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Una revisión moderna de los pecados capitales en el Convent de Sant Diego

La artista mallorquina Ela Fidalgo exhibe en Alaior una parte de su proyecto ‘Paraíso perdido’: tres obras de gran formato que cuestionan los valores morales de la sociedad actual

Las obras se podrán contemplar hasta finales de septiembre en el Convent de Sant Diego | Foto: Katerina Pu

| Alaior |

Ela Fidalgo (Palma, 1993) tiene un método de trabajo muy definido. Acostumbra a formularse preguntas a las que busca respuesta a través de sus obras, cuestiones casi siempre relacionadas con «el comportamiento humano», según ella misma reconoce, «tengo como una obsesión por conocer más allá de lo que vivimos terrenalmente». Algo que se puede comprobar en «Paraíso perdido», uno de sus trabajos más conocidos y que actualmente se puede visitar en la sala número 2 del Convent de Sant Diego en Alaior.

Se trata de una colección que gira en torno a los siete pecados capitales, aunque a la Isla, por cuestiones logísticas, llega tan solo con tres de ellos representados en obras de gran formato, la soberbia, la envidia y la avaricia, que a juicio de la artista «ligan muy bien con el contexto actual del mundo».

Fidalgo, posando con su obra. | Foto: Cortesía de Marc Bibiloni Gallery

Fidalgo toma como base referentes artísticos que, como El Bosco, por ejemplo, trabajan en la Edad Media mucho sobre cuestiones como el cielo, el infierno y, por supuesto, los pecados capitales. Conceptos a los que la creadora mallorquina aporta con sus obras una visión contemporánea: «He querido hacer un reflejo de la sociedad actual», resume.

Las obra de Fidalgo, que combinan elementos como pintura, escultura y técnicas de bordado, configura en su conjunto un universo visual muy simbólico. Una mirada artística que aborda también cuestiones como la identidad o la belleza no normativa, pero casi siempre poniendo el foco en los valores éticos y morales de la sociedad actual.

La creadora se formó como diseñadora de ropa iniciando una prometedora en el mundo de la moda, pero pasado un tiempo optó por reconducir su carrera hacia el arte contemporáneo. Sin embargo, en sus proyectos se pueden encontrar elementos que recuerdan a sus orígenes, como la ropa o los bordados. «Me retiré de la moda porque no creía en ese sistema de producción, no me sentía a gusto con él», relata Fidalgo, quien más allá de «los números» que importaban a las firmas buscaba «algo que me llenara».

Al final, reconoce, «es la propia vida la que te va guiando», y ahora se siente mucho más cómoda con una faceta creativa que le permite relacionarse con el público de una forma más directa, con el que le gusta establecer una especie de juego. «De lejos, mis obras pueden parecer muy coloridas y naíf, pero en mis trabajos siempre hay que escarbar un poco. No es tal cual lo que ves, hay un mensaje camuflado, disfrazado, que te está diciendo algo muy crudo», concluye.

«Paraíso perdido». En el Convent de Sant Diego hasta el 30 de septiembre.

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