Annët Batlles, poeta y escritora nacida en Almería en el año 1991 y residente en Maó. Se siente profundamente unida al paisaje menorquín pues ha desarrollado en la Isla gran parte de su trayectoria artística y poética, su éxito en las competiciones y eventos han fortalecido su lazo con la comunidad local.
Ha sido ganadora de la séptima temporada del Poetry Slam Menorca en abril de 2025, en el Teatre del Casino 17 de Gener, y además ha conseguido el primer puesto del Poetry Slam Nacional el 29 de septiembre como representante de la Isla.
¿Cómo comenzó su interés por la poesía y desde cuándo?
—Mi interés por la poesía comenzó el día que sentí un pellizco al abrir un libro en la Biblioteca Pública de Almería. Siempre me gustaba perderme en el apartado de poesía, aunque muchas veces no recordara los nombres de los autores que leía. Había algo en aquellos versos que me tocaba sin entender del todo por qué, como si las palabras pudieran dar calor. Ese descubrimiento, que llegó en mi adolescencia, fue el inicio de mi relación con la Generación del 27, especialmente con Miguel Hernández y Lorca.
¿Cómo se define a sí misma en tres palabras?
—Cotidiana, cruda y catártica.
Como campeona del Poetry Slam Nacional 2025, ¿cómo describe ese momento y a quién le dedica la victoria?
—Para mí es totalmente indescriptible. Es un certamen, sí, pero también un juego muy loco en el que pasas por varias rondas y atraviesas un torbellino de emociones. La adrenalina, la tensión y la energía del público te llevan a un estado casi de trance, donde solo existe el poema y el instante. La victoria se la dedico a mi familia, tanto a la familia en la que nací como a la que he elegido: todas esas personas que llevan años apoyándome, animándome y creyendo en mí. Tener cerca a gente que te impulsa a ser tú misma y a seguir tus sueños es un regalo inmenso, y esta victoria también es de ellas.
Ha comentado en la prensa que ha sido víctima de bullying y que el arte ha sido su cura y medicina. ¿Qué le diría a las personas que pasen por un camino similar?
—Me parece una gran responsabilidad intentar decir algo que pueda aliviar o ayudar a alguien que esté viviendo el desamparo que produce el bullying. Así que, quitándome esa presión de querer tener una respuesta perfecta —porque no soy experta en nada, solo una persona que lo vivió—, diría que no lo sé del todo. De niña participaba en actividades extraescolares de teatro y danza. No era consciente entonces, pero con los años entendí que eso me salvó la infancia. Por supuesto, tener un buen entorno familiar fue esencial, pero en el colegio, que era un espacio hostil, el arte se convirtió sin yo saberlo en un refugio. Con la mirada que tengo ahora, diría que es fundamental pedir ayuda, denunciar, visibilizar lo que ocurre y tomar todas las medidas necesarias para protegerse y cuidarse, en todos los sentidos.
Denos algunos tips para la escenificación y performance en los recitales y concursos.
—No sé si puedo dar tips como tal, ya que por lo que observo, hoy en día vivimos un momento en el que existe una tendencia a querer convertir todo en fórmulas rápidas, en recetas mágicas que se puedan aplicar al instante. Los únicos consejos que realmente puedo dar son trabajo, constancia y autenticidad. Creo que lo más importante es no querer parecerte a nadie, sino ser tú misma y encontrar tu propia verdad.
¿El momento más memorable que le haya pasado durante tu trayectoria artística?
—Sinceramente, ganar el Slam Poetry Nacional después de haber ganado el premio L de Lírica de forma consecutiva. Sentí que todo el camino, el esfuerzo y la entrega de los últimos años cobraban sentido.
Explíqueme la dinámica y objetivo principal de sus talleres creativos.
—En Menorca, voy a impartir un taller de escritura creativa durante el invierno, en el que quiero que las personas escriban desde lugares poco habituales: desde el cuerpo, desde la música, desde la emoción. No me interesa tanto dar el clásico taller centrado en la métrica o las rimas, sino proponer un espacio de investigación, donde la escritura sea una experiencia viva y sensorial, más que una técnica.
¿Qué es para usted el arte y la creación?
—Son un puente que me lleva hacia lo que va más allá de mí y que, al mismo tiempo, me acerca a los demás, a mí misma y al mundo. No es una mera exhibición de habilidades; tiene que provocarme algo, removerme, hacerme sentir. Si no me llega, si no me atraviesa de alguna forma, entonces para mí no es arte, sino solo una demostración de destrezas.
¿Su libro y autor/a favoritos?
—Me pasa un poco como con mis poemas: no podría elegir solo uno. Me gustan muchos y cada uno me acompaña en momentos distintos. Pero el primero que se me ha venido a la mente es «Poemas 2», de Ajo Micropoetisa. Este fin de semana, de hecho, estuve leyendo algunos de sus poemas en familia y me parecieron tan divertidos como brillantes. Creo que es un clásico dentro de la micropoesía y que todo el mundo debería tener ese libro en su librería.
¿Cuál es la idea central de su libro «Hacerse el vivo no cuenta como vivo, señora»?
—La idea central del libro es cuestionarnos si realmente estamos vivos. Porque no es lo mismo hacerse el vivo que estarlo. Creo que cuando una persona empieza a vivir —y no solo a sobrevivir—, no hablo de las circunstancias sociales, laborales o económicas, sino de la libertad interior que uno tiene consigo mismo, empiezan a pasar cosas importantes. Aunque el libro está compuesto por micropoemas, textos teatrales y monólogos, en el fondo es una tragicomedia. Invita constantemente a la reflexión y al humor, a reírnos de nuestro propio patetismo y a mirarnos con un poco más de ternura.
¿Qué espera que vayan a encontrar los lectores en su obra?
—Espero que los lectores se encuentren a sí mismos y a las personas que forman parte de su vida. Me gusta pensar que el libro pueda funcionar como un espejo, donde cada quien se vea reflejado de alguna manera. Van a encontrar humor, crudeza, reflexión y mucho autoconocimiento. Es un viaje por lo cotidiano y lo emocional, con la intención de que quien lo lea también se cuestione, se ría y, sobre todo, se reconozca.