Ni que decir tiene que para un futbolista el balón es algo fundamental. Casi sagrado. Sin balón no hay fútbol. Y, aceptando que los hay de mejor y peor calidad, en el balompié de Segunda B y Tercera División el esférico que distribuye la Federación Española a los clubes no acaba de gustar... y en Menorca, a la gran mayoría de los futbolistas del Penya Ciutadella y Mercadal, tampoco.
Sobretodo a los más técnicos, los que basan su diferencia en el toque y la finura. Los defectos más aludidos hacia el "Adidas Tango 12 Match Ball Replica Competition", nombre oficial del engendro que pretende ser una copia barata de la oficial de la última Eurocopa, hablan de inestabilidad y dificultad en su control -sobretodo en superficies de hierba artificial antiguos y que estén más o menos secos-, que no es totalmente esférico -los más observadores afirman que sobresale en la zona de la válvula-, que es imprevisible, que hace parábolas y efectos raros al chutar o hacer pases largos y que, a veces, bota de manera inesperada si se juega rasa.
Las críticas a la calidad del esférico no son nuevas, sobretodo desde la famosa "Jabulani" -el balón del Mundial de Sudáfrica y sus sucedáneos- de hace un par de temporadas. Pero, a pesar de ello, la mayoría de los futbolistas admiten que las irregulares características del balón no inciden decisivamente en el desarrollo de un partido o de una competición, aunque sí pueden condicionar la manera de jugar. Y en cualquier caso, saben que sólo pueden resignarse: con todo en marcha, la pelota no se cambia.
La RFEF distribuye 30 unidades del balón réplica de la Eurocopa entre los 440 clubes que forman el panorama de Segunda B y Tercera. Cada balón cuesta 40 euros (120 el oficial). En total, 13.200 unidades de un "Adidas Tango 12 Match Replica Competition" que no gusta.