«Durante toda mi vida intenté infatigablemente recuperar lo que había de España en mi sangre, pues para mí era la verdad», escribió Camus en «Carnets, 1949-1959», en alusión a sus orígenes menorquines, donde ahora se encuentra su nieto, Antoine Maisondieu, un perfumista francés afincado en París.
Antoine Maisondieu, hijo de Catherine Camus, asiste estos días en Sant Lluís a los Encuentros Literarios Mediterráneos que se celebran en homenaje a su abuelo, cuando se cumplen 60 años del Premio Nobel de Literatura que se le concedió.
Menorca era la tierra de la abuela materna de Camus, Catalina María Cardona, una payesa oriunda de Sant Lluís, que emigró a Argelia donde nació el escritor y que ahora ha conocido su nieto.
«Aunque no había estado antes en Menorca, he tenido un sentimiento de cercanía. Hay algo familiar, aquí la gente es más verdadera», ha señalado este perfumista que trabaja para algunas de las firmas más conocidas.
Dice estar «muy conmovido y orgulloso» de ver cómo se valora a su abuelo, «lo que hace que siga vivo y querido» y asegura que ha aprendido mucho estos días porque en los encuentros literarios mediterráneos hay muchos expertos que saben de su obra mejor que él, que no llegó a conocerle.
Por eso, su asistencia a los encuentros le ha acercado también a su madre y le ha hecho comprender el trabajo que hizo para que la obra de Camus se mantuviera viva.
Su madre le ha transmitido el amor por la vida, por el Mediterráneo y por España, y valora de su abuelo la honestidad intelectual, la simplicidad, el recordar sus orígenes, la rebelión y el no aceptar la pertenencia a una creencia en particular, explica Maisondieu.
También le gusta de Albert Camus «su poesía, su forma de hablar del calor, del sol y también su proximidad, su cercanía al ser humano. Hay en él un deseo de ayudar al hombre, de darle las claves para vivir».
El novelista, ensayista, dramaturgo y filósofo francés nacido en Argelia el 7 de noviembre de 1913 murió en un accidente de tráfico el 4 de enero de 1960 al estrellarse el coche en el que viajaba de copiloto contra un árbol, en una carretera a las afueras de París.
La Academia sueca le concedió en 1957 el galardón de las letras cuando Camus contaba solo 44 años, y lo hizo, según explicó entonces, por «una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy».
Su nieto asegura que se siente «un poco pequeño» para valorar la aportación de su abuelo a la sociedad pero explica que, según él, lo más importante fue volver a poner al hombre en el centro de las cosas y no tener miedo de oponerse, a la resistencia.