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Presentará en Menorca algunas de las composiciones de su tercer disco, todavía pendiente de salir al mercado

Olga Román, tirabuzones de voz

La cantautora madrileña de origen menorquín es ahora su propia apuesta tras muchos años de acompañar a cantantes como Sabina y Aute. El 9 de julio actuará por primera vez en el Teatro Principal

Cantante. Tras una larga trayectoria junto a Sabina, ha emprendido un camino en solitario

I.R.A. Maó
Olga Román Rivas lleva la vida vivida cantando. Si anda atrás en el camino de los recuerdos, si apela a los orígenes, nos descubre un presumible liderazgo musical, acompañando a la guitarra, en el transcurso de algunas serenatas de antaño, en familia. Voces blancas serían aquellos coros domésticos y eminentemente femeninos, donde madre y hermanas y hasta la abuela menorquina sumaban ocho, mientras dejaban apenas un resquicio para que su padre, Pedro nuestro, fuera también voz cantante.

Poca gente conoce el secreto por el cual Olga bien pudiera haber sido Olivia, Ofelia u Odette. Cualquier apelativo con inicial en O la esperaba antes de nacer porque así, hija a hija, y ella fue la segunda, su padre se fue dando el gustazo y el capricho de construir en clave de acróstico su propio apellido hasta que, de Rosario, conocida arquitecta en Maó, a Nuria, una de las pintoras y escultoras que proyecta en la actualidad sus creaciones en la Isla, cuando nació la menor, ya completo el linaje, rindióse el hombre un homenaje a su nombre de pila tomando la inicial de la sexta.

Premonición o no, Olga Román tenía reservado un destino en ¡Oh!
Alguna especial afición fijada en los genes de la familia y tal vez cosecha de la insular y levantina tradición musical, debió ayudar lo bastante para que ya de niña Olga Román pudiera cursar estudios de piano y atreverse también con los acordes de la guitarra. Buenas cuerdas en buena sintonía con unas cuerdas vocales de excepción.

Como cantante, Olga Román vino a debutar, con 18 años, en un grupo de música folk que aún resuena en ciertas conciencias musicales llamado "Nuestro pequeño mundo". Llegó casi en el momento del cierre, circunstancia que a la postre iba a resultarle providencial ya que Luis Eduardo Aute pasaba por allí. El mundo se había vuelto más suyo y más grande, como pudo comprobar durante las giras que realizó durante los años 1983 y 1984, haciendo los perfiles de voz, montada en la cresta de la ola del cantautor filipino.

Entre amigos, cerca de los grandes, Olga Román aprendió que podía aprender más y en 1985 se trasladó a Boston para ampliar sus estudios musicales. Se graduó en el Berkley College of Music. El mundo era aún más grande. Formó el Olga Román Quartet, actuó en diversos festivales de jazz y fue nominada como mejor cantante de jazz a los Boston Music Awards. Ocho años en EEUU dieron de sí para explorar las fronteras de sus cualidades interpretativas, para urdir una tupida y consistente base como la compositora que también es y aun imbuirse de los ritmos amables de la música brasileña que se pueden rastrear en sus composiciones.

A su regreso, entre 1993 y 2006 puso, en franco contraste, el dulce relieve de voz a los quebrados sones de Joaquín Sabina, atesorando todas las tablas posibles en las amplias giras nacionales y de las Américas. Allí, desde el plano discreto pero contundente, con un cantar de solemnidad, Olga Román tuvo ocasiones propias, muy suyas y tan osadas como para hacer bandera de una copla -"Y sin embargo te quiero"- ante miles y miles de personas congregadas para oír los versos de asfalto, las crónicas ácratas y de barrio bajo que como nadie cuaja "el Flaco".

Mientras cooperaba a entonar ese retrato del lumpen nacional, a proponer el amor al desnudo de las hipocresías y enjaezar las lindezas y vilezas endémicas de esta piel de toro con sus cuernos incluidos, Olga Román echaba a andar en paralela carrera en solitario. "Vueltas y vueltas" (2001) y "Olga Román 2" son sus dos espléndidos compendios acuñados cuyos resultados en escena acredita esta gran música.

Sabina perdió un Perú y le regaló un soneto cuando Olga Román emancipó sus cantares tras haber tenido una hija y ante la imposibilidad de perderse por las cumbres y derrotas del de Úbeda. Ella lo había pronosticado al hacer suya, en propia versión, "Esta boca es mía", en la que es una de las mejores piezas del disco "Entre todas las mujeres", que produjo Víctor Manuel Sanjosé para tributar un homenaje en femenino a quien respira bajo el bombín.

Más allá de aquella sociedad Joaquín y Cia, el eco de Olga Román suena por los mejores rincones de la producción musical contemporánea. Investiguen a Jorge Drexler, a Pablo Guerrero, a Fito y los Fitipaldis y oirán, Olgairán.

