Temperamento para dar y regalar, manojo de nervios, nobleza y calidez en la distancia corta, contundencia expeditiva en el terreno -puede pasar el balón o el jugador pero no los dos- y entrenador rebelde capaz de seducir y convencer a cuantos futbolistas ha dirigido en la Isla. Así fue y así es Diego Sintes Orfila (Barcelona, 1946), hijo de padres menorquines humildes, un defensa central de los de antes que un día entró en el Nou Camp a las órdenes del mito azulgrana, Laszi Kubala, con apenas 11 años y llegó a jugar una decena de partidos con el primer equipo justo a principios de los 70.
La urgente necesidad de contribuir al sustento familiar, un casamiento prematuro y precipitado y algunas decisiones erróneas privaron a este menorquín criado en el barrio de la Barceloneta de una carrera profesional más exitosa antes de ponerle el punto y final jugando en la UD Seislán, en Tercera, en 1981. Desde los banquillos sentó cátedra en varios equipos aunque su orgullo mal administrado le impidió proseguir una carrera que podría haber sido brillante si se hubiese avenido a obtener la titulación precisa. Luego la vida le ha dado algún que otro revés pero continúa firme y entusiasta cuando la pelota rueda en medio de la conversación.
¿El balance general de su vida en el fútbol es bueno o malo?
No estoy contento, esa es la verdad. Me siento un tanto frustrado porque le puse tantas ganas, tanta pasión que quizás merecí algo más. Mi padre, que era como yo, decía que no aproveché esa dedicación para mi y sí para los demás porque yo hacía saltar al vestuario, lo ponía en guardia tanto cuando era jugador como entrenador. Estuve 12 años en el Barça pero no continué y no llegué a Primera.
¿Por qué?
Lo voy a decir por primera vez. No llegué porque me casé muy joven , con 20 años y lo fastidié. Mi mujer no quería tanto viaje y tanta salida y eso me perjudicó en el Barça.
¿Ganó dinero?
Sí, bastante. Mi primera ficha en el At. Catalunya, filial del Barça, a finales de los 60, fue de 75.000 pesetas y 12.000 al mes, además de primas.
¿Usted hizo saltar por los aires al mismísimo Cruyff en un amistoso entre el Terrassa y el Barça?
(Ríe). Sí, le marqué el terreno y le levanté un par de veces del suelo pero Cruyff se las sabía todos. Escupía, mandaba en todo y era mposible marcarle ni con una escopeta Ese partido acabó en una batalla al final, tuvo que intervenir incluso la policía a caballo. Bío le hizo tres tuneles a Migueli y el encuentro se fue poniendo duro.
¿Cómo llegó al Barcelona?
Yo estaba todo el día jugando al fútbol en las calles de la Barceloneta y en la playa con chapas y pelotas de trapo. Un día, desde la ventana de su casa, me vio Montserrat, un exportero azulgrana, que me propuso ir a prueba al Barça y, claro, mi padre, que era marino, dijo que sí. Hice tres pruebas, tres partidos en los que marqué seis goles en el campo de la España Industrial y fiché en 1957 el mismo día que Charli Rexach. Yo era entonces un delantero hábil y fuerte.
¿Algún recuerdo especial de su ingreso en el club azulgrana?
Mi primer entrenador fue, nada más y nada menos, que Laszi Kubala en los alevines. Yo jugué con sus dos hijos. Lo mío es una historia... estuve 12 años en el Barça, mucho tiempo. En juveniles siempre quedábamos campeones, marcábamos más de 100 goles por temporada con Alfonseda, Pujol, Mora, Bosch... muchos de los que luego triunfaron en el primer equipo. Como entrenadores trabajé con Balmanya, Artigues, Flotats, Colomer, Kubala... aprendí muchísimo.
En edad juvenil tuvo un paso fugaz por la UD Mahón...
Sí, mi madre estaba enferma y como mi padre siempre estaba embarcado, vinimos un año y medio a Maó y jugué en la Unión con Roselló, que después llegó al Espanyol.
¿Cuántos partidos llegó a jugar con el primer equipo del Barça?
Unos 6 o 7. Jugué la Copa presidente y, ya como amateur, me cedieron al At. Catalunya y al Condal, con el que jugamos toda la temporada en el Camp Nou.
¿No hubo forma de convencer para quedarse en el Barça?
Me había casado muy joven y eso no era bien visto. Mi exmujer no era partidaria de la vida que llevaba y, además, por delante tenía a Eladio, Gallego y Torres en el centro de la defensa. Eran de los mejores centrales de Europa prácticamente. No tuve suerte aunque cuando salía para sustituir a alguno de ellos yo cumplía bien. Me ficharon porque era delantero y marcaba goles pero un día Flotats me puso de defensa, empecé a cortar juego y dar patadas y ahí me quedé. Quizás como delantero habría triunfado más.
