Cuarenta años se cumplen este mes desde que viera la luz el Sporting Mahonés como producto del pacto de fusión entre el CD Menorca y la Unión Deportiva Mahón. Consumado el fracaso de aquél alumbramiento y más allá de la disolución formal de la entidad mahonesa hace justo trece meses la conmemoración de aquél polémico nacimiento este próximo sábado, debe considerar por razones obvias, al que fue su mejor jugador en esas casi cuatro décadas de vida, Vicente Engonga Maté.
El devenir de la entidad mahonesa, la más laureada de la Isla, con diferencia, durante estos cuatro decenios trufados con un título balear de Tercera División, dos ascensos a Segunda División B y cuatro promociones, quedó ligado desde noviembre de 1986 a este jugador extraordinario, nacido en Barcelona, de ascendencia guineana, formado en Torrelavega y residente en Palma de Mallorca.
Engonga, que llegaría a ser internacional, tras jugar en Valladolid, Celta, Valencia y Mallorca fue el santo y seña de aquél Sporting, su primer club profesional, y un referente para toda la afición, no en vano es el futbolista de más talento que han contemplado los más de cien años de fútbol insular.
Recuerde como llegó al Sporting
— Mi hermano, Julio, vino a Mahón por la mili y lo fichó el Sporting para el segundo equipo. El de Tercera necesitaba un centrocampista y él dijo que tenía un hermano que jugaba bastante bien. José De Pablos, directivo que era de Santander, facilitó el contacto porque yo estaba también la mili en El Ferrol. Yo estaba comprometido con el Torrelavega pero me propusieron hacer una prueba y vine en un permiso de la mili. Entrené el primer día en San Clemente y jugué en el campo del Alaior, en verano, el torneo Islas Baleares contra el Hospitalet de Ibiza y el Mallorca At. y ya me dijeron que me querían. El 30 de septiembre acabé la mili y el 2 de octubre estaba en Mahón.
Pero no pudo debutar hasta el 9 de noviembre en Los Pinos, ante el Alaior...
— Sí, hubo problemas con el Torrelavega porque entonces había retenciones. Mi padre tuvo que ir varias veces en tren a Santander, porque no teníamos coche, y explicar mi caso a un amigo que tenía en la Federación cántabra.
¿Recuerda su primera ficha?
— Sí, me pagaban la manutención en casa de Marino, en Sant Lluís, y 40.000 pesetas al mes. Yo iba sobrado porque en Torrelavega cobraba 10.000, es decir que enviaba a mis padres el doble de lo que cobraba allí y yo también me quedaba con el doble de lo que ganaba. Fenomenal.
Aquél equipo fue campeón tras arrasar en la Tercera Balear. ¿Le sorprendió su nivel?
— Sí, pero me sorprendió más el estilo de juego. Yo venía del norte donde dar cuatro pases seguidos era muy difícil, y aquí con Miquel Viroll, Gervasio, Astol... eran más técnicos que yo, y en Cantabria, en teoría, yo era el más técnico, por eso pensé que aquí eran todos iguales que yo. Allí era necesario dar pases de 40 metros porque los campos estaban mal, por eso aprendí yo a darlos.
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