Nació francés, de madre mahonesa y padre ciutadellenc; es catalán porque los estudios, el trabajo y el amor le anclaron en Barcelona. Y como conjunto de todo ello, Francesc Pons Catchot es un producto mediterráneo: abierto a las ideas, volcado en la cultura, tan decididamente inclinado a la actividad como fuente de salud, que el día de la entrevista, a sus 88, viene de jugar un partido de tenis y de ofrecer una conferencia para la tercera edad.
Su padre fue el próspero industrial y hombre de negocios que, adelantado a su tiempo, a principio del siglo pasado fundó y levantó la fábrica de calzado Pons Menéndez de Ciutadella, que llegaría a tener sucursales en París, Nueva York y Londres. A esta circunstancia se debe que Francesc Pons Catchot naciera un poquito más europeo de lo que se estilaba dentro de nuestras fronteras.
Pasó su juventud en Ciutadella y posteriormente estudió la carrera de Medicina en Barcelona, donde ya se estableció para siempre. Aun así, su apego por la isla de origen, lejos de diluirse le llevó a ser el presidente fundador de la Casa de Menorca en la Ciudad Condal en 1960. A él se debe el acta de hermanamiento que en febrero de 1972 hicieron todos los municipios de la isla, siete entonces, con el Ayuntamiento de Barcelona que presidía el célebre José María de Porcioles y que, en justa correspondencia, en 1973 visitó todas las corporaciones municipales de la isla.
Pons Catchot es el presidente de las Aulas Universitarias para Mayores. Lo viene siendo ininterrumpidamente desde hace 30 años, cuando él mismo abrió caminos a una corriente de pedagogía social, hasta entonces inexplorada, para la generación que tuvo que sacar adelante el país después de una Guerra Civil, incluso cuando muchos de sus componentes apenas hubieran conocido el paso por las aulas. Hombre activo e inquieto, ha sido también director del Servicio de Educación Física Universitaria y preparador regional de fútbol, formado con Kubala, con quien tuvo gran amistad.
Es usted un producto mixto…
Me vino muy bien esta condición cuando estaba en la Casa de Menorca, porque actuaba de árbritro y evitaba las disputas. Los mahoneses no aceptaban bien que el presidente fuera de Ciutadella. No lo decían, pero se veía.
Y usted era neutro
Yo era imparcial.
Su padre…
Tuvo la fábrica de zapatos más importante del mundo, en calidad. Exportó calzado a París, Londres, New York, Berlín…
¿La fundó él?
Sí. Tenía una nave dedicada al calzado femenino y otra de calzado masculino, en la plaza de Dalt es Penyals, de Ciutadella.
Debía ser un hombre inquieto…
Mucho. Había conocido a Besteiro, socialista y a Millán Astray, nacionalista. Lo digo porque él fue uno de los fundadores de la Casa de España en París. En los años 20. En aquel momento se encontraba en la capital francesa abriendo mercado. Con la dictadura de Primo, los socialistas salieron a Francia y con la República, fueron los nacionalistas los que se exiliaron. Mi padre supo ser amigo de los unos y los otros.
¿Se encontraba allí por su faceta de exportador?
Él había fundado la fábrica con Teodoro Canet, que era primo suyo y al que correspondía gestionar la industria, mientras mi padre abría mercados en el exterior. Teodoro, que llegó a diputado, era más político pero menos activo. Así que mi padre regresó porque hacía falta aquí. Fue muy trabajador y un gran organizador.
¿Tuvo muchos operarios?
Cien personas. Era la industria más grande de toda la isla y era modélica. Mi padre, inspirándose en lo que había conocido en Francia, empezó a hacer el "ahorro obrero".
¿Era masón?
No lo sé. Sospecho que sí. Su nombre aparece en un listado de una logia francesa llamada Plus Ultra.
Después de la Guerra tenía miedo de que le acusaran de masón. Esto me hace pensar que lo era o que había estado en la masonería francesa.
¿Nunca le habló de esto?
Al contrario, lo que veo es que tuvo mucho interés en que no se supiera.
La masonería tenía exigencia de discreción
En aquella época ser masón era un título. Dicen que Franco los persiguió porque no pudo entrar. Pero, aunque mi padre lo negó, a mi no me extrañaría nada. Además en Francia tenía muchas influencias.
¿Tiene recuerdos de su etapa en Francia?
