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Ismael Junyent: «Ser de La Salle todavía es algo muy importante en Menorca»

El directivo del club colegial habla del pasado y presente de la entidad, así como de las posibilidades de futuro y del básquet local

Isma Junyent posa para este diario. El directivo «cree mucho» en el jugador menorquín, también como fórmula para enganchar a la afición local.  | Gemma Andreu

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Si rasgásemos sus venas, no sorprendería que la sangre que brotase fuera blanca y azul, como los colores de ‘su' La Salle Maó, a la que ama y siente desde que tiene uso de razón. Un amor interrumpido durante un tiempo por circunstancias de la vida, pero siempre innegociable y que ahora, ya desde hace algunos meses, ha reemprendido con grandes dosis de ilusión y motivación. También de experiencia. Referimos a Ismael Junyent Mascaró (Maó, 1971), exjugador, exdelegado, exentrenador y en el presente, directivo del club colegial mahonés, con el que nos reunimos para charlar de básquet y de La Salle, para él un doble concepto del que es casi imposible disociar una parte de la otra.

Ha sido jugador y entrenador de La Salle, ahora directivo… ¿un último servicio a la causa? Porque usted, es lasallista.

—Sí, soy de La Salle, por culpa de mis padres, que me llevaron allí desde que era niño. Y deportivamente nunca he conocido otro sitio. Tras la desaparición del proyecto ACB, un periodo intenso, estresante, me aparté, hasta que, a través de un sobrino que jugaba en La Salle, en ese equipo que el año pasado fue campeón balear junior, volví a ir a partidos, vi el pabellón otra vez lleno… me ilusioné otra vez. Y creo que ha sido un proceso lógico. Jugador, entrenador.. y ahora directivo, todo por ayudar a La Salle y a gente como Carre, Jaume, Cholo, el director deportivo, Gino Rovellada… no me ha costado nada reengancharme. Y aquí hay un gran equipo de trabajo.

La Salle de ahora es muy diferente a la que usted integró en su día. El horizonte del club ¿es sencillamente la formación? Se lo planteo también por que el club ha sido siempre un referente en la Isla.

—A mi me motiva más la formación. Fui entrenador de formación, lo que sucedió es que fuimos ganando, el club subió de categorías hasta llegar a la mejor liga europea… pero el basket ha cambiado, también el concepto de deporte ha cambiado… ahora se trata de intentar que el jugador se sienta identificad con el    club, y tampoco podemos hacer mucho más que formar jugadores desde minibasket hasta junior. Veremos hasta donde podemos llegar con esa filosofía. Antes nos llevó hasta la ACB, pero aquello fue un proceso muy largo, 20 o 30 años...

Sí, pero La Salle, siempre estuvo arriba. Ya fuera en liga balear, en la antigua Segunda, luego en EBA, LEB… era el mejor club de la Isla. Ahora, en cambio...

—Sí, pero se dieron una serie de circunstancias, vino gente importante que nos hizo crecer. Yo, por ejemplo, era delegado y me hice entrenador porque vino Oriol Humet, en 1989. Aprendí mucho de él y me empezó a gustar lo de entrenar, luego me convertí en su ayudante, que estuve cuatro años con aquel equipo con Tisi Reynés, Félix de Pablo, Carlos Termis, Chema Gelabert… no sé que habría sido de mí, si habría sido entrenador o no… y la verdad, no sé como terminará La Salle, o a donde podrá llegar en esta nueva etapa. El nuevo pabellón nos dará muchas posibilidades, es una necesidad. En cuanto a instalaciones, necesitamos un cambio.

Que los niños de Menorca emigren de la Isla para estudiar, que es lo lógico, supone en cambio un daño irreparable. Así es imposible formar y forjar un equipo, como sí era viable en los años 70, 80, 90…

—Lo que me comentan es que ahora los niños se van a estudiar y luego vuelven, pero sí, no es lo mismo… actualmente la liga balear junior es una competición atractiva, con buenos jugadores, y tal vez la senior no tenga mucho sentido y no sea tan atractiva. A mi, personalmente, me gusta más la formación. El nivel ha subido mucho, por ejemplo, cuatro jugadores nuestros que ahora terminan el ciclo junior, el año próximo casi todos ya tienen destino fuera, y nosotros, como club, les apoyaremos en lo que sea posible.

El nuevo pabellón al que antes hizo alusión. ¿Cuando cree que podrá empezar su construcción?

—No puedo hablar de fechas, pero veo muy buena predisposición del Ayuntamiento, y según expuso el alcalde en la última reunión, quiere que sea un proyecto que cuente con el respaldo de todas las fuerzas políticas. Pero sinceramente, no creo que nadie con un mínimo de sentido común pueda negarse a que se construya una nueva instalación deportiva.

¿Se siente agraviada La Salle, al ver que el resto de clubes de la ciudad y de la Isla sí cuentan con modernas instalaciones, alzadas con dinero público?

