A Eleonore Bernair (Bruselas, 1966) «los caminos de la vida» la han guiado hasta Menorca, donde reside desde hace diez años. La artista belga no se ha prodigado mucho durante ese periodo con exposiciones en la que ahora es su casa, pero confiesa que los últimos acontecimientos pueden hacer que eso cambie. Está hablando del premio que recientemente ha conseguido en la Feria Internacional de Arte de Barcelona (Fiabcn), donde se ha alzado con el ‘Realism Award'.
Un galardón con sabor menorquín, ya que lo ha ganado gracias a los cuadros en los que retrata el mar de la Isla. Propuestas artísticas que a simple vista se incluirían dentro de la corriente del hiperrealismo, una etiqueta que, sin embargo, no es del agrado de la pintora. Ella prefiere hablar de «realismo orgánico» en relación a que le gusta «que se pueda ver el trazo de los pinceles». Explica que sus obras desde lejos puede parecer fotografías, pero que las perspectiva cambia a medida que uno se acerca a ellas: «No quiero que parezcan fotos, lo que pretendo es conseguir una pintura que sea eficaz».
La artista belga vende sus obras alrededor del mundo participando en múltiples exposiciones. Propuestas en las que su seña de identidad es el mar. Un elemento en el que decidió especializarse después de haber abordado otras temáticas. «En una vida no hay suficiente tiempo para alcanzar la maestría en todos los campos, yo he optado por intentarlo con el mar», confiesa.
Para perseguir ese objetivo, y después de haber vivido también unos años en Eivissa, Menorca es el paraíso que buscaba. «El mar menorquín tiene algo especial para ser retratado», confiesa la pintora, quien valora de una forma especial las diferencias que se pueden encontrar entre el litoral norte y sur y el hecho de que «cada playa tenga su encanto». La artista reconoce sentirse especialmente seducida por la belleza que desprende la Isla durante la época invernal.
Su procedimiento de trabajo no varía. El primer paso consiste en tomar una fotografía. Después deja paso a «la inspiración», lo que conduce a cambiar las sombras y la composición: «Luego decido lo que resulta interesante de las imágenes», confiesa. Tal y como se puede leer en la declaración artística que figura en su presentación, su relación con el mar se caracteriza «por una fascinación que trato de llevar con cautela y cierta desconfianza hacia la subjetividad emocional cuando estoy trabajando sobre un lienzo».
Bernair se muestra muy satisfecha con el eco que su obra ha logrado en la feria de Barcelona. Una cita que gana prestigio en cada edición que suma y en la que han participado alrededor de 120 expositores de 35 países presentando pinturas, fotografías, dibujos, ilustraciones, arte digital, instalaciones y esculturas.