Una quinta parte de amabilidad en nuestro día a día, otro tanto de habilidad para ponerse en la piel de la otra persona y la misma cantidad de tolerancia. A todo ello se le añade un 20 por ciento de igualdad y una dosis similar de darse oportunidades para conocer nuevas culturas. Ésos son los ingredientes principales de la "vacuna contra la discriminación" dispensada ayer por Caritas entre la las plazas del Carme y Reial de Maó y en la plaza de la Catedral de Ciutadella. Se trata de una actividad organizada con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de las Migraciones y Refugiados que conmemora anualmente la Iglesia.
Los miembros de Caritas, ataviados con su bata blanca y jeringuilla en mano (las repartían), se encargaron de proclamar la necesidad de asumir que todos pertenecemos a la misma sociedad y tenemos la posibilidad de dar más fuerza a algunos valores comunes, como la diversidad, el respeto mutuo, la participación y la relación comunitaria. Comenta la coordinadora del área social de Caritas, Mar Pons, que "todos podemos ser migrantes en un momento dado" y recuerda que los menorquines también se vieron obligados en su día a abandonar su tierra para buscarse la vida en otros países, "algo que parece que a veces se nos olvida".
Explica Pons que entre el 70 y el 80 por ciento de las personas que atienden cada año en Caritas son inmigrantes, ya que se trata de un segmento de población "más vulnerable". Básicamente se les ofrece atención primaria, pero desde la entidad lo que más se trata de potenciar es la formación, ya que "ésa es la verdadera clave para la integración", explica Pons, quien apunta que el numero de intervenciones de ayuda se incrementó durante el pasado año en un 15 por ciento.
Dar a conocer aspectos sobre la realidad de las migraciones fue ayer el primer paso para conseguir un claro objetivo, que no es otro que luchar contra la xenofobia y la intolerancia.