La recopilación editorial de artículos periodísticos tiene un público fiel. La siempre interesante producción de Arturo Pérez Reverte y Javier Marías es un buen ejemplo en el ámbito literario nacional. Y en Menorca es Pedro J. Bosch quien mantiene viva esta tradición, una labor que le sirve al autor para hacer un alto en el camino, tomar aire, reflexionar y hacer reflexionar al lector, y reemprender con renovado ánimo la larga ruta de sus perplejidades.
En la reciente presentación de "Inventario de perplejidades", el último libro de Pedro J. Bosch que ha editado Sebastià Rotger, el periodista y ex director de este diario Joan Cantavella realizó un breve pero documentado recorrido por la evolución del articulismo y se centró posteriormente en el elogio, de todo punto merecido, del trabajo de Bosch, felicitación a la que me sumo porque el colaborador decano del "Menorca" proporciona a sus lectores una nueva muestra del elegante estilo periodístico que ha ido moldeando de forma brillante en los últimos lustros, ya que a mi juicio ha alcanzado justamente su mejor expresión en plena madurez.
La obra periodística de Pedro J. Bosch cuenta con un público fiel y, además, con un prologuista de renombre y experto en la materia: Joan Cantavella es un madrileño de Castellón cuya trayectoria siempre ha contado con mi admiración. Asumió muy joven la dirección de "Es Diari", lo que, visto desde mi experiencia en la casa, implica un incuestionable doble reto, y tras una corta aunque intensa dedicación (1976-1978) en que implantó un modelo más profesional para nuestro periódico, Cantavella se reincorporó al "Ya" de Madrid. En el rotativo de Editorial Católica ejerció primero como redactor jefe de información local y al cabo de unos años fue nombrado redactor jefe de cultura. Al cerrar el diario madrileño, Cantavella encaminó sus pasos hacia la docencia; primero impartió clases en la Universidad Antonio de Nebrija y desde hace algunos años es el titular de la cátedra de Redacción en la Universidad San Pablo-CEU.
Por vía de una larga y entrañable amistad, Pedro J.Bosch ha conseguido que Joan Cantavella sea su prologuista de cabecera, pero también su consultor periodístico. Bosch y Cantavella forman un tándem bien compenetrado y el lector de "Inventario de perplejidades" puede percibirlo inmediatamente al adentrarse en el magnífico prólogo que firma el catedrático; así como a lo largo de las sucesivas páginas al valorar la argumentada selección de artículos que ha realizado el autor en esta última entrega de su producción periodística. Debe subrayarse asimismo que Pedro J. Bosch exhibe un cuidado exquisito en su lenguaje, algo que hay que agradecerle sinceramente, entre otras cosas porque uno se ha hartado de leer –obligado a leer por razones profesionales- artículos sin un mínimo contenido sustancial y, lo que es peor, con una redacción que deja mucho que desear. Y no malinterprete el lector que me circunscribo a Menorca, no; artículos malos en cuanto a su despreocupada escritura también pueden leerse en la prensa de alcance regional y nacional.
Y una última nota: En el acto de presentación celebrado en el Ateneo de Maó, Pedro J. Bosch tomó prestada una expresión de su amigo Tomeu Gili para manifestar su rotundo rechazo a los artículos en los que sus firmantes parece que se sirvieran para su elaboración de una minipimer en la que echan montones de palabras y frases y las trituran sin rubor alguno. Suscribo plenamente esta crítica. Utilizar una prosa correcta -y aun elegante- al escribir un artículo es una tarea que obviamente no puede equipararse al respetable oficio de freír churros, por mucho que existan autores y lectores que así lo consideren. En fin. No hay que redescubrir ahora que Bosch es un excelente articulista que siempre tiene algo que comunicar y que huye del texto previsible. Lean el inventario y se convencerán ustedes mismos.