La nadadora de Ciutadella, Tita Llorens quería una revancha personal en aguas gallegas mes y medio después de su retirada en la denominada Batalla de Rande.
El objetivo era el mismo que a principios de julio: nadar en solitario los 54 kilómetros del recorrido que va desde la isla de San Simón hasta las islas Cíes y regresar de nuevo atravesando toda la ría de Vigo hasta la isla. Este recorrido siempre es de máxima exigencia por los cambios de marea, corrientes en contra y variaciones de temperatura del agua, y en el primer intento lo vivió de lleno. Tita Llorens tuvo que abandonar después de 7 horas y 20 minutos por las tremendas complicaciones meteorológicas y por la fuerte marea que acechaba el recorrido después de nadar 21 kilómetros.
De nuevo, el clima
Esta vez, la veterana menorquina quería intentarlo con un clima más optimista que la primera vez, o al menos eso parecía. «El parte era bueno para todo el fin de semana, de viernes a domingo, pero la temperatura bajó en picado. Yo pensaba que estaríamos a 17 grados, pero finalmente rondamos los 13-14», decía Llorens.
A las 5.30h, la nadadora empezó su segunda andadura en menos de dos meses por un recorrido inimaginable para la gran mayoría de los mortales. La sensación térmica era de 13 grados, con una tremenda oscuridad en el agua. Con el paso de las horas, se veía que otro obstáculo estaba a punto de aparecer para la de Ciutadella: la niebla. Ésta acompañó a la nadadora durante casi 8 horas, y hasta las 13h no desapareció para dificultar todavía más su recorrido. La niebla provoca que la temperatura ambiente sea más baja, principal factor de riesgo.
Llorens estaba nadando a 3'5km/h pero el avance era de aproximadamente 2'5, viéndose así la tremenda subida de la marea y las complicaciones que hay. Finalmente, llegó a las islas Cíes con verdaderos síntomas de hipotermia, temblando, vomitando por el inmenso frío que le cerraba el estómago y casi sin saber cómo lo había hecho. La de Ciutadella nadó sin neopreno 26'5 kilómetros de los 54 que tenía que realizar en 9 horas, 53 minutos y 18 segundos, con una temperatura del agua de 14-15 grados. «Cuando me dijeron que llevaba casi 10 horas no me lo podía creer, por un momento me planteé si podía seguir, pero hubiese sido un desgaste para nada», decía. Ella quería completar el recorrido en 16 horas, porque si no, la obligaban a salir del agua al tener prohibido el nado de noche por la baja temperatura. Pero otra vez, las condiciones meteorológicas, pudieron con la menorquina. Se esperaba que el mar estuviera calmado, pero solo fue al principio. «Estoy orgullosa de mi y de lo que he hecho. En dos meses he nadado la ida y la vuelta (en junio, para prepararse para los 54 kilómetros, nadó de las islas Cíes a la isla de San Simón) y he realizado un intento de 23 kilómetros que nada tiene que ver con nuestro Mediterráneo», comentaba.
La ciutadellenca estaba entrenando a 27 grados, y el cambio de temperatura del agua es muy grande. Las complicaciones de este tramo son infinitas, y destaca sobre todo, la variación de temperatura en el mismo sitio. «Un día estamos a 19 grados y al día siguiente a 14. Además, el viento sopla con mucha fuerza, y cuando esta vez parecía que iba a estar más tranquilo, ha sido todo lo contrario. Y las mareas también son muy inestables, tuve 2 horas de marea a favor y todo lo demás en contra».
La veterana nadadora estuvo acompañada por parte del equipo organizador de la Batalla de Rande, dos kayaks, una neumática y una embarcación dotada de los recursos necesarios para paliar situaciones de riesgo que pudieran sobrevenir. Llorens está muy agradecida de todos, y ella misma reconoce que le encantan estos retos. «Son desafíos que nadie ha hecho, y a mi, como más complicado sea, mejor. No me gusta hacer travesías que hace todo el mundo, por muy míticas que sean. Yo soy consciente de la dificultad y no me quejo de nada de lo que yo misma me he buscado», finalizaba la valiente Tita Llorens.