Algo. Fui hasta la escuela primaria, así que cuando me trasladaron a Ciutadella sabía francés y "andalú" porque teníamos una criada andaluza.
Se acordará más de Ciutadella…
Inicialmente fui a la escuela de Benejam, que también fue gran amigo de mi padre. Él siempre quiso que estudiáramos y durante la Guerra lo hicimos con profesores particulares. A mi hermano Josep Maria lo movilizaron.
¿Se hablaba de política en casa?
La Guerra rompió muchas cosas y poco a poco lo fue envenenando todo. Pero si en Mallorca mataron a gentes de "izquierda" aquí mataron a gentes de la derecha de una manera inconcebible. A Teodoro Canet, al dentista Anglada, a los hermanos Olivar, al cura Bosch…Yo tenía unos quince años. Naturalmente me volví conservador en una tierra donde las izquierdas hicieron tales barbaridades. Después, acabada la Guerra hice la reválida en Palma y ya me fui a estudiar a Barcelona.
¿Por qué escogió Medicina?
Me gusta la biología, me gusta la gente y la Medicina ha sido también vocacional. No he hecho dinero, pero he disfrutado. Cada dos por tres, mi padre, que tenía esa sensibilidad social, me escribía "querido hijo, te mando a fulano de tal para que le ayudes…"
¡Ah, la España de las recomendaciones!
Encaminaba a muchos enfermos menorquines que venían a Barcelona porque tenía buenos amigos en la profesión: Pere Pons, Puigsureda (que operó al "peruano"), Piulachs, Puigvert (que operó al farmacéutico Cavaller), el doctor Prim, el psiquiatra Jerónimo de Moragas, introductor de la psiquiatría infantil … Y de hecho, ése fue un poco el embrión de la Casa de Menorca que, curiosamente, como idea nació en París. Hacia 1960 fui allí para hacer un "estage" y llamé a mi amigo Pepe Gelabert, que trabajaba en la UNESCO, de periodista. Fue él quien me retó a fundar la Casa de Menorca, "gallego que no ets capaç", una expresión menorquina que no sé cuándo ni de donde se captaría, pero que se usaba mucho.
¿Fue un buen alumno?
Con el doctor Ramos Fernández, que era una eminencia, empecé pediatría, como su ayudante de prácticas, y tuve matrícula de honor. Pero al morir el profesor todo se deshizo, incluso la cátedra. Entré en la Seguridad Social, en Santa Madrona, la Caixa de Pensions, en el Monte Pío Laborales.
¿Necesitaba el pluriempleo?
Sí porque todo eran sueldos pequeños y yo no tuve consulta privada. Además, nunca supe cobrar.
Escogió pediatría…
… y acabé en Geriatría.
Eso es completar un ciclo…
De profesor de prácticas de pediatría pasé a medicina general y en los últimos 30 años he hecho de geriatra.
Así, ¿médico de los de maletín, de ir por las casas?
Tenía una zona asignada, empezaba en Poble Sec y acababa en Casa Antúnez. Toda la montaña de Montjuich, la tenía yo.
¡Vaya zona sabrosona!
Sí, en Valero Grande y Valero Pequeño, la policía no se atrevía a entrar. Todo eran barracas. Los médicos sí entrábamos.
¿Les respetaban?
Sí. Recuerdo un día, que tenía el coche estropeado y fui en un taxi y de repente el taxista pegó frenazo seco. Abrieron la puerta y me encañonaron. Era la Policía, que hacía una batida y buscaba en aquella área al asesino de un industrial que habían matado.
Barrios duros
Sí, pero yo recordaría la bondad de la gente, que vivía en condiciones infrahumanas, sin agua corriente ni luz. De hecho, son los que forzaron la implantación de los partos en los hospitales, que se llenaban de gente con lo que se llamaba "distocia social". "Distocia" es un concepto que se aplica cuando el feto viene mal colocado. Y con el nombre de "distocia social" se conocía a las parturientas de las barracas. Pues yo digo que eran muy considerados y buena gente.
Y muy desgraciados
Bueno, trabajaban, pero estaban conformes con vivir en barracas. Algunas personas no se casaban "porque costaba dinero".
¿Mucho tiempo?
No es raro que la gente tenga aversión al Estado. A mi me tuvieron como interino durante ocho o nueve años para ahorrarse los pequeños incrementos de los trienios. Fuimos a Madrid, y todo, a ver al ministro.
