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Atlético Baleares-Atlético de Madrid: El sueño de una noche de invierno

«Ilusión» ha sido la palabra más repetida por los balearicos en el histórico enfrentamiento de Copa del Rey

Imagen del fondo sur del Estadi Balear en un momento del partido que ha enfrentado este miércoles al Atlético Baleares y al Atlético de Madrid en Palma correspondiente a los dieciseisavos de final de la Copa del Rey | Foto: M. À. Cañellas

| Palma |

«Ilusión» ha sido la palabra más repetida entre las más de 5.000 personas que este miércoles noche han acudido al Estadi Balear. Faltaba más de una hora para la apertura de puertas al público y los aficionados más previsores ya formaban colas en las puertas del estadio. En la entrada principal más de un centenar de seguidores esperaban a los autobuses. Balearicos y colchoneros querían ver de cerca a sus ídolos. Patrick Messow, director general del Atlético Baleares, tampoco quería perdérselo y confesaba estar algo nervioso aunque aseguraba «tener mucho que ganar y poco que perder». En otro de los corrillos que se habían formado durante la espera, miembros de la Real Federación Española de Fútbol desplazados a Mallorca para el partido, mantenían una conversación más relajada donde destacaban su gran descubrimiento del viaje: el 'variat mallorquí'. Llegaba el autobús del ATB con Jaume Tovar como principal estrella. Sin duda uno de los más aclamados. Entre la afición se encontraba su familia que le esperaba con varias pancartas: «Estamos muy contentos y orgullosos de todo el trabajo que está haciendo. Siempre nos reunimos toda la familia para verlo y esta vez hemos preparado algo de 'merchandising'. Me ha dicho que no estaba nervioso, que lo pasó algo peor, más nervios, en el sorteo que estuvo en Madrid», explicaba su hermana Antonia.

La familia de Jaume Tovar en la previa del partido.

Más tarde en el interior del Estadi otros aficionados colgarán una pancarta donde se puede leer: «Ni Morata, ni Abdón, Tovar selección». Por la parte colchonera, en la previa, destacan unos niños que buscan llamar la atención de los jugadores para tratar de conseguir alguna camiseta. Uno de ellos ofrece a cambio una caja de alfajores. Varios tienen familia argentina y sus objetivos principales son Julián Álvarez y Giuliano Simeone.

Los pequeños aficionados del Atlético de Madrid con sus pancartas.

Faltan unas dos horas para el partido y fuentes policiales aseguran que se ha preparado un gran dispositivo con más de 40 agentes para asegurar que todo transcurre sin incidentes. Se esperan miles de personas cuando normalmente la entrada habitual no supera el millar. El presidente y propietario del ATB, Ingo Volckmann llega al campo en una furgoneta blanca. Seguirá el partido en una grada lejos del palco ya que así puede expresarse sin tapujos. A la entrada, lejos de cualquier formalismo, baja la ventana, saca el puño y grita: «¡A por ellos!». Llega el Atleti y poco después se abren las puertas. Durante el calentamiento suenan varias canciones de Extremoduro, un pequeño pero bonito homenaje para el cantante del grupo, Robe Iniesta, recientemente fallecido.

El encuentro está por empezar pero en la grada una pareja acaba de jugar uno de los partidos más bonitos de su vida. Un balearico, 'de los de toda la vida', ha hincado rodilla y ha pedido matrimonio a su novia. Ella, que se llama Lina, ha dicho que sí. Él, que prefiere mantenerse en el anonimato, explica que este partido era «una oportunidad única» que no ha querido desaprovechar.

Lina, muy contenta, muestra el anillo de compromiso.

Arranca el partido, el aforo está casi completo y aunque ha habido algunas aglomeraciones y nervios para entrar con el pitido inicial está ya prácticamente todo el mundo en su asiento. En el fondo norte se ha instalado de nuevo la grada supletoria que llenan los aficionados del conjunto madrileño. Con el primer gol del Atlético la afición colchonera entona el himno a lo que la afición local responde con pitos. El dos a cero es un jarro de agua fría en el Estadi Balear. Sin embargo, el equipo local no le pierde la cara al partido. El gol de Bonet acorta distancias y la ilusión vuelve, los balearicos vuelven a creer. Se cumple la media hora de partido, uno a dos. Con el gol de los blanquiazules el Cholo Simeone se muestra nervioso, su equipo no aprovecha una ocasión muy clara y el técnico argentino, muy expresivo y al borde de entrar en el terreno de juego, se enfada. La grada canta «¡Cholo cállate!», que va seguido de un «¡Sí se puede!». Sion Rotger, otro ilustre balearico y miembro del equipo de veteranos, comenta que «jugar este partido ya es un premio». «Ver el campo así, la ilusión de todos los balearicos... ya hemos ganado con esto», asegura. El árbitro pita el final de la primera parte.

Miembros de la Penya Balearica Es Pla poco antes del descanso.
Aficionados balearicos, padre e hijo, posan con la bufanda conmemorativa del partido.

Al descanso unos jóvenes sin entrada tratan de saltar el muro del Estadi pero los vigilantes rápidamente se percatan y evitan su entrada. Los que no se están perdiendo nada son los recogepelotas, jugadores del Infantil A, que ya estuvieron sobre el césped en el partido contra el RCD Espanyol. «Tener a los jugadores tan cerca es inolvidable. Son referentes. Al acabar el partido contra el Espanyol estuvimos hablando con ellos, estaban un poco triste por la derrota. Hoy veremos como termina todo», explica Luk el capitán del equipo.

El infantil A del Atlético Baleares, responsables de ejercer de recogepelotas en la aventura del club en la Copa del Rey.

Van pasando los minutos de la segunda parte, el ATB se mantiene vivo y cerca de forzar la prórroga pero es en el minuto setenta cuando el Atleti parece sentenciar el partido. Tres a uno. Lo que queda de partido será una montaña rusa, el balón vuelve a jugar con la ilusión de los balearicos. Tovar, el hombre gol de esta Copa no logra convertir un penalti que detiene el portero del Atlético. Poco después será sustituido pero ni esa ocasión fallada le libra de una gran ovación. A falta de algo más de diez minutos, esta vez sí, Moha Keita es capaz de anotar desde los once metros y el Baleares vuelve a acortar distancias. La afición vuelve a creer y así será hasta el último suspiro de partido cuando el árbitro pita el final. Termina con mucha dignidad el sueño de los balearicos en esta Copa del Rey. Han plantado cara a todo un Atlético de Madrid. Las gradas se vacían pero un hombre se resiste a abandonarla. Es Ingo, el propietario del club, que no para de lamentarse. Tiene la sensación de que han merecido más, especialmente en la segunda parte donde afirma con rotundidad que han sido superiores. Juan Musso, el portero del Atlético de Madrid, ha sido sin duda el hombre del partido y tiene buena parte de culpa de que este sueño de invierno en el Estadi Balear haya tenido que terminar tan pronto.

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