La publicación de un libro de investigación tendría que ser una oportunidad para arrojar luz acerca de un tema virgen, del cual se haya profundizado poco o nada. Este es el caso de La telegrafia òptica a Balears de Àngel Aparicio (Documenta Balear 2020) que analiza los métodos de comunicación del estamento militar entre Mallorca y Menorca durante el siglo XIX. La telégrafos ópticos eran los antiguos ojos de Mallorca que velaban por la seguridad de las Islas.
Àngel Aparicio es investigador y especialista en arquitectura militar, además de presidente del Grup per a l'Estudi de les Fortificacions Balears. Habla y vive con pasión de un tema del cual él es un referente en Mallorca. «La telegrafía óptica -explica- es una transmisión de mensajes cifrados de un lugar a otro para que un hipotético enemigo no sepa de lo que se está hablando. La finalidad es comunicar el mensaje con rapidez. Hoy en día tenemos medios muy potentes, pero en su momento el único sistema que había era el visual. Para ello se utilizaban diferentes artilugios como palas, bolas o banderas».
Los enlaces más utilizados entre las dos principales Islas los hacían las torres de Bajolí en Menorca y de Son Jaumell en Artà, que fue la primera en construirse. «Son Jaumell se vació. Los documentos apuntan a que se macizó y se instaló un palo de telégrafo. Cuando se abandonó, con el movimiento y el viento cayó, y aplastó la torre. Actualmente sólo queda el cuerpo».
Uso civil y militar
Según la postura diferente de las palas se representaba una letra. De esta manera, se iban creando palabras que componían mensajes concretos. Así como la señal de saludo era siempre la misma, las que tenían más importancia se iban renovando por motivos de seguridad militar.
Las torres de telegrafía óptica tenían una función básicamente militar pero también estaban a disposición del uso civil. «Si los ciudadanos pedían permiso se podían usar. Por ejemplo, para informar a la Comandancia de que se había avistado un naufragio en una zona alejada de Palma».