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Díez Alaba lleva la luz menorquina a Donostia

El artista vasco, que desde hace cuarenta y cinco años reside en Menorca, expone en Ekain Art Gallery un total de 23 obras realizadas en la Isla, que destacan por su luminosidad

El artista Mikel Díez Alaba conversa con unos de sus amigos que ha visitado su exposición en Donostia, en la que pueden verse veintitrés obras | Foto: EKAIN ART GALLERY

| Menorca |

«Momentos del tiempo» es el título de la nueva exposición del pintor Mikel Díez Alaba (Bilbao, 1947) que desde el pasado día 4 y hasta el 11 de octubre puede visitarse en Ekain Art Gallery, que está situada en la Parte Vieja de San Sebastián/Donostia. Una muestra artística que está formada por veintitrés obras que irradian con maestría la luz de Menorca y que, excepto una, han sido creadas en su taller de Alaior, ciudad en la que fijó su residencia en 1980. «Ha quedado una exposición muy bonita, muy luminosa, una característica que insisten todos los que la han visitado, ahora le estoy dando vueltas a ello, porque la luz esa del Cantábrico no es lo mismo, es otra luz completamente distinta, el mar es gris y verdoso, es plata en ocasiones, es otro mundo. Es la luz lo que persigo continuamente», asegura Díez  Alaba.

La exposición pictórica de Mikel Díez Alaba es una selección de obras de diferentes épocas y tamaños que ha realizado la galerista Rita Unzurrunzaga Schmitz, propietaria de la galería fundada por su tío Juan Cruz en 1996 que tras su jubilación ella aceptó coger el relevo. «Es una selección de piezas que eligió la galerista para exponer de distintos momentos de mi trayectoria artística, de las siete piezas grandes hay una del 1986, que está pintada en Binissaida de sa Torre, en Es Castell, donde residía, y la más reciente de las grandes es de 2021, que pinté en mi taller de Alaior, por eso son momentos del tiempo. Luego todos los cuadros pequeños y medianos son recientes, tienen menos de un año, que he pintado en este taller, y los mandaba desde la Isla. Hace unos días me decían ‘haces unas cajas maravillosas para los embalajes’, lo mismo que pinto, embalo con el mismo amor», asegura.

Siete cuadros de gran formato cuelgan de las paredes de Ekain Art Gallery, mientras que las dieciséis obras restantes se dividen entre tamaño mediano y pequeño, que han    tenido la Isla como fuente de inspiración y lugar de ejecución, con la excepción de uno que el artista fue dando vida en su ciudad natal. «Esta obra la estuve pintando en viajes que yo hacía a Bilbao, ciudad en la que tenía un espacio y en cada viaje pintaba un poco. Lógicamente, aunque esté pintado en Bilbao, el espíritu venía de otro lugar por la luz, una de las constantes que todos han visto, la luz especial que tiene toda la obra, de hecho    fue un poco lo que me llevó a Menorca, la búsqueda de la luz, la luz especial que tenía la Isla y que me ha acompañado durante los 45 años que llevo en la Isla, llegamos en el año 1980 a afincarnos, justo había estado dos años antes», señala.

El artista recuerda que su casa y taller en Alaior    es «una antigua fábrica de calzado que reformamos, eran dos naves, tiene un patio en medio y otro patio al fondo, se comunica toda la casa, es una casa muy hermosa. El taller es un taller con muchísima luz, porque todo son cristaleras».

Próxima exposición

Díez Alaba ya está preparando su nueva exposición que el próximo verano podrá verse en la Sala del Roser, en Ciutadella. Se trata de «Una torre y 57 cielos», un título que resume el espacio -la torre medieval de Binissaida- donde entre 1985 y 1990 abordó su creatividad artística y, por otra parte, el cielo como elemento de inspiración en una época caracterizada por la espiritualidad.

El artista vasco reconoce que la observación del cielo es una constante y, aunque el mar y la tierra están presentes en sus cuadros,    siempre es el cielo el que se manifiesta con más libertad. «Yo tenía el taller en el último piso de la torre donde había unas escaleras por la que subías a la terraza y dominabas media Isla, el cielo era fundamental, el cielo era la vida primordial que tenía en ese momento, es la época más espiritual, que he ido retomando en distintos momentos, el azul ultramar ese me ha atraído poderosamente. Uno de los cuadros en el que predomina el azul que está expuesto en Donostia lo pinté en Binissaida. En la exposición hay otro, pero ya está pintado en Alaior que es una pieza azul vertical, también es muy hermosa pero es del año 1990. Ahí cambió, fue el último cuadro que pinté azul en ese momento y luego vino otra época diferente», subraya.

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