La meta, como siempre, fue un lugar lleno de lágrimas, emoción y liberación. La medalla de plata, premio a una dura aventura. Eso es lo que pudieron vivir en primera persona estos pasados días la tripleta de valientes menorquinas, Mariana Rotger, Belén Vivó y Myriam Traid, quienes partieron al desierto de Wadi Rum a intentar completar la dura MDS Jordania 2024– el mismo concepto que la conocida Marathon des Sables– como retos personales e individuales y que, además de cumplir con creces sus propios desafíos, han regresado a Menorca con una medalla de plata femenina en su categoría.
Tras una auténtica batalla de autosuficiencia en la que tuvieron que recorrer 100 duros kilómetros en apenas tres días, las tres insulares se plantaban en la meta del desierto de Jordania, entre abrazos y mucha emoción. Y no era para menos. Las alumnas del NW Camina con Elena, a quien agradecen haberlas preparado tanto física como mentalmente, finalizaban en el desierto de Wadi Rum segundas, a apenas 40 minutos de las flamantes vencedoras y, eso sí, a cinco horas del equipo que se colgó el bronce. «No está nada mal para ser una carrera de ‘runners’ y nosotras siendo caminadoras», bromeaba orgullosa Myriam Traid, en nombre también de Belén Vivó y Mariana Rotger. Felices en una MDS Jordania 2024 en la que apenas eran seis colectivos españoles en la cita y cuatro atraparon podio, «un éxito rotundo». Las tres menorquinas regresan de Jordania tras vivir una experiencia, «muy enriquecedora, todo el mundo es muy solidario y se crea un clima muy agradable entre todos los participantes. Nuestro rinconcito de ‘vivac’ lo formábamos nosotras, dos catalanes y un madrileño. Es muy curioso porque en tan pocos días nace una amistad y un cariño especial que seguro no se romperá», expresa.
Momentos de dudas
En definitiva, «muy bien. La primera etapa de las tres fue muy dura, con mucha arena ‘soft’ que la llaman, tipo la de Son Bou. 28 kilómetros y 1000m de desnivel y con nueve kilos de mochila», recuerda Traid, viendo como «la mayoría de gente no podía correr. Al acabar la primera etapa llegamos a plantearnos cambiar la distancia de 100 a 70 kilómetros pero finalmente decidimos no hacerlo... Estábamos muy desanimadas y muy cansadas pero al día siguiente, ya con más energía, ya no lo vimos tan mal y no, no perdíamos nada; lo haríamos con el tiempo necesario y punto, sin prisa pero sin pausa», relata Traid. Además, nos repetíamos: ‘Hemos venido a jugar, pues jugamos’. Y sí, la segunda etapa fue mejor que la primera. Pese a hacer 40 kilómetros, cogimos el ‘truquillo’ a la arena y como nosotras somos caminadoras y no corredoras, nuestro ritmo era muy constante, lo que ayudó a poder ser segundas». Ya la etapa final, «fue muy divertida, controlando el tema ‘sables’; cada una hizo su carrera a su ritmo, disfrutando y mucho y con unos paisajes realmente increíbles», exclamaba la ciutadellenca, siempre en nombre de las tres y ya descansando en la Isla.
El apunte
Un desierto de un «95% con la arena blanda» en Wadi Rum
Como caminadoras que son las tres deportistas y especialistas en la marcha nórdica, explicaba ayer a este diario Triay las características de dónde han competido esta semana pasada. Según la ciutadellenca, «se trata de un tipo de desierto que, comparado al de Marruecos, es mucho más duro el marroquí. Allí las dunas son de arena dura y más corredoras y, en cambio, en Jordania, se trata del 95 por ciento de desierto que hicimos nosotras y que nos encontramos con arena blanda», analiza la corredora.