Entrar al Kentucky Club de Campo es seguramente, en este momento, el mayor deseo de los millones de seguidores que Leo Messi tiene en el planeta. En ese exclusivo barrio privado a las afueras de su Rosario natal, al que ha accedido EFE, es donde el astro descansa con su familia, en medio de gran hermetismo, tras ganar el Mundial.
Un enorme «Gracias, Lío» sobre el portón de entrada y una pantalla en la que rotan en bucle las imágenes de Messi levantando el preciado trofeo dan la bienvenida a los constantes coches que -autorización mediante- entran y salen del club, ubicado en Funes, localidad a unos 20 minutos en auto del centro de Rosario. Ya dentro, 240 hectáreas, de las cuales solo 90 son urbanizables, invitan al relax mientras se transita la añeja arboleda de sus calles -que llevan el nombre del tipo de árboles que hay en cada vía-, donde se alzan 500 viviendas, de diferente diseño cada una, y los espacios verdes con canchas de golf, de tenis o de fútbol.
Solo un pequeño detalle rompe estos días algo de la calma del lugar: al aproximarse a las cercanías de la amplia casa de moderno diseño en la que vive quizá el hombre más conocido del mundo, un hormigueo de habitantes del club, atraídos por el ilustre vecino, rondan la vivienda por si al genio de la pelota se le ocurriera salir. «Que una persona como Messi, de su calidad deportiva y humana, nos haya elegido para hacer su casa y venir a vivir acá, la verdad que es algo emocionante, es la frutilla del postre de todo este proyecto», expresa a EFE Juan Félix Rossetti, desarrollador del barrio y su actual administrador.
Fue en 1997 cuando se iniciaron las obras de Kentucky -donde residen otros exinternacionales argentinos como Maxi Rodríguez o Gabriel Heinze- y dos años después comenzaron a venderse las parcelas. El precio promedio de un lote estándar -«habrá aproximadamente un 8 % a la venta entre lotes vacíos y con casas», asegura Rossetti- está en 200.000 dólares. «Lío ha comprado los lotes hace más de ocho años. Después fue realizando el proyecto. Empezó a construir e inauguró la casa el año pasado. Justamente para la Navidad pasada él vino y paró por primera vez en su casa», agrega.
Pero el futbolista, que tiene otras propiedades en el área de su ciudad natal -marcada en los últimos tiempos por hechos de inseguridad vinculados al narcotráfico-, ya años antes de hacer esta casa se alojaba en el club cuando llegaba a Rosario por vacaciones. «Alquilaba alguna casa porque tiene a familiares acá en la zona», añade el administrador, y agrega que «la primera vez» que recaló en el barrio fue tras una lesión jugando en el Barcelona. Y llegó junto al entonces entrenador blaugrana, Josep Guardiola, quien le ayudó a recuperarse en la cancha de fútbol del club.
La casa en la que vive 'el 10' con su mujer e hijos «ha sido concebida para mantener un poco la privacidad de ellos cuando vienen. Desde fuera no ves hacia adentro», cuenta Rossetti, que remarca que, aunque no conoce el inmueble por dentro ni está autorizado a revelar detalles, estima que tiene «amplias comodidades para recibir gente y hacer reuniones familiares».
El club cuenta con 50 empleados fijos y otros eventuales, y dispone de una seguridad que, desde que Messi llegó el martes pasado, se ha reforzado, en colaboración con la Policía de la provincia de Santa Fe, en interior y exterior, donde grupos de seguidores hacen vigilia esperando que el astro salga a saludar.
En el barrio, según su administrador, vive gente de Rosario con un nivel «a lo mejor económicamente un poquito más elevado», y remarca lo cuidadoso que se es con la privacidad. «En mi caso no tuve nunca una foto con él (Messi). Nunca he abusado de la situación. Si ellos necesitan algo, estamos a disposición, pero siempre se buscó que estén tranquilos, y la gente misma del barrio en general entiende eso», asevera.
El martes, cuando Messi llegó al barrio, en un helicóptero desde el aeropuerto de Rosario, varios de sus vecinos le esperaban para recibirlo: «Antonela (Roccuzzo, su mujer) se acercó con el auto a buscarlo y habíamos hecho un vallado de seguridad, por el helicóptero sobre todo». «La gente se acercó y Leo, la verdad, la humildad que tiene, siendo la figura que es extraordinaria, el contacto que tuvo con la gente (...) fue una fiesta, un día de mucho estrés para mí, pero de mucha alegría después», reconoce Rossetti.
Y concluye: «Es un tipo muy simple, lo que yo he visto siempre. Si hace algún evento, lo hace bajo las reglas, como cualquier otro copropietario. Avisa nada más para que haya cierto orden en el estacionamiento y esas cosas. Pero, hoy por hoy, lo único que sí sabemos es que vino a descansar, a estar con su familia y tomar mate».