El Museu Diocesà de Menorca alberga una amplia variedad de colecciones que abarcan distintas disciplinas y épocas, y entre todas ellas el Gabinete de Ciencias Naturales siempre ha brillado de una forma especial dentro del conjunto. Un espacio que esta temporada ha incorporado nuevos tesoros gracias a los fondos que donó al centro cultural Fernando Escalante Díaz (Donosti, 1955; Ciutadella, 2020).
Estamos hablando concretamente de una colección de equinoideos (erizos de mar) a la que se ha buscado ubicación en dos vitrinas. Con motivo de la visita de familiares de Escalante, recientemente se ofreció, a modo de presentación de los nuevos fondos, una visita guiada a cargo del paleontólogo menorquín que se ha encargado de la catalogación, Josep Quintana Cardona.
Fernando, más conocido entre sus amigos como «Tortu», se mudó a Menorca a comienzos de las década de los 90 para trabajar en Ciutadella como funcionario de Correos. Al principio, tal y como se explica en el panel que le dedican en el Museu Diocesà, centró su interés por la historia natural de la Isla en la paleontología y la geología, que amplió, posteriormente, hacia otros ámbitos como la malacología, la ictiología y la equinología, entre otros. Su donación representa para los gestores del espacio cultural «un buen ejemplo de cómo la dedicación, el afecto y la pasión de toda una vida no se pierden ni caen en el olvido, sino que, al contrario, pasan a formar parte de nuestra memoria colectiva».
Su jubilación anticipada permitió a Escalante dedicar mucho tiempo al mundo de los fósiles, pero tal y como recuerda Quintana en un artículo publicado por la Societat d’Història Natural de les Balears, el interés de Escalante por la historia natural debió de iniciarse muy joven, ya que el primer ejemplar del que existe constancia escrita corresponde a un molde de gasterópodo del Jurásico recogido en el río Pas (Cantabria) en 1978.
Un campo en el que aunque trabajó como aficionado, pero siempre demostró una gran profesionalidad. «Era muy meticuloso con toda la información. Todos los ejemplares tienen su etiqueta con los nombres científicos, la localidad, la edad geológica... Cuando haces una colección de este tipo, es super importante», concluye Quintana.
... que un museo religioso tenga una sección de ciencias naturales que contradicen sus propios dogmas de fe acerca de la antigüedad de la Tierra tiene BEMOLES... eso no lo veréis al revés, pues ningún museo arqueológico o de ciencias naturales va a exponer NUNCA chorrada alguna referente al creacionismo, pongamos por caso... creo, de todas maneras, que hubiese sido una idea mucho mejor el haber hecho la donación del trabajo de Tortu a alguien que lo hubiese apreciado más y mejor, en vez de una secta anclada en el medievo, en fin...