Que una médica de familia de Teruel haya dedicado una trilogía de novela negra a Menorca resulta, cuando menos, interesante. Rosa Blasco visitó la Isla hace más de treinta años, cuando, al abrirse una cuenta con el flamante marido, el banco les regaló una semana en el hotel que eligieran de España. Escogieron Menorca. «En el vuelo de vuelta a la Península ya queríamos volver. Y eso hicimos los próximos treinta y dos años. Cada año vamos a Menorca durante una semana, primero solos y luego con mis hijas. Es nuestro lugar en el mundo», celebra la autora, que ayer presentó «Fatalidad» (Maeva), la última entrega de dicha trilogía, en la Llibreria Sa Catòlica de Maó –la librería de España, asegura, que más títulos suyos ha vendido–, y hoy visita la Biblioteca Can Sales de Palma.
La serie arrancó con «Premonición», ambientada en el Llatzaret de Maó, «unos reductos donde las naves hacían cuarentena de grandes epidemias como el tifus», por eso, fue, literalmente, una premonición, porque cuando empezaba a trabajar en la novela estalló la pandemia del coronavirus. En esa primera entrega, la doctora Simonetta Brey –también médico de familia– desembarcaba en Menorca junto al comisario Darío Ferrer para investigar el caso de unos médicos asesinados.
Pulsión
En este caso, la pulsión que movía la historia era la venganza, en la segunda parte, «Perturbación», lo hacían los celos. En esta tercera, la vertiente espiritual y religiosa cobra especial importancia cuando encuentran en la cantera de Lithica (Pedreres de s’Hostal) el cadáver de un sacerdote y otro joven. Además, la escritora cuenta que en uno de sus viajes a Menorca descubrió que había un centro budista tibetano, algo que enseguida le llamó la atención.
En este sentido, Blasco explica que «he unido el cristianismo, sin pretensiones muy elevadas claro está, para sacar a la luz temas de actualidad, de nuestro entorno». «Por ejemplo, también hablo de un centro de discapacitados psíquicos, un sitio que como médico he visitado a menudo. Quería elogiar la gran labor que llevan a cabo las personas que trabajan allí; son profesiones entregadas que me permiten tratar distintos aspectos a los que la novela negra se presta, dicho sea de paso», detalla.
Y es que, avisa, la novela negra no solo surge de los bajos fondos, no solamente ocurre en callejones oscuros de suburbios, sino que en este tipo de historias «concurren gente de muy diversa clase social y procedencia, también con creencias distintas». «Tras la mayoría de crímenes están las pulsiones humanas, premeditadas o no. Desde el punto de vista de las víctimas también hay algo de fatalidad, el hecho de estar en el momento inadecuado en el sitio incorrecto. Con todo, una vez leída la novela, el lector llegará a la conclusión de que en esa fatalidad o mala suerte también puede haber algo que hemos podido elegir. Es decir, creo que tenemos cierto libre albedrío. Esa es una buena cuestión para tratar como ejercicio en un club de lectura».
Circunstancias
Como médica de familia, apunta, «tenemos un código genético inamovible, pero también influyen las circunstancias del modo de vida». Prueba de ello, cuenta, es que tenía tres hermanos varones, de unos sesenta años y dos de ellos murieron en una semana de un infarto fulminante. «El tercero, que estaba con metadona porque era heroinómano y no se cuidaba hasta dos años antes, vino a la consulta para unos análisis y resulta que estaba todo bien. No sabemos qué va a pasar, pero lo cierto es que de momento está bien», recuerda. Otro ejemplo, propone, lo dio la DANA de València. «Fue una catástrofe, en parte evitable, donde hubo gente que arriesgó su propia vida para salvar a desconocidos. Otros, por su parte, aprovecharon para robar, y no por necesidad. Dentro de la fatalidad existe un atisbo de libre albedrío», justifica.
En este nuevo volumen, además de Menorca también aparece Sevilla, especialmente el Palacio de las Dueñas, propiedad de la casa de Alba. «Es un reducto de paz y belleza y como el padre Eladio, una de las víctimas, era de Sevilla, pensé que sería una buena ocasión para viajar hasta allí. Me gusta sacar localizaciones y paisajes con belleza en mis historias», reconoce. «Como lectora, me interesa lo original y diferente, algo que mis lectores agradecen también, porque mis historias tienen un toque macabro, lógicamente al tratarse de novela negra, pero a la vez hay belleza, jardines maravillosos, aguas turquesas y cielos azules. Ese es el plus que creo que hace que mis obras gusten», razona.