Irene Olives, de la Unión... a Uganda

El fútbol es un lenguaje universal y muy probablemente que algunas de las celebraciones más memorables cuando la pelota entra en la portería son las que han ocurrido estos días en Kampala, la capital de Uganda, en África. Ahí la coordinadora deportiva de la Unión Deportiva Mahón, Irene Olives, se encuentra estos días trabajando en un campus de fútbol, viviendo una experiencia única junto a un importante grupo de niños en tierras africanas. Unos lazos sociales que se refuerzan a través de una pasión compartida como es el fútbol, donde la mahonesa ha vivido una vivencia única.

Relato en primera persona

Irene Olives ha querido compartir con «Es Diari», todavía en la localidad africana de Kampala, su experiencia, que ha ido mucho más allá del fútbol y del deporte. «Debo decir que, la verdad, a mí me costó mucho decidirme dar el paso pero ir a África era un sueño y no podía perder esta oportunidad», exclama la unionista, en un campus internacional, «donde vives cosas inexplicables. Los chavales de ahí son muy sencillos, transmiten una alegría y una paz increíbles», relata la de Maó.

En África, durante este campus, se ha encontrado la menorquina a unos jóvenes, «educados y muy respetuosos entre ellos y entrenan a una intensidad brutal. Son felices con muy poco y realmente aquí valoras cosas tan cotidianas como abrir un grifo y que salga agua, poder dormir encima de una cama o comer mismo», asevera Olives. «Es un golpe de realidad que lo sabes y lo has visto por TV pero cuando estás ahí, ante tanta pobreza, el corazón se hace trocitos».

Narra la insular que en Kampala tiene al frente a chavales de familias, «con un poder adquisitivo muy alto, con unas instalaciones muy parecidas a las nuestras, algo más pequeñas», detalla, detallando ahí de qué equipo se sienten, a nivel mundial. «Aquí son muy del Arsenal, también del Barça o del Madrid. Ahora también de la Unión», bromea. «Intentamos transmitir, tanto conceptos futbolísticos como éticos, y nos sorprende su actitud. Entre ellos se respetan mucho, no se quejan de nada y vienen a hacer trabajo, a aprender y con una sonrisa en la cara», añade Olives, trabajando con la metodología de la empresa Nitidiasports. «Lo que más me ha sorprendido ha sido que los chavales juegan como pueden, con poco espacio, mucha intensidad y nadie se queja por una falta. Siempre con una sonrisa en la cara y agradecidos».