Y del filial del Barça y habiendo jugado en el primer equipo se fue a un Tercera, ¿por qué?
Cuando me dijeron que no seguía perdí mucha ilusión. fue muyduro proque podía haber jugado en Primera. Salí con la carta de libertad y Domenech me llevó al Tortosa, en Tercera. Estuve un año y de allí me fui al Nàstic de Tarragona que pagó 500.000 pesetas por mi traspaso. Había jugado una gran campaña en Tortosa y con el Nástic, también en Tercera, ascendimos a Segunda A y estuve un año más.
Allí coincidió con Dauder, el técnico que más le marcó...
Sí, me ayudó mucho en una temporada muy dura para mi porque fue la de mi separación. Pero jugué a buen nivel, me quiso el Zaragoza pero acabé en el Terrassa, de nuevo en Tercera, porque Dauder me convenció para que me fuera con él cuando me había lesionado en el cuadriceps. Me hizo capitán del equipo y acabamos la temporada subiendo a Segunda División. Estuve dos años en el Terrassa, muy buenos.
En los que era la mano derecha del entrenador, ¿no?
Sí, cuando había un problema en el vestuario me llamaba para que lo resolviera. Se peleó a puñetazos con Bío y Guarasi, dos jugadores de color del Terrassa -Bío acabaría jugando en el Barça-, a los que había seguido porque estábamos concentrados para jugar en Valladolid. Ellos estaban con dos señoritas y él los descubrió y se liaron a mamporros y yo con ellos.
¿Después?
Fui al Mérida pero no me gustó lo que ví y no fiché. Entonces acabé en el Huesca, también en Tercera pero también logramos el ascenso a Segunda, con Carlos Lapetra como entrenador.
Fue entonces cuando decidió instalarse en Menorca...
Sí, con 30 años. Yo quería vivir en la Isla porque me gustaba y siempre había estado vinculado a ella. Mi tío estaba en la junta del Sporting Mahonés y me ficharon en la temporada 1977-78. Pero al año siguiente me peleé con Martín Vences que tenía un carácter fuerte como el mío y no quise seguir.
Menorca y UD Seislán para terminar la etapa de futbolista profesional, ¿no?
Sí, primero me vino a buscar Cecerón para el Menorca y después, cuando ya me había retirado, Manolete me convenció para jugar en la UD Seislán que acababa de subir a Tercera, en 1980.
¿Cuántas veces le expulsaron de un campo de fútbol?
Bastantes porque yo siempre entraba fuerte, levantaba los codos, me tiraba con decisión a la pelota pero con nobleza. Pegaba duro al balón y también lo hacía en los entrenos, nunca iba con mala fe pero sí con mala leche.
Inició su etapa de entrenador en el Sporting aficionados.
El club todavía me debía algunos atrasos y me convencieron para entrenar al amateur.
Había empezado entrenando a chicos pequeños con Cheche Orfila, y luego cogí al amateur con el que quedamos campeones en un equipo con muy buenos jugadores como Wamba, Víctor, Nito, Toyo, Miquel Viroll. Lo ganábamos todo.
Una carrera en los banquillos que fue intensa pero quizás corta...
Entrené a la UD Mahón dos veces, en Regional, a la Penya Blaublanca juvenil, CD Isleño juvenil en División de Honor, Atlètic juvenil en la misma categoría y CE Alaior en Tercera División junto a Nito Riudavets
Una pena que con su experiencia no haya trabajado más en Tercera, ¿no?
Es verdad, y me arrepiento de eso.
¿Por qué?
Yo estaba equivocado, me pensaba que lo sabía todo por haber sido profesional y jugado en el Barça y en Segunda División y creía que ningún entrenador monitor me podía enseñar nada en los cursos para obtener los títulos. Me creía que los demás sabían menos que yo por haber crecido dentro del fútbol. Eso hice que me pusiera a mucha gente en contra como Gonzalo o Millán porque yo me puse del lado de Toni May cuando había diferentes bados entre los entrenadores. Pero ahora sí me llevo bien. Podía haberme sacado los carnets para entrenar en Regional y Tercera o categoría nacional sin problemas pero no lo hice por mi carácter y limité mucho mi trayectoria en los banquillos.
Ese carácter...
Sí, ese carácter me jugó malas pasadas. Siempre he tenido a los jugadores a favor y a las directivas en contra. Soy futbolista y nací con una pelota en los pies. Creía en lo que hacía y eso daba de comer a mi familia en una etapa dura, de muchas penurias, en un barrio marginal como la Barceloneta y eso marcó mucho este carácter que tengo. El fútbol era lo mío y a través de él nunca he tenido miedo a nadie.