celebraba este mismo fin de semana, «como muestra de solidaridad y respeto ante la trágica pérdida sufrida recientemente por parte de nuestros compañeros cazadores».
Un nutrido grupo de ellos había viajado a Lituania para participar en unas jornadas de adiestramiento junto a sus animales. Siete miembros de la misma expedición, habían decidido viajar junto a sus 27 perros de caza en un remolque propio. Así lo hicieron durante todo el viaje hasta que, durante la vuelta, sufrieron una avería en Francia. No pudieron continuar con su remolque. En ese momento, contactaron con la empresa WeTravelHome, con la que ya contaban alguno de sus compañeros viajeros, pensando que sería la mejor forma posible de trasladar a sus animales con garantías de vuelta a Mallorca. Todo funcionó a la perfección, hasta el último tramo.
El responsable de los animales por parte de la empresa había pasado quince días con ellos durante el viaje, no hubo problema alguno bajo su supervisión y los canes recorrieron cómodamente miles de kilómetros en la furgoneta adaptada para ellos, consistente en múltiples cubículos individuales y un sistema de refrigeración necesario para su supervivencia. En el puerto de Barcelona, y tal y como explican los propios cazadores afectados, el responsable decidió delegar en su hijo el cuidado de los perros en el tramo final del viaje. Las últimas seis horas del recorrido.
Los animales, en el interior de sus compartimentos y dentro de la furgoneta, fueron situados en la bodega del barco, ubicados por la propia naviera. Los canes ya se habían despedido de sus dueños. En ese punto, sólo el responsable de la empresa podría bajar al aparcamiento para verles durante el viaje. Nadie sabe aún qué ocurrió. Pero, de madrugada, cuando los cazadores bajaron para recogerlos, se encontraron con una imagen, cuánto menos, dantesca. Nueve perros respiraban con dificultad y casi habían perdido la conciencia, a los otros veintisiete, ya no les latía el corazón.
Empapados en dolor, los cazadores sacaron a sus animales de las jaulas y dieron aviso a los empleados de la naviera para que éstos avisaran a la Guardia Civil. Según su testimonio, el encargado de los animales no les ofreció apoyo ni intervino en la demanda de ayuda. No fue hasta mucho después, cuando la empresa, WeTravelHome, expresó oficialmente su duelo y aseguró estar «destrozados» por lo ocurrido.
Un equipo de Natura Parc formado por tres personas acudió para gestionar los cuerpos sin vida de los animales y el veterinario realizó una primera aproximación a su estado. Los 27 cuerpos yacían en la entrada del vehículo. 20 de ellos fueron incinerados esa misma tarde, 7 se reservaron en el congelador de la fundación a la espera de la necropsia que determinaría la causa de su muerte.
Aunque todo apunta a la asfixia, la hipertermia aguda también podría ser la clave del fallecimiento, o incluso una combinación de los dos que provocara que los animales no tuvieran ventilación, ni oxígeno, ni refrigeración suficiente. De hecho, los agentes de la Benemérita analizan si pudo tener lugar una posible negligencia, ya que la furgoneta cuenta con sistemas propios que incluso pueden enchufarse a otros lugares si el motor del vehículo está apagado.
¿Debía haber dejado el trabajador las puertas posteriores abiertas? ¿Olvidó encender el sistema? ¿Se produjo un fallo técnico del que nadie tuvo conciencia hasta que fue demasiado tarde? Según explica la empresa de transporte de seres vivos implicada, su trabajador «bajó en varias ocasiones» a la bodega para ver a los perros. Lo hizo acompañado por empleados de la naviera, tal y como indica la normativa. La Guardia Civil aún no ha confirmado que esto sea cierto. Y si lo fue, en qué horas lo llevó a cabo. Sobre todo, porque lo curioso es que nadie vio nada. No ocurrió nada. Nada se supo hasta que los cazadores recogieron a sus animales y se encontraron con la tragedia.
Algunos de los animales que sobrevivieron, continúan, a día de hoy, ingresados o con secuelas por lo vivido. Las necropsias que determinarán la causa oficial del fallecimiento, siguen sin hacerse. La Guardia Civil ha interrogado a todos los implicados y continúa avanzando en sus pesquisas. Los animalistas cargan contra la Ley de Protección Animal y la exclusión que se hizo en ella de los perros de caza que continúan con la desprotección de seguir siendo tratados como objetos. No por sus dueños, que todavía lloran la pérdida de todos ellos, de gran valor tanto económico como emocional. Sus compañeros de viaje. Esperan ávidos las respuestas que arrojen luz sobre el terrible trayecto que se ha convertido en el peor de sus vidas y en el último junto a sus canes.
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