O.R.P. Maó
Addaia nació como tantas otras urbanizaciones, auspiciada por una promotora. Addaia ha madurado como tantas otras urbanizaciones, gracias al empuje de sus vecinos. Situada en la costa norte, en el término municipal de Es Mercadal, esta urbanización es uno de los complejos turísticos más antiguos de Menorca. Sus 412 vecinos censados, que se disparan hasta los 3.000 en verano, buscan en este emplazamiento la tranquilidad y la belleza; sin embargo no todo ha sido un camino de rosas en estos 39 años de existencia.
En 1970 la promotora de la familia Lafuente inició la construcción de unos terrenos que tenía en propiedad. Disputas entre vecinos, Ayuntamiento y los propios promotores dejaron la urbanización a medio terminar. No fue hasta la década de los 90 cuando los residentes y el Ayuntamiento decidieron tomar medidas. El estado de Addaia era deplorable; "tenía importantes problemas debido a las obras de urbanización pendientes, a la falta de un mantenimiento adecuado de lo poco que se había hecho y a una concepción inicial de la urbanización obsoleta y poco respetuosa con el medio ambiente", detalla Isabel Portela, presidenta de la Asociación de Contribuyentes del puerto de Addaia. Los viales en estado de ruina, las aceras sin terminar, excepto donde los propietarios las habían construido, el alumbrado público y las redes de suministro de agua y electricidad en muy deficiente estado era la herencia a reparar.
La mejora
Como en muchas otras urbanizaciones, el Pla Mirall fue de gran ayuda. Tres millones de presupuesto, abonado a partes iguales entre administraciones y vecinos, tendrían que ayudar a paliar los déficits. Sin embargo, la intervención inicialmente prevista no resolvía los problemas de la urbanización, "puesto que pretendían realizar únicamente obras superficiales, arreglando lo que estaba a la vista y permitiendo que la promotora y el Ayuntamiento eludieran sus responsabilidades", afirman los vecinos.
Para afrontar aquella situación se adoptó el acuerdo de constituir una asociación de vecinos y propietarios como instrumento para una eficaz defensa de los intereses legítimos de los asociados, así como promover un desarrollo de la urbanización respetuoso con el medio ambiente y acorde con los principios que inspiraron la declaración de Menorca como Reserva de la Biosfera. Esto ocurrió en 1998.
Coincidiendo con un cambio político en Es Mercadal, las cosas empezaron a mejorar. Se abordó una revisión de las obras proyectadas en Addaia, incluyendo la renovación de las redes de suministro de agua y electricidad y la construcción de una red de alcantarillado. También se acordó la dotación de puntos de recogida de residuos y red de agua para incendios; los criterios de reparto del coste de las obras entre los actuales propietarios, incluyendo la participación del Ayuntamiento en los costes de las mismas; acometer conjuntamente la búsqueda de recursos económicos ante otras administraciones, consiguiendo que el Govern financiase la nueva depuradora, la conexión con Addaia y la estación de bombeo de las aguas residuales. Finalmente, se consiguió la participación del Gobierno que mantuvo las subvenciones previstas del Pla Mirall, por un importe del 50 por cien del presupuesto inicial y, a través de Costas, la financiación de la nueva escalera de conexión con el sendero de litoral y el arreglo de éste.
Los retos
Paso a paso, Addaia empezaba a recobrar el buen aspecto prometido en sus inicios. Las calles ya están asfaltadas, la iluminación instalada y las zonas verdes acondicionadas. Sin embargo, quedan cosas importantes por hacer. Los hogares aún funcionan con fosas sépticas. La promesa de una depuradora se demora y aunque esté incluida dentro del Plan Hidrológico balear los vecinos se impacientan. "La red de alcantarillado está hecha, pero no está conectada a sitio alguno y con la crisis creemos que tardará bastante en que esto suceda", lamenta la presidenta de la asociación vecinal.
Otro punto importante a afrontar en un futuro inmediato es el abastecimiento de agua. Actualmente los vecinos de Addaia dependen de la gestión privada de la empresa S'Aliga. "Queremos que este servicio lo preste el Ayuntamiento y nos lo cobre a tarifas idénticas a la de otras zonas urbanas del municipio", reivindica Isabel Portela.
Ambas iniciativas permitirán que el Ayuntamiento pueda recepcionar de facto la urbanización. Bien es cierto que a modo práctico ya lo ha hecho pues se encarga del mantenimiento, de la recogida de basuras o de la reparación de las calles, entre otras.
Más complejo pero igualmente importante es garantizar la preservación del puerto de Addaia y las salinas. La bahía es una continuación natural de la Albufera de Es Grau. Para muchas aves es una zona de refugio invernal y de nidificación. Esta característica debe adaptarse con la explotación portuaria. Las ordenaciones previstas en Es Grau o lo que pueda pasar en Maó con la entrada de Trapsa Yates en la gestión del Club Marítimo preocupa a los residentes. Muchos temen que Addaia sea refugio incontrolado de barcos en búsqueda de zonas de fondeo. "Hay que regularlo y creemos que el Plan Insular de Costas puede ser un buen instrumento para ello", reflexiona la presidenta de la asociación de vecinos. "Addaia es un tesoro para la Isla, agente dinamizador de la desestacionalización que permite practicar el senderismo, la observación de aves y los deportes náuticos, pero hay que cuidarla", suscribe Isabel Portela.