—Lo que siento es envidia sana. Voy a un pabellón y me digo, ‘ojalá nosotros pudiéramos tener algo así'. Quizá es que otros clubes han hecho las cosas mejor, o en cambio, no tuvieron la ‘desgracia' de subir a la ACB. Pues cuando llegamos a la ACB, la base… claro, no podíamos llegar a todo. Que por otra parte, quiero destacar la labor que han hecho Carre y toda la gente que ha estado estos años en el club trabajando la base.

Ya que aborda el tema. ¿La transición de perder la ACB a lo siguiente, pudo hacerse de otro modo? Es que en 2012 esto fue un ‘solar'…

—Se cometieron muchos errores, por supuesto que las cosas pudieron hacerse de otro modo, nos equivocamos todos. El error más grave, en mi opinión, y hablo de cuando el club funcionaba, fue que las instituciones no formaran parte de la sociedad anómima. Había mucho dinero público, y nadie de las instituciones dentro del consejo de administración de la SAD… Se inyectó mucho dinero al proyecto, para que lo administrara gente que tal vez no estaba preparada para asumir lo que significaba la ACB de aquella época. Y ojo, que todo el mundo puede equivocarse, a toro pasado es muy fácil hablar, yo no soy nadie para dar lecciones, también es lógico que hubiera errores, pues la ACB son palabras mayores y era una cosa absolutamente desconocida para la Isla, no había experiencia de ningún tipo en una competición de ese nivel, y tal vez el club hubiera desaparecido igual aun actuando de otro modo. El legado de todo eso es el Pavelló. Un gran legado, eso sí.

¿Fue real la ACB para Menorca, o en cambio fue algo que realmente escapaba a nuestras posibilidades? ¿Y cree que el Hestia Menorca será capaz de igualar aquello?

—A mi la ACB me sirvió y me ha servido de experiencia, también a mis compañeros de junta. Nos sirvió para darnos cuenta de que la labor de un directivo es muy importante y que nunca deben prevalecer los objetivos deportivos por encima de los económicos. El dinero manda. Y sí, la ACB era una liga muy atractiva, pero se podría haber estado en LEB Oro, no hubiera pasado nada si el primer año se baja, y nos volvimos locos por salvarnos como fuera. La gente lo que quiere es jugar por algo. Y el basket, es la gente que viene. Nosotros subimos por Tisi (Reynés), un jugador con el que la gente se identificaba mucho, y por la afición. Tener a gente de la Isla, como Tisi, hace que el público se identifique… no tener menorquines es una apuesta muy respetable, pero quizá la gente no se identifica tanto con el equipo, falta cierta conexión.

A lo que íbamos. El Hestia Menorca, ¿llegará a la ACB?

—Si los números salen, van paso a paso, que así parece, y la gente responde, no lo veo una utopía... pero sobre todo, si tienes dinero, por que el baloncesto de elite es dinero. Además, por las informaciones que leo en prensa, la ACB es un pozo sin fondo...

¿Cree que a la gente que gestionó el antiguo Menorca Bàsquet se la ha tratado como merece?

—La gente que estuvo y dirigió el club lo hizo lo mejor posible. Estuve en el club en la época de Paco Llull, luego en la de José Luis Sintes, y cuando vi cosas que no me gustaron, me fui. Una persona muy importante fue José Timoner, que en paz descanse, su desaparición fue un momento clave… pero en general, creo que a la gente que en su momento llevó el club, se la ha tratado bien. Acabó como acabó, pero la gente debe estar orgullosa de lo que se consiguió. Paco (Llull) tiene un hijo que es el mejor jugador de Europa, Lis (Sintes) hizo su trabajo, lo mejor que pudo, estuvimos cuatro años en ACB… y cuando cuentas a los niños que La Salle jugó contra el Barça, el Madrid, alucinan… y también, ahora que soy directivo, me doy cuenta de lo difícil que es hacer las cosas… aquello fue una locura, pasamos de ser un club de colegio, a meter 5.000 personas en el Pavelló, fue muy difícil asimilarlo. Y además, con gente ambiciosa, que quería ganar, sin miedo a nada…

Fue siempre la mentalidad de La Salle.

—Sí, un poco ‘chulitos', un club ganador. Y siempre digo a mis compañeros de directiva, ‘que somos La Salle'. Y te das cuenta, cuando ahora en Menorca intentas fichar a alguien, que ser de La Salle es algo todavía muy importante.

Gino Rovellada, su hombre de confianza.

—Sí, estamos muy contentos con él. Nosotros no somos un club con la capacidad económica de otros y poder disponer de un director deportivo profesional, como sí ocurre en la mayoría de clubes de nuestro entorno, gente que cuando se levanta por la mañana solo tiene que pensar en el club. Gino tiene otro trabajo… pero tenemos la suerte, que no se si se da en otros clubes, de que Gino es de La Salle, y eso es un plus.

Y ese perfil de directivo o presidente que habitualmente contaba La Salle, en los años 80-90, gente con dinero, los denominados mirlos blancos... eso se ha perdido, los tiempos han cambiado.