Este mes de junio, Olga Román ha emprendido de nuevo una gira. Liverpool, Madrid, Zaragoza, Barcelona, Calasparra, aupada a la categoría que le corresponde con el acompañamiento de los alumnos de la escuela LAP de Liverpool que fundó Paul McCartney. Un lujo donde escuchar composiciones como "La cuestión," "El mar", "Brindis", o una soberbia "Ahora ya ves", también trabajos pendientes de editar en los que la voz modulada, desde las cimas hasta los abismos, encaramándose y deslizándose con audacia por los registros, enérgica y sensual, seduce.

Aquella chica que hundía sus pies en los veranos menorquines de Santo Tomás apenas si ha comparecido una vez para actuar en la isla. Fue en Akelarre, a principios del milenio, allá por el 2001, cuando presentaba su disco "Vueltas y vueltas". El 9 de julio debutará en el Teatro Principal con los miembros de su banda habitual. Con ella vienen Luis Fernández (piano), Antonio Toledo (guitarra), Juan San Martín (bajo) y José San Martín (batería). ¡Ésta es la nuestra!

¿Dónde arranca su música?
En casa hay muy buen oído. Y si buscamos antecedentes, mi tía-abuela Matilde Pons era una pianista fantástica, aunque nunca trascendiera del ámbito doméstico.
Entronca ahí con la cultura musical menorquina?
Supongo?

Uno de los primeros discos que entró en mi casa era de Nuestro Pequeño Mundo. "Good News", recuerdo?
Uf, pero yo entré en NPM en su etapa final.

¿A la hora del cierre? ¿Surgió ahí la oportunidad inmediata de cantar con Aute?
Prácticamente. Lo primero que hice con Aute fue un concierto que se grabó en directo, "Entre Amigos", y la primera vez que subí a un escenario con Aute estaban ahí Serrat, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés?

Eso es empezar a lo grande, ¡vaya padrinos involuntarios!
Fue un shock, pero a la vez era tan joven y todo me resultaba tan diferente al mundo que conocía y fue increíble, claro.

¿No le cohibió?
Creo que me ayudaba la inconsciencia de cuando eres más joven.

Temple debía tener. ¿Es un privilegio o supone alguna responsabilidad poner todos los matices de voz a canciones-emblema casi himnos sutiles de protesta como es "Al Alba"?
Sin dudarlo, es un enorme privilegio.

¿Por qué en un momento dado se bifurcan los caminos?
Decidí empezar a estudiar música. Hasta entonces estaba en la Universidad?

Cursando ¿qué?
Hasta cuarto de Agrónomos hice. Y cuando decidí optar por la música y dejar todo lo demás, pedí una beca, la conseguí y me fui a Boston.

¿Era necesario pasar por academia?
A mí me parecía importante. Si quería dedicarme a la música me interesaba tener el mayor número de herramientas posible para poder manejarme. Yo había estudiado clásico y tenía la sensación de que con eso no tenía nada que hacer en el mundo que me movía. Así que mis años en Boston sirvieron para ordenar todo el bagaje que tenía ya?

¿Mejorar la interpretación, desenvoltura, quizás?
No, todo fue más académico. Estudié piano, arreglos, armonía, educación del oído.

¿Todo eso que a los profanos sonaría a rollo?
No es un rollo, es una ayuda muy valiosa para mejorar.

¿También le daba al inglés?
Sobre todo hice música brasileña y llegué a fundar mi propio grupo. Hicimos conciertos en Montreal, en Quebec, en Boston?

Verse metida en ese engranaje, ¿estira, atrae?
No hacía tanto giras como sí conciertos. Mis giras importantes fueron con Sabina, por América.

¿Bien?
Trece años. Aprendes, qué duda cabe.
¿No hay una parte dura detrás de los destellos de una larga gira por América?
Por lo general, siempre he disfrutado muchísimo yendo a América a cantar y nunca me resultó duro. La gente allí es maravillosa y reciben muy bien lo que hago.

¡Pero tenía que simultanearlo con su propio proyecto!
Cuando volví de Boston ya tenía idea de hacer mi primer disco, pero apareció Sabina y me vi enrolada durante cuatro años seguidos, sin parar, en sus conciertos. Lo mío quedó, por eso, pospuesto.

La llevó por el mundo en volandas. Algo recogería?
Sobre todo en Latinoamérica. Pues a la larga me ha permitido presentar mi segundo disco, "Olga Román 2", en Argentina, en Puerto Rico y tengo expectativas de poder presentar mi tercer disco, cuando lo edite, en México, en Costa Rica?

¿Ya tiene su público?
Hay mucha receptividad hacia lo que hago.

