Si alguien pensaba que los éxitos de la sincronizada española se agotarían con la generación de Gemma Mengual, sus sucesoras han demostrado que no será así. Ona Carbonell e Irene Montrucchio, barcelonesas de 20 y 18 años respectivamente, han vuelto de los Europeos de Budapest con una preciosa mercancía en sus maletas. La primera ha conseguido tres platas (dúo, equipo y combo) y la segunda, dos (equipo y combo). Hablamos con ellas durante sus vacaciones en Menorca.
¿Cómo fue el Europeo?
Ona Carbonell: Fue una experiencia muy positiva porque hemos mantenido el nivel a pesar del cambio generacional. Se han ido puntales del equipo como Gemma, Irina o Raquel
Para usted, Irene, fue la primera experiencia de este tipo, ¿cómo le fue?
Irene Montrucchio: Ha sido impresionante, es mi primer campeonato importante y no pensaba llegar hasta aquí. Mis compañeras me han transmitido seguridad y energía.
Son imbatibles las rusas?
O. C.: Entrenan muchísimo. Si nosotras trabajamos entre ocho y diez horas diarias, ellas entrenan doce. En Rusia hay cerca de 14.000 federadas, mientras que en España habrá unas 600. Viven por y para el deporte, y nosotras nos formamos también como personas.
I. M.: Además, allí las forman para esto desde niñas.
¿Cómo es un día normal de entrenamiento?
I. M.: Empezamos a las 8.30 con pesas, flexibilidad o ballet. Después, de 11 a 15 horas trabajamos en la piscina. Tenemos hora y media para comer y descansar y, a eso de las 16 horas, volvemos al agua. No salimos hasta que no acabamos, sobre las 20 horas.
¿Y no rabia trabajar tanto y que siempre ganen las rusas?
O. C.: Por supuesto que nos gustaría ganar el oro, pero la gente está mal acostumbrada. Llevamos años consiguiendo muchas medallas. En otros deportes, sólo entrar en las finales ya se considera un éxito.
En unos años, España se ha convertido en una potencia mundial...
O. C.: Hemos alcanzado un nivel en que luchamos contra nosotras mismas. Si lo hacemos perfecto tendremos resultados.
Siendo un deporte tan minoritario, ¿cómo les dio por dedicarse a él?
O. C.: Yo empecé a los ocho años con la gimnasia rítmica y, después, como me encantaban el ballet y la natación, me pasé a la sincronizada. Y es como una droga: cuando entras, ya no sales.
I. M.: Es cierto que era muy minoritario. Ahora se ha vuelto más conocido pero entonces, cuando la gente me preguntaba qué era, nadie conocía la natación sincronizada. Yo les decía que hacía ballet acuático.
Entrenándose tantas horas, tendrán que renunciar a muchas cosas...
I. M.: Sí, se resiente la vida social, no podemos salir todo lo que nos gustaría... En general, como nunca sabemos cuándo acabaremos, no podemos hacer planes, tenemos que ir al día.
O. C.: Es cierto, pero cuando te ves en lo alto del podio, te das cuenta de que no tiene precio.
¿Ha sido difícil de cubrir la baja de Gemma Mengual?
O.C.: Gemma es un puntal del equipo. Sería muy difícil relevarla. Nosotras no tratamos de suplirla, sino de lograr buenos resultados con otras personas. En el apartado de dobles, Andrea Fuentes me ha enseñado cosas que ha aprendido de Gemma y yo he aportado mi juventud.
¿Cómo es la seleccionadora Anna Tarrés?
O.C.: Hace bien su papel, es difícil tratar con un equipo en el que hay mucho desgaste físico y psicológico y que soporta mucha presión. A veces es muy dura, pero sin serlo no se llega alto.
I. M.: Saca lo mejor de cada una, cosas que ni pensaríamos que podemos hacer, y trabaja mucho, no tiene horarios.
El punto fuerte de España son sus coreografías, ¿no es así?
O.C.: Son nuestra clave, somos las que más innovan y las mejores en la expresividad. Con cada rutina hemos innovado mucho, como con la coreografía sobre África que presentamos en el Mundial de Melbourne o la inspirada en música de Albéniz que hemos utilizado en Budapest.
¿Cuál les ha hecho disfrutar más?
I. M.: Hay una coreografía que hacemos con una canción que nos encanta, 'Stairway to heaven', de Led Zeppelin. La disfrutamos mucho y, cuando la hacemos, la piscina se queda parada.
O. C.: Es la más diferente, hace que te suba a tope la adrenalina. La preparamos en dos meses, cuando otros equipos se pasan un año sabiendo con qué canción competirán.
¿Qué les espera ahora?
O. C.: En septiembre tenemos un Campeonato del Mundo en China. Será determinante porque en él nos mediremos a las canadienses y a las chinas, nuestras rivales directas ahora. Después, seguiremos trabajando para acercarnos a las rusas y lograr el oro en dúo en Londres 2012, aunque será difícil.