La intención manifestada el pasado mes de julio por el Ayuntamiento de Maó de comprar a la Fundació Sa Nostra la Sala de Cultura de Sant Antoni se ha consumado finalmente esta semana tras ser ratificada la operación por la junta de gobierno. Según informan desde el Consistorio, ahora solo queda pasar por notaría «para que sea efectiva».
Un cambio de titularidad que a priori no llegará con grandes novedades, al tratarse de un espacio que desde hace años viene siendo gestionado por el Consistorio. Sus nuevos propietarios hablan por esa razón de «una evolución natural». Como ya se argumentó en su día, con la compra se pretende que el emblemático edificio sea partícipe de un equilibrio entre lo público y lo privado, especialmente en un contexto marcado en los últimos años por la proliferación de galerías de arte particulares.
El modelo de gestión será continuista, como uno de los tres espacios culturales municipales de referencia en la ciudad, junto a la Sala de Audiencias del Claustre del Carme y Ca n’Oliver. Las exposiciones de diferentes artes seguirán siendo la principal actividad de un espacio que también está a disposición de distintas entidades para acercar al público sus propuestas. Una de las funcionalidades que se potenciarán en esta nueva etapa será el mayor aprovechamiento de las aulas del edificio para impartir cursos de formación y ocupación.
En lo que se refiere a futuras inversiones, no existe un plan definido. Aunque desde el Consistorio sí reconocen que una de las prioridades sería la instalación de un sistema de climatización en el espacio, aunque por el momento no se han concretado plazos.
El inmueble, como ya se informó en su día, será adquirido por un valor de 627.000 euros, de los que 408.000 serán financiados con fondos europeos gracias a una convocatoria de la Conselleria Turismo, Cultura y Deportes. Los 200.000 euros restantes los aportará el Consistorio.
El equipamiento tiene una superficie de 200 metros cuadrados y cuenta con dos aulas de 28 plazas cada una. Su sala de exposiciones, en la nave central del edificio, tiene una capacidad de hasta 90 personas. En cuanto a la historia, se trata de una ermita medieval, construida extramuros, que quedó incorporada al tejido urbano durante la expansión de la ciudad en el siglo XVII. La fachada mantiene las líneas neoclásicas y data de 1790.
¿Y el agua potable pá cuando?