¿Prefiere cantar en espacios recogidos o la erótica del aplauso te inclina a conciertos en grandes pabellones? ¿Miles o cientos?
Mis conciertos son en lugares pequeños o medianos. En general suelen ser más íntimos o hay más complicidad en los lugares pequeños y los disfrutas más por la cercanía de la gente. He cantado en lugares grandes como telonera de Sabina en varias ocasiones y hay una distancia enorme entre el escenario y el público, incluso entre los músicos dentro del escenario y, para lo que yo hago, mi tipo de música, se presta más lugares recogidos.

Diría que en España se merece más cartel del que quizás tiene. ¿Cuál es su opinión?
A mí me gustaría tener un poquito más de "infraestructura", porque cuando no tienes una multinacional detrás, que es mi caso, todo es un poco más difícil y se tarda más en llegar. Pero también es cierto que a veces, incluso con contrato discográfico con multinacional, si no te apoyan es todavía más difícil hacer algo. Así que, ahí vamos, ahí voy? "poc a poc".

Entre "Vueltas y vueltas" y "Olga Román 2", ¿evolución o cambio de tercio?
Responden a épocas de mi vida muy diferentes. El primero, letra y música son mías y en el segundo, cuento con la colaboración de Juan Uría como letrista. Supongo que uno y otro están en la misma línea, pero yo sí noto diferencias.

Sus canciones más suyas, ¿cómo distribuyen los porcentajes entre ficción y realidad?
Las que tienen letra y música mías, suelen ser muy, muy realidad, ja, ja. Pero creo que cuento lo que nos pasa a casi todos, o eso me dice mucha gente. Y las que tienen letra de Juan Uría (mi segundo disco) fueron escritas como si hablara yo, con lo cual el porcentaje de realidad es bastante alto también.

¿Madura la voz?
Sí, claro, como todo. Y si maduras bien en general, la voz madura bien contigo.

¿Y si un día la convoca y no acude?
Me pasó una vez, pero con ayuda del otorrino conseguí recuperarla a tiempo.

¿Qué hay de asegurarla?
Eso es cosa de ricos.

¿Vive de la música?
Siempre he vivido de la música, desde los 20.

Su inclinación y predilección hacia los ritmos de música brasileños, ¿ayuda, es una música vendible?
No sé yo si decir vendible, porque en España lo cierto es que tardó mucho en entrar la música brasileña y la música latina. Veníamos más acostumbrados, si acaso, al tipo cantautor-europeo-mediterráneo. Yo cuando compongo, me voy hacia todo lo brasileño.

¿En su repertorio vital, hay alguna canción-gafe, que detestas o que no volverías a cantar por nada y, por contra, una canción que ni en la miseria venderías?
No tengo ninguna canción gafe ni que deteste, la verdad. Y lo de vender una canción, no he tenido la oportunidad, ja, ja.. y en el circuito que yo me muevo no es lo habitual. Pero es un lujo enorme que otro cantante grabe o cante una canción tuya. La canción "Me asomo", del segundo disco, la han grabado dos artistas diferentes en Argentina y para mí es un sueño y un honor.

¿Tiene fecha, título para su tercer disco?
No hay fecha aún, pero tengo un esbozo de título que sería "Del amor y otras dudas", es provisional.

¿Qué se puede anticipar de ese trabajo?
Tengo varias canciones ya seleccionadas de entre todas las que he escrito en los últimos meses que estarán dentro del disco y que interpretaré en el Teatre Principal el día 9 de julio. En general siguen un poco la linea de hablar sobre pequeñas cosas, amores, asuntos cotidianos y cuento con la colaboración de Juan Uría como letrista en muchas de ellas. Todavía estoy en la pre-producción, con lo cual me queda todavía mucho trabajo por delante.

Su hija?
?dos añitos, tiene.

La envidia de la guardería debe ser, nana a nana.
Sí, sí, es verdad. Y ella, habla poco pero canturrea mucho.

¿En su memoria musical, de los tiempos de infancia, guarda alguna tonadilla menorquina?
Uy! Sí! "Un señó de muntunrrú", que cantaba mucho mi abuela y no sé cómo se escribe.

¡El patrimonio común de los nietos de menorquines en el exilio peninsular!
Y otra que era: "Marieta, la filha del mestre..." y lo demás lo digo en mi menorquín chapurreado o inventado. Estas dos son como las "top", pero hay más que ahora mismo no me vienen a la cabeza.

Para usted tiene algún significado especial actuar en Maó, en el primer teatro de España que oyó cantar ópera y que cumple 180 años?
Para mí es muy importante cantar en Menorca, y en Maó un poco más aún porque de aquí era mi abuela. Y me impone muchísimo respeto cantar en el Teatre Principal. ¡Espero que no me dé ningún telele antes de salir al escenario!, ja, ja...

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