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El verano que vivimos peligrosamente

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Menorca despuntó el año pasado como la Isla del archipiélago donde más aumentó la presión humana durante el verano, y esto ha provocado que el debate sobre la saturación, vuelva a sobrevolar en el ambiente. Si Baleares alcanzó durante 2022 las 16.475.429 llegadas turísticas, Menorca se situó en el récord de las 1.620.795, de las cuales julio y agosto concentraron 682.117. En este contexto, en 2022 se pulverizaron todos los récords tanto en movimiento de pasajeros como también en gasto turístico. Casi 100.000 vehículos de pasaje (sin contar camiones de mercancías ni coches destinados a su venta o alquiler) desembarcaron en los puertos de Maó y Ciutadella. Una cifra récord en toda regla, bastante por encima de los cerca de 85.000 automóviles no profesionales con conductor que llegaron a Menorca a lo largo de 2021. Solo en el mes de agosto, desembarcaron en Menorca unos 20.000 automóviles con conductor, lo que supuso una media superior a 600 diarios. El aeropuerto de Menorca también marcó cifras nunca vistas antes, alcanzando en 2022 cerca de 4 millones de pasajeros. Su hito anterior estaba en los 3.495.025 en 2019.

Todo ello ha acabado provocando que se haya agudizado la sensación de sobrecarga turística durante los meses de temporada alta y que, según la encuesta del Instituto Balear de Estudios Sociales, la principal preocupación de los menorquines esté hoy día en la congestión de turistas y vehículos, una variable puede conducir al deterioro del entorno natural o la saturación de la red viaria. Si nos miramos la gráfica de presión humana diaria del Instituto Balear de Estadística y la analizamos a través de los años, podremos comprobar que en 2010, Menorca estuvo por encima de las 200.000 personas un solo día durante el mes de agosto. En 2022, en cambio, fueron 38 días y, por lo tanto, hemos estado transitando claramente de las sensaciones a las realidades porque cada año que pasa, hay más gente en verano.

Uno de los elementos que más ha contribuido a aumentar la sensación de que estamos llegando al límite de capacidad soportable ha sido la eclosión de la oferta de vivienda turística ilegal, auspiciada por las plataformas digitales. En Menorca hay actualmente 81.045 plazas turísticas reconocidas entre hoteles y apartamentos, pero en estos momentos, se calcula que entre 30.000 y 35.500 personas, no se saben dónde pernoctan cuando llegan a Menorca en verano. Una cifra que es el resultado de restar la población empadronada y las plazas turísticas declaradas. En este sentido, comenta el GOB que si puede haber cinco personas en cada alojamiento ilegal, se cree que puedan existir unas 7.000 viviendas turísticas no declaradas. Desde el Consell Insular de Menorca se reconoce la dificultad de luchar contra esta situación pese a que cada año se estén incrementando el número de inspecciones.

Históricamente, la desestacionalización ha sido un factor de combate recurrente por parte de la política turística de Menorca. A la tradicional hibernación de temporada baja, agravada por una práctica desaparición de la oferta disponible, se la ha combatido desde la promoción, con resultados que en 2022 alcanzaron su máxima expresión, elevando de tres a siete meses la duración de la temporada. El año pasado más de 100.000 turistas llegaron en los meses valle.

Desde el Cercle de Economia de Menorca se apunta que no basta con perseguir solo el aumento del turismo en temporada baja si ello no va acompañado de un reequilibrio, reajustando los excesos en la temporada alta. Menorca está de moda, sí, pero la cuantificación del éxito, no puede medirse exclusivamente por el número de turistas. De mantenerse esta percepción, se podría romper el equilibrio entre la explotación turística y la garantía de calidad de vida que hemos gozado hasta la fecha. La limitación de la entrada de vehículos, el establecimiento de cuál tiene que ser la capacidad máxima que podemos absorber ligada a los recursos disponibles o dejar de responder a la demanda que se está creando, son algunas de las fórmulas que se apuntan.

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