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Reír por no llorar

Un grupo de turistas se refresca en una fuente de París. | TOLGA AKMEN

| París |

La pregunta es cotidiana: «¿Y qué tiempo tenéis por ahí?». No es por dar envidia, pero aquí se puede ir en tejanos sin problema, de manga larga cuando cae el sol y a primera hora de la mañana y, a excepción de un par de días de gran humedad, esto se puede llevar bien. Cuando eso pasa, el equipo de la alcaldesa Anne Hidalgo -gaditana de nacimiento- reparte agua por las estaciones de metro y abre grifos donde menos te puedes esperar.

Eso sí, de vez en cuando te sorprende un buen chubasco, que no alcanzará ni de lejos el chaparrón de la ceremonia inaugural. Y si has pasado por Lille, sabrás lo que es pasar frío. En el pabellón, claro, donde no escatiman esfuerzos para que el público -y los jugadores- estén fresquitos. Demasiado incluso. Recomiendan antes de viajar llevar algo de abrigo. Unos Juegos de contrastes. Alucinante, ¿no? La verdad, en ese aspecto, pocas ganas tengo de volver a Mallorca por lo que cuentan...

Algo que está llamando mucho la atención, al menos a los que no somos habituales de París y Francia, es la cantidad de voluntarios que no habla inglés. Es más, en ocasiones encuentras más gente con la que chapurrear algo de castellano. La sensación de falta de preparación e información es real, palpable y se sufre permanentemente. Para echarle humor, tiramos de conceptos muy del Tour como el legendario 'tete de la course' o 'arriere du peloton'. Reír por no llorar en algunas ocasiones.

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