El Menorca se atascó en un festival de goles. Exhibió pegada, sí, pero también concedió demasiadas facilidades al rival. No puedes encajar cinco goles en un partido, y menos en casa, y aspirar a quedarte con los tres puntos. Ni con uno solo. No jugaron un mal partido los azulgranas sino más bien insuficiente. Los tantos maquillaron carencias individuales pero no bastaron. Debutaron Pareja, muy bien con gol y asistencia, y Sergi Serra, correcto en el lateral. Hubo mejora pero insuficiente si se quiere llegar al mínimo que exige la permanencia.
Lluís Vidal cambió circunstancialmente el planteamiento del partido con la llegada del mallorquín Pareja y del ex del Villacarlos, Sergi Serra. Al foráneo lo colocó como extremo por la derecha mientras que al local lo ubicó en el lateral pero la mayor innovación fue poner a Luis Martínez de defensa izquierdo en detrimento de Sabater y bajar a Izan de pivote junto a Ametller, dejando a Biel en el banquillo. Fue una mala decisión la del lateral porque la vocación ofensiva del habitual extremo le traicionó en algunas ocasiones, dando ventaja a su par, Mamadou, como en el 1-2. Pero por partes.
Pareja se ganó a la afición local en el primer balón que tocó. Pase genial de Camps al hueco entre centrales y el ex del Manacor define fácil ante Bastida. Era el minuto 3 y el Estadi Maonès sonreía aliviado acorde al precioso sol que regaló este domingo de enero, y más cuando en el minuto 6, un pase en largo de Kike a la contra dejó solo a Camps ante el portero visitante aunque su remate se fue alto. Fue un espejismo. Sin que el Girona hubiera hecho nada del otro mundo, un rechace manso fue a parar a los dominios de Kike, que vaciló, no agarró fuerte el balón y Marcel atento le arrebató el esférico con la punta de la bota, marcando a placer. Protestó el respetable que no se pitara falta pero el error fue del portero.
Ahí no acabó el asunto. En la siguiente acción de peligro, el Girona cogió a la defensa local descolocada, con Martínez lejos de su posición y un corte providencial de Farrando se convirtió en una asistencia a Mamadou que aprovechó que Kike se había quedado a media salida para colocar el balón sutilmente en la escuadra derecha, 1-2 minuto 15. Los goles disimulaban el carente juego del centro del campo y el Menorca aprovechó su siguiente opción en una pelota que Pareja ganó por alto al central y dejó franco a Camps para que el de Ciutadella ganara a su marcador por velocidad y superara al portero con una vaselina maravillosa en el 21.
El público disfrutaba con los goles, se animaba, pero cinco minutos después una internada de Mesa por la izquierda en la que dejó a dos rivales para entrar en el área, sentir el aliento de Farrando y dejarse caer. Picó el árbitro y pitó penalti. No falló Joel. La jugada se repitió en el otro área y el árbitro compensó en una caída de Urbina. El propio mahonés asumió la responsabilidad y 3-3. Como comentaba el propio público, parecía "un partido de críos en el patio del colegio", aunque al Girona se le veía más seguro.
Una cesión comprometida de Serra a Kike acabó en un mal despeje del portero que pilló desprevenido a Domi y cuando éste iba a mandar el balón lejos pegó una patada involuntaria a Marcel en la cara en el área. Penalti y Gombau que no falla. 3-4 y descanso.
El Menorca salió a por el empate desde el primer momento. La tuvo Urbina al rematar una falta y Luis, mucho mejor en el segundo tiempo, de libre directo. Pero el 4-4 llegaría con el invitado menos esperado, Domi, que remató un balón dentro del área pequeña, peinado por Farrando.
Menguaron la intensidad, la calidad y, evidentemente, los goles. El partido se durmió a la espera de que llegara una acción aislada que rompiera el empate. Llegó por el bando que menos gusta, en el 77 con un centro por la izquierda de Bigas que Joel empalmó a la perfección.
Pudo sentenciar el Girona con el Menorca a la desesperada. A los locales se le había acabado la gasolina y las ideas. Y lo que es peor, las posiciones de descenso quedan ahora a un punto.