El deporte y la sociedad insular escenificaron ayer su rostro más humano y solidario en la I Cursa del Toro, promovida para recaudar fondos que contribuyan a financiar un costoso estudio para combatir la Osteogénesis Imperfecta (OI), la coloquialmente denominada enfermedad de huesos de cristal, de la que está afectada la niña mahonesa Martina Gomila Riva (en la Isla se contabilizan, conocidos, otro par de casos).
Sus padres, Àngel y Eva, junto a los atletas Raül Riudavets y Josep Garriga, y el doctor Claudio Triay, instigaron una prueba que captó el corazón de la Isla como jamás ésta advirtió, con un registro de participación sobre las 1.200 personas que tomaron parte en los tres circuitos de carrera habilitados –niños, polular y general– en torno al pico insular más pronunciado.
Un guarismo que pudo y debió ser superior en virtud de la intención de la población –volcada– pero razones de seguridad obligaron a limitar la inscripción en la referida cifra. Desde runners de primer nivel insular, deportistas, políticos, hasta niños, padres y mayores (incluso varias generaciones de una misma familia compartieron asfalto) dieron contenido a una manifestación que trascendió muy por encima del ámbito estrictamente deportivo.
A primera hora de la tarde de ayer, y hasta entrada la noche, la Plaça Pare Camps de Es Mercadal, centro neurálgico de la prueba, dio cabida a una marea humana que asimismo disfrutó de las distintas actividades articuladas en paralelo a la carrera (que en global arrojaron una recaudación superior a los 10.000 euros, si bien la organización no pudo anoche precisar la cantidad exacta), la cual irá íntegramente destinada a financiar el estudio para dar con el fármaco que venza o mitigue los efectos de la OI.
No hubo crono, ni marcas a computar, tampoco ganadores ni derrotados, y únicamente un vencedor: La solidaridad, la que merecen Martina y su familia y todos los afectados por algún tipo de enfermedad.