El atleta alaiorenc, Rafel Quintana, se erigió en el vencedor absoluto de la II Cursa de la Dona, cuya indiscutible triunfadora resultó la exposición solidaria del pueblo mahonés y menorquín en la lucha contra el cáncer; la prueba, organizada a beneficio de Aspanob y Alba para tal fin, registró una extraordinaria participación, oscilando los 800 inscritos y superando las expectativas más optimistas, incluidas las de la propia alcaldesa de Maó, Àgueda Reynés –que también se atavió de corto y zapatillas–, quien en los prolegómenos de la cita aludió convencida a que la cifra de un año atrás –sobre el medio millar– sería ampliamente superada.
Así se dio en una jornada que trasciende a ser una de las mayores manifestaciones atléticas que la Isla ha contemplado. Además, a diferencia de la edición de un año atrás, la meteorología acompañó –la amenaza de lluvia quedó en eso–, la rúbrica idónea para una rada mahonesa que presentó un aspecto digno de mención.
El rosa, convertido en el color de la lucha contra el cáncer, y a propuesta de la organización, prevaleció con holgura en los centenares de corredores de todas las edades, desde 2 años hasta 83, que tomaron parte en la prueba, fragmentada en un total de 21 categorías, de baby a veteranos +65, y con un doble recorrido, de 2.8 y 7.6 kilómetros respectivamente, al margen de los trazados adaptados a las categorías menores, cubierto al completo a orillas del mar mahonés con salida y meta en el Parc de la Rochina.
Quintana se impuso en la prueba absoluta masculina y en M30, invirtiendo un crono de 24'44'', mientras que Núria Sbert, que fuera tercera en el reciente Extreme Man de Fornells, lo hizo en féminas (y en F35), para un minutaje de 33'48'' –25 en la general. Pilar Gomila, de 83 años de edad, y Lidia Cardona, de 76 –ambas de aspecto fabuloso–, sobresalieron como las dos corredoras más veteranas de una cita en la que no hubo derrotados y sí un triunfo absoluto; el de la solidaridad de la Isla contra la plaga del siglo XXI.