—Creo que la principal diferencia es que antes, cuando yo jugaba, no se pagaba cuota. Nadie pagaba. Y cuando entrenaba, no cobraba. Y ahora pagas por jugar, los entrenadores cobran… y el mundo ha cambiado. Hoy día, si tienes una base de canteranos y haces las cosas bien, el club es viable, te mantienes. Y sí, antes alguien ponía la pasta para fichar jugadores, para fichar a Oriol Humet… quizá por eso La Salle fue para arriba, por tener gente que ponía dinero. Llegaron Puigventós, Félix de Pablo, Toni Vidal….

Antes los directivos eran los que mantenían los clubes. Ahora son los padres, con las cuotas de cantera. ¿Quizá eso concede un poder excesivo a los padres?

—Sí, es un tema delicado. Y a veces ves directivas formadas solo por padres… yo, en mi caso, no tengo ningún hijo allí, por tanto… Pero es hasta normal que un padre directivo mire más por el hijo.

Pero hay casos en que incluso se piensa más en promocionar al hijo, que no en el club…

—Eso, en La Salle, yo no lo he visto, ni creo que lo vea. Es normal que un padre termine siendo directivo, pero siempre sabiendo que ciertas cosas son inadmisibles. Hay que marcar una línea.

Sergio Llull. Le conoce desde que era un bebé ¿Imaginó, en su etapa de canterano en La Salle que llegaría a ser casi ‘Dios'?

—No, para nada. De hecho, no seré de esos que dicen que ‘yo lo sabía', y te podría decir un jugador que estaba en su equipo, Andrés Pascual, que a mi me parecía mejor, con más futuro. Pero hay que reconocer que Sergio siempre fue un chico muy centrado a nivel familiar en el baloncesto, ha tenido siempre una gran cultura de trabajo, y en La Salle ya tuvo buenos entrenadores, como Félix de Pablo, Miki Segura, Fonso Toral, que fue su primer entrenador… luego se fue a Manresa… tuvo todo para seguir mejorando, gente que creyó en él, como cuando lo fichae el Madrid, pero nadie le ha regalado nada. Y la verdad, me alegro mucho, por su abuela, por su padre… es un jugador irreemplazable, su carácter también ha sido clave.

Ahora en Menorca han surgido nuevos talentos. Pau Bagur, Yago Homs… ¿cree que pueden ‘llegar'?

—Si cuentan con oportunidades, sin duda. Y que ellos tengan también la mentalidad, pues ser jugador profesional es muy duro. No son solo los ‘hightlights. Muchos viajes, entrenamientos… hay que desearlo de verdad. Pero mira, ahí está Yago Homs en Málaga, Pau Bagur, que es otro ‘loco' del basket… son los que conozco. Y no comulgo con esa teoría de que ‘esto es Menorca y tal'. Mira a Xavi Hernández, Álex Suárez, Agustí Sans… todos, menos Tisi, tuvieron que salir, y eso es una lástima. Menorca debería tener la capacidad de dar la oportunidad a estos chicos. Eso haría que la gente se indentificara más con un proyecto. Un poco lo que está haciendo Es Castell con Soriano, con Pau, cuyo proyecto de ahora me recuerda, en parte, a La Salle de hace treinta años.

Cite a un entrenador.

—Oriol Humet, fue un salto muy importante. Y luego José Luis Oliete, fue clave, una novedad para la Isla, por su mentalidad.

Usted trató con Chuck Daly.

—Sí, una persona normal, que ve el baloncesto como lo ves tu o lo veo yo, pero una persona normal, que vino aquí en el 89 como actual campeón de la NBA con los Pistons, aquello fue increíble, un tipo súper normal. También coincidí con Messina, Pepe Laso.. gente normal, que no vivían en una nube.

Cuentan de Chuck Daly que quedó prendado del tiro de Biel Catchot...

-Sí, cierto, jaja. Pero lo que te decía, que se fijara en un chico de Sant Climent que tiraba bien… pues te demuestra que era un tipo cercano. Fue increíble. De hecho, creo que todas esas cosas que se hicieron en Menorca en esos años 80 y 90, luego nos ayudaron, a todos.

El apunte

La alegría paterna y la apuesta por las féminas

Aunque en su día fue un buen entrenador de formación, Isma Junyent deja claro que su labor en La Salle se limitará a tareas de directivo. «Aunque algún compañero de junta me ha sugerido que entrene, me cansa, me estresa, ya no quiero eso. Siendo directivo, ahora, puedo ayudar más al club. Que entrenen los jóvenes. Esa etapa para mí acabó», indica al respecto el que es hijo del exdirectivo de lasallista Joan Junyent, que «se alegró» especialmente cuando «le comenté que entraba como directivo en el club», admite Isma, que por último desea también poner en valor «el trabajo» que se hace en La Salle con el básquet femenino, «que a diferencia de mi anterior etapa en el club, tiene un gran potencial, de presente y de futuro», termina Isma Junyent.

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