Quien pretenda seguir la huella artística de Marianela Gallardo (Patagonia, 1975) lo tiene fácil. Hasta el próximo 23 de julio se puede visitar en la sala El Roser de Ciutadella "Pasajera en tránsito", una antología de la obra de la pintora argentina que repasa su etapa menorquina, esa que está viviendo desde 2004.
La visita a la exposición está organizada de forma cronológica, un paseo por cerca de medio centenar de obras, una instalación artística, varias esculturas y, por primera vez, sus libros de artista, esos cuadernos en los que apunta todo cuando viaja y cuyas notas acaban convirtiéndose en obras de arte. Su trayectoria tiene dos etapas bien diferenciadas. La primera, la oscura, casi exclusivamente con tinta china, remite a sus orígenes, a cuando pintaba sin parar "hasta en cartones de pizza. Tenía mucho papel y se me soltó la mano antes, cuando veía una tela, me cortaba un poco", confiesa ahora rodeada de sus lienzos. Después, el color fue entrando en su vida poco a poco para dar forma a esa segunda etapa fruto de "una evolución personal" y también del entorno que le rodeaba. "Cuando llegué mis cuadros eran oscuros porque yo estaba oscura luego, los colores de la Isla me fueron entrando, los tonos del cielo, las aguas celestes y turquesas, todo eso me ha calado", reconoce. "Pasajera en tránsito" es como un cuaderno de viaje en el que, más allá de la evolución en lo que a tonos y colores se refiere, constata otro dato importante. "Con esta exposición veo que en todos este años se ha afianzado el estilo que estaba buscando aunque salte de una temática a otra o varíe en la técnica, el estilo está ahí y el hilo conductor es el dibujo escultórico", explica. Cambios y constantes Estamos ante una muestra que refleja cambios pero que también pone el acento en las constantes., como ese trazo grueso tan característico de la argentina, la decidida apuesta por los grandes formatos y la mujer como principal protagonista de sus cuadros. Gallardo tiene claro que ser artista implica arriesgar e investigar, y en ese sentido reconoce que en ocasiones le preocupa repetirse. "A veces tengo un cuadro hecho y cuando lo termino de doy la vuelta y empiezo otra vez hasta que aparecen cosas nuevas. Aún así hay posturas que tengo grabadas que me salen de forma automática, pero con la búsqueda consigo composiciones nuevas". Ello implica trabajar con la táctica de ensayo y error sin ningún tipo de reparo. La base parte de sus trazos "fuertes, arriesgados y contundentes" pero luego están esos otros "que pasan por dentro y son involuntarios a la figura" y a los que la artista se refiere como "los arrepentimientos", que resultan de un proceso de trabajo que consiste en "buscar e ir guardando los errores detrás", elementos que a la postre dice que otorgan plasticidad "cuando abstraigo lo que no corresponde y dejo lo que sí encaja". En lo que se refiere al resultado, reconoce que el error juega un papel "otorgando estructura, hace que el dibujo parezca vivo, en movimiento". Forma, color y composición. Ese es otro de los puntos claves de la pintora. Su expresionismo hace que tienda a lo "gestual, a la locura de dejarse llevar", pero detrás de ese impulso hay una parte que es totalmente compositiva y planificada, con diferentes capas de estructuras que proporcionan "la solidez que sostiene una obra y que hace que la puedas mirar, que te atrape". Algo que está, a su juicio, directamente relacionado con el ritmo: "La composición hace armoniosa la obra y el ritmo que genere movimiento hay una jerarquía, igual que en la música, hay un orden". Otra cosa que ha crecido con el paso del tiempo es el formato. Enfrentarse a proyectos de gran tamaño es un reto que le atrae "porque puedes fluir con mayor libertad la expresión física, más expresividad, no te tienes que limitar al movimiento de la muñeca", concluye Gallardo. La exposición se podrá visitar en El Roser hasta el 24 de julio.Lo más visto
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