«Sí, somos comediantes... y muchas otras cosas. Vivimos en una de la islas más pequeñas del Mediterráneo y hacemos teatro». Esa es la carta de presentación de La Resistencia, un proyecto surgido a raíz de una residencia artística dirigida en 2020 por el argentino Gabriel Rosas que arrancó poco antes de la pandemia y maduró durante la misma haciéndose más fuerte. El resultado fue «La resistencia de lxs invisibles», una obra que se estrenó en el Teatre Principal de Maó, pieza con la que han madurado en diferentes escenarios.
«El confinamiento colectivo de la primera obra y la diversidad del grupo nos hizo más fuertes. Aunque muchas veces nos cuesta entendernos, la realidad nos devuelve que la fuerza colectiva ha sido imprescindible en nuestro proceso», explica uno de los miembros de la compañía, Endika Izquierdo.
Un impulso que generó otro montaje «El Descubrimiento & Cheinstein» y que ha servido también para tomar inercia hacia el tercer proyecto, al que comenzarán a dar forma en unos días bajo el título de «Carrer de sa comèdia» y para el que se pondrán de nuevo a las órdenes de Rosas, autor también del texto. Una apuesta artística con la que pretenden seguir avanzando en sus objetivos. «Queremos generar la confianza para que apoyen nuestros proyectos, atraer a un público que no acostumbra a ir al teatro, romper con las lógicas de mercado en busca de una identidad grupal o luchar para que las instituciones reconozcan nuestra labor y los/las artistas podamos cobrar salarios dignos», resume Izquierdo.
Relatan desde La Resistencia que sepultados bajo el Teatro Principal, donde la obra se estrenará el próximo 27 de marzo, «están los restos del Teatro de la Misericordia y los actores y actrices que supieron poblarlo». Se refieren a personajes del Siglo de Oro Español, la Commedia dell'Arte Italiana, la Comédie-Française y el Teatro Isabelino. «Son prisioneros de los círculos cambiantes de la memoria y sometidos a la eternidad de los tiempos de la repetición. Atrapados en constante olvido continúan su actividad a la sombra, esperando la candileja que los devuelva a la luz», apuntan desde la compañía.
Por su parte, Rosas reconoce que su afecto por el teatro es «subjetivo, emocional. Busco crear un mundo, una atmósfera; pero por sobre todas las cosas, rescatar un hecho particular de la historia del teatro menorquín. Intentaré mediante los personajes crear la emoción, el encanto y los detalles de los cuales se valía el teatro popular».
Pero para seguir resistiendo, la compañía necesita de la colaboración del público y dar vida a los fantasmas del corral de comedias. Es por ello que han puesto en marcha una campaña de micromecenazgo a través de la plataforma Verkami. Algo habitual en los últimos tiempos pero que en esta ocasión apuesta por una original idea: una invitación a apadrinar la antigua escenografía para poder construir la nueva.