La base menorquina Sofía Ainsa (Maó, 2000) vuelve a sentirse jugadora de baloncesto después que una hernia discal con afectación del nervio ciático y que le provocó inhibición motora en la pierna a finales de julio de 2024 la dejara fuera de combate, justo cuando esta trotamundos de la canasta se graduó y firmó un contrato profesional en Chipre, aunque la lesión la frenó. Ahora, olvidada esta mala experiencia y plenamente recuperada mental y físicamente, Ainsa vuelve al ruedo en las filas del Siroko Gijón Basket de Liga Femenina 2.
La mahonesa y el baloncesto lejos de nuestra Isla mantienen un idilio que va desde sus 16 años, cuando Ainsa decide salir de casa y vivir experiencias fuera: primero en Inglaterra, después terminando bachillerato en Valencia, hasta Canadá, donde estudió Psicología y siguió compitiendo. Durante la covid la liga canadiense se detuvo y aprovechó una oportunidad de jugar con el Miralvalle extremeño, en su primer año profesional. Un curso muy especial porque nadie esperaba nada de ellas y acabamos en Fase de Ascenso. Luego regresó a Canadá y se transfirió a la Universidad de British Columbia, donde jugó dos años.
El verano de 2023 Ainsa participó en una liga semiprofesional en Toronto, la Hoopqueens, ante jugadoras top y algún NBA. Y su equipo, las Roadrunners, fueron campeonas de liga, en una experiencia muy bonita para la esta base-escolta, adaptada según las necesidades del equipo e indicaciones de los entrenadores. Y de aquí, al posterior calvario con su grave lesión, hasta Asturias.
De regreso a las canchas Sofía. ¿Cómo se produce su fichaje con este LF2?
—Fiché por el Siroko Gijón Basket, un club nuevo en la Liga que trabaja con mucha ilusión y profesionalidad. El fichaje se dio en agosto, en un momento en el que yo todavía no tenía equipo y ellos buscaban una jugadora con un perfil como el mío. Alguien, que aún no sé quién fue pero a quien le estoy muy agradecida, les habló de mí y eso abrió la puerta al contacto. Desde entonces, solo puedo decir que me siento muy feliz y bendecida por esta oportunidad.
A nivel colectivo, ¿qué objetivos tiene el club? ¿La motiva?
—El objetivo principal es consolidarse en la Liga pero con la ambición de crecer cada día. Desde el primer momento vi un proyecto muy sólido en todos los aspectos y tanto ‘staff’ como jugadoras trabajamos a diario con ganas y esfuerzo. Siguiendo esta línea podemos conseguir cosas muy bonitas y sí, me motiva mucho formar parte de este reto. No solo a nivel deportivo, sino también a nivel personal: el cuerpo técnico, mis compañeras y la ciudad me han transmitido una energía muy positiva desde el primer día. Llevo apenas dos semanas en Gijón y ya me siento muy a gusto, de verdad encantada con la ciudad y con su gente.
A nivel individual, ¿ya sabe el rol que tendrá en el Gijón en su nueva aventura en la pista?
—Mi rol principal será el de base, aunque en situaciones concretas también puedo jugar de escolta. La idea es que, cuando la otra base esté en pista, podamos alternarnos y complementarnos según lo requiera el juego.
Año importante para usted imagino. ¿Se siente totalmente recuperada de la lesión tan grave que se produjo?
—En efecto, vuelvo a competir tras una lesión complicada: una hernia discal con afectación del nervio ciático que me provocó inhibición motora en la pierna a finales de julio de 2024. El cómo me lo hice es un poco subjetivo, o difícil de explicar. El 22 de julio, tras una sentadilla con barra, me quedé algo enganchada pero seguí activa: trabajaba, iba a la playa e intentaba estirar para aliviar las molestias. El 29 de julio, cuando se pinzó el nervio, simplemente estaba terminándome el café y a punto de hacer las maletas para volver a España desde Canadá. Mirando atrás, creo que llevaba tiempo sin permitirme parar y atender realmente mi cuerpo y mi mente; pienso que igual la vida quiso avisarme para tomar ese descanso que no sabía que tanto necesitaba.
Le ha tocado vivir una larga recuperación en Menorca desde su casa. ¿Se ve fuerte y segura ahora para regresar?
—Aunque aún quedan detalles por recuperar, me siento lista y segura para volver a jugar y con más fuerza que nunca; en todos los sentidos.
En junio de 2024 se compromete con un club de élite y se lesionas de gravedad. ¿Cómo lo llevó al principio? ¿Pensó que quizás no jugaría más?
—Los primeros meses fueron los más duros pero después de nueve años fuera de la Isla, poder estar en casa, cerca de mi familia y amigos, me dio una fuerza increíble. Tuve la suerte de poder rodearme de personas muy bonitas que me apoyaron tanto como atleta como persona. Todo eso me ayudó a salir adelante.
Pero no un camino de rosas...
—Aunque tuve momentos en los que tenía mucho miedo de no recuperar la función motora, en ningún instante pensé que no volvería a jugar. Siempre tuve dentro de mí la certeza de que saldría adelante. Sabía que volvería a competir profesionalmente, aspirar a lo más alto y seguir soñando.
Regresa a las pistas, ¿qué siente y con qué intenciones personales jugará ahora en LF2?
—Siento una gratitud enorme. Cada pequeño avance en este proceso me recordó lo valioso de no dar nada por sentado. Cada día y entrenamiento es una oportunidad para celebrar el simple hecho de poder volver a correr, saltar; a sentirme atleta. Estoy feliz y con ganas de darlo todo. Mi intención es apuntar alto con esfuerzo y paciencia. Seguir elevando mi juego, aprender todo lo que pueda de mis compañeras y del ‘staff’ y disfrutar al máximo del proceso.
¿Compaginando con su otra gran pasión de psicología?
—Me gradué en la Universidad de British Columbia y tengo en marcha un máster de entrenamiento personal. De momento, mi prioridad absoluta es el baloncesto. Ya veré más adelante si surgen otros caminos, pero ahora mismo quiero dedicarme al 100% a mi carrera deportiva.