Mal día para jugar en el Palau. El Menorca Bàsquet ofreció su peor derrota desde que campea por ACB, con una imagen que dejó que desear en algunos momentos hasta completar una rendición incondicional ante el rey del baloncesto europeo. La peor en esta y en otras temporadas. También es cierto que enfrente se encontró un equipo que, bien llevado, puede marcar un antes y un después en la historia del baloncesto. El Regal Barça fue brutalmente mejor. A partir de aquí, todo lo demás sobra. La butifarra se impuso a la sobrasada y los millones, a la ilusión y todo lo que envuelve al equipo de Olmos en su aventura entre los más grandes. Ni el Barça ganará la Liga gracias a esta victoria ni el Menorca, ganando, hubiera garantizado la permanencia (84-44). Borrón y cuenta nueva.
Para coronar una cumbre se deben cubrir una serie de etapas. Para ganar en el Palau Blaugrana, tres cuartos de lo mismo. El Menorca se presentó en el fortín catalán con Limonad, Ciorciari, Donaldson, Victor y Caio, en lugar del desdibujado Radenovic, para tratar de plantar cara al todopoderoso azulgrana. Se topó el equipo local con un camino de fácil acceso en la pintura menorquina por lo que a base de calidad, mayor intensidad que los menorquinistas, y una buena circulación de balón tuvo el 7-2 inicial que se volvió por arte de Mickael, en el 14-5 que obligó a Paco Olmos a solicitar tiempo muerto.
El Menorca no estaba jugando mal, lo que pasa es que el Barça no es rival para los modestos. Reaccionó mínimamente el equipo menorquín con un 0-4 (14-9) pero Terence Morris devolvió la normalidad en un plis con un 9-0 (23-9). A estas alturas Pasqual ya había puesto en pista a Rubio, Navarro y Vázquez, que comenzaron el partido en el banquillo. El trance del primer acto se cerró con un 25-13 que, visto lo visto, era la mejor noticia.
El segundo cuarto sirvió para que el Barça asentara su juego. Era superior en los dos aros, con más centímetros y más calidad. Rápidamente dobló el Regal al Menorca (30-15) que vio cómo a los 5:07 el Barça estaba a más de 20 puntos (38-16). Nuevo tiempo muerto para Olmos que veía pasar, desde una posición privilegiada, el vendaval azulgrana. Rubio era mejor que Servera, Navarro, a medio gas, más de lo mismo aunque algo fallón desde el perímetro, y el Menorca, perdido en el rebote. Total, que a 2:48 para el descanso la sangría era escalofriante 42-18.
Pascual optaba por no arriesgar con las joyas de la corona. Daba descanso al unísono para Rubio y Navarro y el Barça sufría una pequeña pájara, 42-24, que Servera aprovechaba para marcarse un triplazo sobre la bocina y desde mitad del campo para ilusionar y reanimar a la jauría de gargantas menorquinas desperdigadas por la grada (42-27).
El Barça, llamado a ser el campeón de todo lo que juegue, le recordó al Menorca quién era. Parcial de salida de 16-1 en la reanudación que evidenciaba la diferencia entre equipos. Mickael, con 10 puntos en este cuarto, ajustició al Menorca, que no encontraba remedio a la superioridad local. Poco podía hacer Olmos al respecto, y buena prueba de ello fue que no solicitó ningún tiempo muerto, ni Pasqual tampoco. 69-35 y el epílogo en marcha.
El pobrísimo bagaje ofensivo del Menorca, que a falta del último cuarto sólo había sumado 35 puntos, no destacaba tanto porque el Barça, más por fallos propios que por otra cosa, se sostenía en la sesentena de puntos. Fue un trámite sin más. El Menorca está a años luz de este Barça, que afrontó el tramo final del encuentro repartiendo minutos a los menos habituales y reservando a sus estrellas para compromisos de más envergadura. Los locales flirtearon con los + 40 de diferencia y el Menorca que recibió un baño de realismo demasiado duro para su afición.