Como si de una lucha mítica afrontó el Mallorca la visita del Barcelona a Son Moix. Inmerso en un contexto para nada favorable, los bermellones llegaron a la cita con una revolución en el once inicial. Más de 30 millones se sentaban en el banquillo mientras dos mallorquines cogieron sus hondas y decidieron luchar contra Goliat.
Antonio Sánchez y Abdón Prats se reivindicaron en el mejor escenario posible. El primero siendo omnipresente en el centro de campo durante la hora que estuvo sobre el terreno de juego y el segundo por complementar a un Muriqi excelso, de hecho fue el MVP del partido, con un gol a la carrera que por momentos llevó a su equipo a la gloria.
El miedo escénico no hizo mella en los dos canteranos y se disfrazaron de héroes en una noche donde el equipo se volvió a reconciliar con la afición después del descalabro del sábado en Girona. Porque, aunque el resultado sabe a poco por el devenir del partido, la imagen ha vuelto a ser de las que emocionan al mallorquinismo. Lucha, garra y entrega. Las tres aptitudes que llevaron a los de Javier Aguirre a la novena posición y que no se pueden negociar para volver a mantener la Primera División.