Reconoce Mercedes Angusto que hay exposiciones «con las que sufres», pero que ese no es el caso de «Amics de la mar», la muestra que actualmente exhibe en la Galería Retxa de Ciutadella hasta finales de este mes. «Realmente he disfrutado mucho del proceso», confiesa, y en ello ha tenido que ver en gran medida el hecho de que haya descubierto un lugar tan especial como las canteras de Robadones, en la línea que divide los municipios de Maó y Es Castell, y las embarcaciones que allí habitan.
Un espacio desconocido para la artista catalana, que está muy conectada en Menorca, donde también tiene un estudio, sobre el que comenzó a investigar hace un año y medio de la mano de esa agrupación que vela por el patrimonio marítimo de la Isla que da nombre a la colección y de la que ahora la pintora también es socia. «Cuando entré me quedé tan impresionada que pensé ‘esto lo tengo que pintar'. La historia que allí encontré me apasionó», rememora.
Y así nacieron las 25 obras que cuelgan de las paredes de Retxa. Piezas algunas de ellas que se pintaron al refugio de la propia cantera, mientras que otras tomaron vida en los dos talleres de Angusto. «Cuando veía las barcas pensaba en la gente que las había utilizado, en las risas de los niños que navegaban en ellas, en la mala mar y la mar plana, en los atardeceres… En la vida de los habitantes de las barcas», explica. Un proceso para el que se ha nutrido también de las fotografías que le sirvieron como base y que invitaban a la creadora a dar rienda suelta a su imaginación.
Esta etapa creativa en Robadones ha supuesto «una evolución» en la carrera de la pintora, más preocupada antes «por que quedara bonito» y que ahora ha desembocado en un «resultado más libre». Un proceso para el que se ha servido prácticamente solo de una espátula y sin realizar bocetos previos: «Me dejo llevar», resume. La particular luz que habita en la cantera, con sus luces y sombras, ha afectado también a su paleta de colores. Tras cerrar hace años la etapa de grises, ha vuelto a ella aparcando las obras más luminosas de los últimos tiempos. «Esta etapa me ha llevado a una nueva forma de pintar y en realidad he ampliado la paleta», sostiene Angusto.
La creadora destaca ese ambiente «como de una atmósfera teatral». Un espacio muy inspirador que le ofreció además la posibilidad de «sentir una sensación como de estar pintando sobre un escenario». Un lugar en el que ha trabajado «para sacar a la luz» unas barcas que la artista califica como «durmientes».
Si la parte creativa ha sido un placer, ahora lo que toca es intentar trasladar ese gozo al espectador. Y para ese proceso cita a Edgar Degas: «El arte no es lo que ves, sino lo que haces que otros vean». Al respecto, añade que en su caso el triunfo que persigue como artista «es transmitir la emoción que yo he sentido al pintar. Lograr trasladar una mínima parte de ese sentimiento ya lo considero todo un éxito».
La exposición «Amics de la mar» es en realidad en principio de un nuevo proyecto: «Me queda mucho por pintar todavía en Robadones», confiesa la artista, quien reconoce la inspiración que le produce la Isla a la que está ligada desde hace veinte años, y que ya hemos podido ver reflejada en otras exposiciones, como la que dedicó tiempo atrás a la arquitectura de Ses Voltes, en Ciutadella. «Pintar Menorca es la forma que tengo de demostrar mi amor por la Isla», resume.
«Amics de la mar» . En la Galería Retxa de Ciutadella, hasta el 25 de agosto.