El domingo que viene alza el telón la Primera Balear masculina, reimplantada en su formato interislas después de un año sin disputa (el curso anterior definió campeón autonómico por medio de una F4, antecedida por las respectivas ligas locales, en la que triunfó el Sant Lluís).
La crisis económica, la ausencia de suficientes jugadores de nivel para la categoría, el poco estímulo que la naturaleza del torneo proyectó después del exuberante ciclo LEB-ACB disfrutado en la 'Roqueta', la indolencia manifiesta de la mayoría de clubes mallorquines o el nulo interés mostrado desde Eivissa, en alusión a los más determinantes, fueron los motivos de una interrupción ciertamente gravosa y que ejerció para desnudar el difícil estado en que dormita el basket en 'Ses Illes' en lo que atañe a primeros equipos.
La imposibilidad de gestar durante el verano previo el subgrupo balear de EBA ha derivado en el definitivo 'rescate' de una liga que, fuera ya bajo la denominación de Tercera División en los 80' o posteriormente como Primera Balear, ya incursionados los 90', nunca ha conseguido un pleno afianzamiento.
Se trata de un regreso a ese pasado vacilante, de difícil y no alcanzada consolidación de la categoría, indistintamente a la que fuera su denominación y tal vez de poco pedigrí para el espectador de a pie. Pero también una zancada hacia adelante, un regreso al futuro en toda regla, con certeza la única opción posible para intentar superar el complicado diagnóstico que presenta la salud del baloncesto balear y el de Menorca en particular. Es la búsqueda de una próxima mejoría iniciada desde una fórmula ancestral.
En principio, y a expensas de ratificar la definitiva inclusión del Bàsquet Inca, el cuadro de competición, cuyo campeón ganará plaza en EBA, integra ocho equipos.
Cuatro por isla (Eivissa se mantiene al margen). Insotel Sant Lluís, CD Alcázar, CB La Salle Mahón y Jaime Mascaró CB Ferreries por Menorca, y Ciutat d'Inca, La Salle Palma y Restaurante Ca'n Torrat Arenal por Mallorca, además del citado exBàsquet Mallorca.
Reciente campeón de la Copa mallorquina, el club de Es Raiguer sufre por causa de la eternizada problemática económica e incluso anoche existían muchas dudas sobre su puesta en liza o no en el circuito balear.
Pero se espera al Bàsquet Inca, si bien su potencial ha menguado con la marcha de Toni Carrasco al Andratx. Con La Salle Mahón (indiscutible paradigma con una plantilla 'hiper veterana' de como gestionar recursos del pasado para construir el futuro), debe reeditar esa tensa y siempre positiva rivalidad prolongada durante la 'edad dorada' de la LEB.
No en vano, es ese uno de los estímulos de esta reorganizada Primera Balear; el reencuentro de viejos antagonismos, como el mencionado, como La Salle ante Alcázar, que no rivalizan en el contexto balear desde 1985, o la promoción de otras nuevas, con la aparición del Ciutat d'Inca, escisión del histórico, o la evolución del Sant Lluís, ahora por encima de los dos clásicos menorquines (sin obviar al siempre combativo 'Ferre').
Concerniente a la plana de candidatos, el vigente campeón -también de la Copa menorquina- Sant Lluís, por juego y poderío, encabeza una terna que asimismo engloba al Restaurante Ca'n Torrat (con Dani Tugores, el base internacional en categorías de formación Andreu Adrover y el gigante serbio exAlcázar Stefan Asanin) y a La Salle Mahón en menor medida.
Bàsquet Inca (si finalmente compite), Alcázar y La Salle palmesana, estos dos últimos conjuntos de manifiesta apuesta por la cantera, se apostan en un segundo escalón en relación a los favoritos. Aunque será el juego lo que finalmente dictamine posiciones. El basket balear recupera un futuro. Y a él regresa.