¿Lo resolvió?
Al final sí. Viví un año en Rubí, aunque cada día iba a Barcelona para hacer Hospital, que no lo he dejado nunca.
¿Hospital?
El Hospital de la Esperanza. En aquel momento había mucha alergia. Fabismo, sobre todo. Y yo le explicaba al alergólogo que en Menorca, donde se cultivaba mucho el haba, había proporcionalmente poco fabismo. Incluso se desplazó a Menorca para comprobar la hipótesis de que quizás aquí se hubiera dado una adaptación genética. Ya más adelante, con ayuda del doctor Trias de Bes, entré como médico en La Caixa, pero como había siete pediatras, tuve que hacer geriatría.
¿Es en esa época cuando fundó las Aulas para Mayores?
Las aulas se fundaron en 1980.
¿Fue el promotor?
Modestamente, sí, junto con la mujer del general gobernador de Barcelona. Primero, en 1975, creamos la Sección Coordinadora de Actividades para Adultos. De ahí nació el centro piloto ACAA, la Asociación Coordinadora de Actividades para Adultos. Y de ella derivó, dos años más tarde, en 1980 las Aulas de Extensión Universitaria per a Gent Gran de Barcelona.
¿Pioneros en España?
Pioneros. Casi simultáneamente el padre Gómez lo introducía en Galicia y en Mataró nacían también las aulas senior. Y antes, había nacido como movimiento en 1978 gracias a un profesor de Toulouse, Pierre Vellas.
¿El que da primero da dos veces?
Podemos presumir de que tenemos 4.000 alumnos, actualmente, distribuidos en 11 aulas y movilizamos a 80 profesores. Y hay 500 personas en lista de espera.
¿En Catalunya?
No, sólo en Barcelona
¡Sí que ha crecido este movimiento!
Justo, es un movimiento internacional y ya no tiene vuelta atrás. El porcentaje de gente mayor ha aumentado con el avance de la esperanza de vida.
Usted aguanta en la presidencia 30 años. ¿Nadie va a desbancarle?
Presidente y profesor desde hace 30 años. Nos gusta lo que hacemos y como no hay intereses creados ni posición ventajosa por ser el presidente…pues trabajamos como un equipo cohesionado, que coordina estupendamente Costa.
Universitarios…
Yo se lo repito siempre. Son universitarios de 65 años en adelante.
¿Qué materias se imparten?
En mi caso, aspectos divulgativos de la Medicina. Pero también tienen materias de Literatura, de Arte, de Derecho… Buscamos profesores con capacidad para ser buenos divulgadores, que interesen.
¿Quién financia esto?
Originariamente, el Estado pagaba a los profesores. A partir de las trasferencias de Educación, la Generalitat que es cada vez más rácana. Actualmente paga sólo el 25 por ciento del profesorado, a través de la Universidad, y el resto se financia con aportaciones de los alumnos, que pagan 75 euros cada curso. Yo me opongo a subirles la cuota. ¡Los alumnos jubilados merecen tener este servicio gratis!
También ha extendido el aula universitaria a la Casa de Menorca…
Sí, por segundo año se están celebrando conferencias allí. Y me gustaría que tenga continuidad, porque supone mantener una actividad en el local que históricamente había tenido mucha vida. Acuden un centenar de personas, pero no todos son menorquines.
Ya sabemos que la universidad les acoge, pero "sus aulas", ¿tienen reconocimiento?
A la Universidad le conviene, porque hoy en día están faltas de recursos.
Ahora son 4.000 alumnos, pero cuando empezaron…
Trece. Una era una paciente mía, sorda como una tapia, que acudió a una de mis conferencias y al acabar me dijo "me ha gustado mucho, pero no he oído nada".
¿Observa cambios en su alumnado?
Desde luego, ahora la gente está más preparada. Hace 30 años a lo mejor algunos no sabían ni leer, aunque ¡iban a la universidad con una ilusión!
¿No se "jubila"?
Me jubilé a los 70 y eso que había pedido a Trías Fargas que me permitieran continuar mi profesión hasta las Olimpiadas, porque quería ser voluntario, y habría acabado con 72 años. Pero no me lo concedió por objeciones de los sindicatos. En fin, el médico es siempre médico.